domingo, 10 de marzo de 2013

William Patrick Hitler y su carta a Franklin D. Roosevelt pidiéndole luchar contra su tío...

William Patrick Hitler y su madre.
 
 
William Patrick Hitler nació un 12 de marzo de 1911 en Liverpool, Reino Unido, en el seno de un hogar formado por Alois Hitler Jr. y su primera esposa, Bridget Dowling. Alois tenía un incómodo "privilegio": era el medio hermano de un tal Adolf Hitler y eso... fue un pesado lastre no sólo para él, sino también para su descendencia. Eso mismo pudo comprobarlo años después el propio William, apodado "Billy" y en algunas ocasiones también conocido por su círculo íntimo como "Paddy".

Alois regresó a Alemania en 1914 pero, como se había vuelto una persona violenta, Bridget decidió no seguirlo. Incapaz de restablecer contacto debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, Alois abandonó a su familia, dejando a William al cuidado de su madre. Se volvió a casar en bigamia, pero restableció el contacto a mediados de los años 1920 cuando le escribió a Bridget pidiéndole que mandara a William de visita a Alemania, en plena República de Weimar. Finalmente acordó hacerlo en 1929, cuando William ya tenía 18 años de edad. Alois tuvo otro hijo con su esposa alemana Heinz Hitler, quien, en contraste con su medio hermano, se volvió un nacional-socialista comprometido y murió en cautiverio soviético durante la Segunda Guerra Mundial. (Fuente: Wikipedia)

William Patrick Hitler regresó a la Alemania nazi en 1933, en un intento de beneficiarse de la ascensión al poder de su tío. Éste le consiguió trabajo en un banco y en la fábrica de automóviles Opel después, para seguir posteriormente como vendedor de automóviles. Insatisfecho, William persistió en pedirle a su tío un mejor trabajo, y existieron rumores de que posiblemente chantajeó al líder nazi con la venta de historias vergonzosas sobre la familia Hitler a la prensa si no recibía un mejor trabajo (entre los rumores podría haber estado la bigamia de su padre). En 1938 Hitler le pidió a William que renunciara a su ciudadanía británica a cambio de un trabajo de alto rango. William sospechó que se trataba de una trampa y decidió huir del país. Después intentó extorsionar a Hitler con amenazas de decirle a la prensa que el presunto abuelo paterno de Hitler era en realidad un mercader judío emigrado a Austria. Al regresar a Londres escribió un artículo para la revista Look titulado "¿Por qué odio a mi tío?". En 1939, William y su madre fueron de gira de conferencias a los Estados Unidos, invitados por el magnate William Hearst, y se quedaron "atrapados" cuándo estalló la Segunda Guerra Mundial. (Fuente: Wikipedia)

William Patrick Hitler se esforzó por "separarse" de su nefasto tío Adolf.


Pero la vida de William Hitler iba a tomar un rumbo inesperado en 1944, cuando harto de todo el peso que significaba llevar el infame apellido, decidió que era hora de luchar contra... su mismísimo tío Adolf Hitler. Por eso decidió contactarse directamente con el presidente de los Estados Unidos, Franklib D. Roosevelt y solicitarle formalmente que le permita alistarse en las fuerzas armadas norteamericanas y quitarse, de alguna manera, la mancha del apellido aportando lo suyo por la causa de la "libertad" desde el bando aliado. Las cosas no eran tan sencillas y el FBI no perdió tiempo, dedicándole largas horas de trabajo en las sombras para investigar al Hitler que pretendía ponerse de su lado... (Les resultaba bastante incómodo tener a un Hitler defendiendo la causa de la libertad).

La carta que William Patrick Hitler le envió a Franklin D. Roosevelt decía lo siguiente:

Estimado Señor Presidente:

¿Puedo tomarme la libertad de interrumpir su valioso tiempo y el de su personal en la Casa Blanca? Consciente de los críticos días por los que atraviesa la Nación, sólo lo hago porque es la prerrogativa de su alto cargo la única que puede ayudarme en mi difícil y singular situación.

Permítame esbozar lo más brevemente posible mi problema, cuya solución podría lograrse fácilmente en caso de que usted se sienta movido a interceder por mí.

Soy el sobrino y único descendiente del mal afamado canciller y líder de Alemania, que hoy tan despóticamente intenta esclavizar a los pueblos libres y cristianos del mundo.

Bajo su magistral dirección, Señor Presidente, hombres de todos los credos y nacionalidades están librando una batalla desesperada para determinar, en última instancia, si finalmente sirven y viven en una sociedad ética en Dios o son esclavizados por un régimen diabólico y pagano.

En estos momentos todo el mundo debería hacerse la pregunta de qué causa está dispuesto a servir. Para la gente libre con un profundo sentimiento religioso no puede haber sino una sola respuesta y una sola elección, que los sostendrá siempre hasta el amargo final.

Yo solo soy uno entre muchos, pero tengo una vida que entregar y puedo prestar un servicio a esta gran causa para que, con la ayuda de todos, triunfe en el final. Todos mis familiares y amigos marcharán pronto hacia la libertad y la decencia bajo las barras y estrellas. Por eso, Señor Presidente, le presento respetuosamente esta petición para preguntarle ¿me permitiría unirme a su lucha contra la tiranía y la opresión?

En la actualidad esto se me ha negado, porque cuando me escapé del Reich en 1939 yo era un súbdito británico. Vine a Estados Unidos con mi madre irlandesa para reunirme con mis familiares. Al mismo tiempo me ofrecieron un contrato para escribir y dar conferencias en los Estados Unidos y la presión no me dejó tiempo necesario para solicitar la admisión en el contingente. Tenía por lo tanto, que venir como visitante.

He tratado de unirme a las fuerzas británicas, pero mi éxito como conferenciante me ha convertido probablemente, en uno de los mejores oradores políticos con la policía teniendo que controlar frecuentemente a multitudes clamorosas en Boston, Chicago y otras ciudades. Esto provocó en las autoridades británicas una respuesta negativa a mi petición.

Los británicos son un pueblo estrecho de miras al mismo tiempo que amables y corteses, es mi impresión errónea o acertada, y creo que a la larga no podrían sentir simpatía por una persona con mi nombre.

El alto costo del procedimiento legal británico que exigiría cambiarme el nombre es una solución que escapa a mis posibilidades financieras. Al mismo tiempo, dudo que el Ejército canadiense facilitase mi entrada en sus fuerzas armadas. Tal y como están las cosas, y sin ninguna orientación oficial, me parece que tratar de alistarme como sobrino de Hitler es algo que requiere una extraña clase de valentía que soy incapaz de reunir, privado de cualquier apoyo oficial.

En cuanto a mi integridad, solo puedo decir que es una cuestión que consta y se puede comparar de alguna forma al espíritu previsor con el que usted,  por cada ingenio se conoce el arte de gobernar, arrancó del Congreso Americano esas armas que hoy son la gran defensa de la Nación en esta crisis.

También puedo reflejar aquí que en un momento de gran complacencia e ignorancia traté de hacer las cosas que, como cristiano, sabía que eran lo correcto. Como fugitivo de la Gestapo advertí a Francia a través de la prensa que Hitler planeaba invadirla ese mismo año. También avisé al pueblo británico por los mismos medios de que la llamada "solución" de Munich era un mito que traería terribles consecuencias.

A mi llegada a Estados Unidos, informé a la prensa de que Hitler perdería a su Frankenstein en la civilización de ese año. Aunque nadie hizo caso a lo que dije, seguí dando conferencias y escribiendo en los Estados Unidos.

Ahora, el tiempo de escribir y hablar ha pasado y solo soy consciente de la gran deuda que mi madre y yo debemos a los Estados Unidos. Más que ninguna otra cosa me gustaría ver pronto el combate activo y por lo tanto, ser aceptado por mis amigos y compañeros como uno más en esta gran lucha por la libertad.

Su simple decisión favorable garantiza que el benévolo espíritu del pueblo americano, del que me siento parte, continua. Con el mayor de los respetos, le aseguro Señor Presidente que al igual que hice en el pasado, haría todo lo posible en el futuro para ser digno del gran honor que me se me concediera, con la certeza de que mis esfuerzos a favor de los grandes principios de la democracia serán al menos comparados a las acciones de muchos individuos que por largo tiempo han sido indignos del  privilegio de llamarse a sí mismos americanos.

Por lo tanto, ¿puedo aventurarme a esperar, Señor Presidente, que en la confusión de este enorme conflicto no rechazará mi petición por razones de las que yo no soy de responsable?

Para mí no podría haber mayor honor que servirle, y mayor privilegio que haber luchado y ser parte de la construcción del título con el que pasará a la posteridad como el más grande libertador del sufrimiento humano en la historia de la política. Sería feliz de darle cualquier información adicional que pueda ser requerida, y me tomo la libertad de adjuntar una circular que contiene  algunos detalles sobe mi mismo.

Permítame, Sr. Presidente, expresar mis mejores deseos para su salud y felicidad, junto con la esperanza de que pronto pueda liderar a todos los hombres del mundo que creen en la decencia hasta una victoria gloriosa.
Suyo sinceramente, 
Patrick Hitler

 William Patrick Hitler jurando al ser admitido en la Marina norteamericana en 1944.


Finalmente en 1944 le concedieron los permisos necesarios para alistarse y lo hizo en la Armada norteamericana. Según una historia publicada en un periódico en la época de su reclutamiento, cuando fue con el oficial del servicio militar y se presentó, el oficial de reclutamiento contestó, en tono claramente jocoso: "Encantado de verle, señor Hitler, mi nombre es Hess". (Fuente: Wikipedia)

Una vez finalizada la segunda guerra mundial, William Hitler se casó y cambió su "complicado de llevar" apellido paterno por el de Stuart-Houston. Vivió (y tuvo hijos) en la localidad de Patchoge, Estados Unidos, en donde murió el 14 de julio de 1987.

William Patrick Hitler en la Marina norteamericana.



martes, 5 de marzo de 2013

Perón y la "materia gris" alemana en Argentina

Juan Domingo Perón.


Hablar sobre Juan Domingo Perón es hablar de uno de los más grandes y emblemáticos políticos/militares de la historia argentina. Su huella y su impronta son, aún hoy en día, innegables e imborrables, con todo lo bueno y todo lo malo que ello conlleva. Perón sabía lo que quería y aunque en la mayoría de los casos sus acciones tuvieron una relativamente buena intención y redundaron en ciertos beneficios para la masa trabajadora, su plan era defonitivamente otro: el poder absoluto. Hacer de la República Argentina una potencia política, económica, tecnológica y militar que emulara (y le hiciera sombra) a las naciones fascistas y nazis de la vieja Europa a las que él mismo tanto admiraba.
Con esa idea en mente el caudillo argentino se propuso rearmar aquel mundo populista, demagogo, industrial y militarista con lo que iba quedando de Alemania (que no era poco) tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Perón "leía" muy bien el mapa geopolítico de entonces, era capaz y lo suficientemente inteligente (desde su óptica y la de sus seguidores) como para hacer que el maltrecho Ave Féniz "alemán" reviviera de entre las cenizas de la Alemania nazi vencida (sólo en los campos de batalla) por los Aliados y así las cosas se propuso firmemente recuperar (para su beneficio y su intento de eternización política y militar) "todo lo bueno" que pudiera aportar Alemania para la Argentina y toda la región...
Las circunstancias obligaron a Perón a acordar con los nazis el "traspaso" de todas aquellas "cosas buenas que pudieran aportar" para el entonces Granero del Mundo (tal como se la llamaba a la Argentina). Perón comunicó secretamente a los nazis que Argentina les declararía (falsamente) la guerra (sobre el mismísimo final de la contienda) y de inmediato, tras esa cortina de humo y millones, se comenzaron a tejer las redes de la nefasta organización Odessa, con la inestimable colaboración y protección de parte de Perón. El líder argentino fue fundamental a la hora de lograr el escape de los nazis de la Europa destruída y brindar protección total e impunidad para ellos en esta nueva tierra que los recibía tan afectuosamente. Todo lo demás es para otra historia, pero lo concreto es lo que pensaba Perón, cosa que se encargó de transmitir y dejar bien en claro...

Ésto decía Perón por aquel entonces:

"Mucho antes que terminara la guerra, nosotros nos habíamos preparado ya para la posguerra. Alemania estaba derrotada, eso lo sabíamos. Y los vencedores se querían aprovechar del enorme esfuerzo tecnológico que había hecho ese país durante más de diez años. Aprovechar la maquinaria no se podía porque estaba destruída. Lo único que se podía aprovechar eran los hombres. A nosotros también nos interesaba eso. Les hicimos saber a los alemanes que les íbamos a declarar la guerra para salvar miles de vidas. Intercambiamos mensajes con ellos a través de Suiza y España. Franco entendió de inmediato nuestra intención y nos ayudó. Los alemanes también estuvieron de acuerdo. Cuando terminó la guerra, esos alemanes útiles nos ayudaron a levantar nuestras fábricas y a mejorar las que ya teníamos. Y de paso, se ayudaron a ellos mismos..."

domingo, 3 de marzo de 2013

Hermine Speier: una mujer laica, investigadora, alemana y judía en el Vaticano

Hermine Speier


Desde hace siglos se insiste (y no sin motivos) con las críticas hacia la Iglesia Católica Apostólica Romana por el rol que históricamente le ha asignado a la mujer. Sin ir más lejos, no son pocos quienes intentan lograr que se abran las puertas de par en par para que las muejres pueden ejercer efectivamente el sacerdocio en los diferentes niveles de la Iglesia. No viene al caso debatir en este espacio sobre la doctrina de la Iglesia y sobre su funcionamiento como una institución que es a la vez de moral, también política. Sea por lo que sea, la Iglesia no ha dado lugar a la mujer durante mucho tiempo y eso incluye también a quienes trabajan (o pretendían hacerlo) en la sede rom,ana de la Iglesia.
Sin embargo hubo una primera vez, aunque tardía, en que hubo lugar para una mujer (como trabajadora) en el Vaticano.  Hubo una primera mujer en ser aceptada para traspasar uno de los portales laterales de la ciudad del Vaticano para poder trabajar paredes adentro en el país más pequeño (y uno de los más poderosos) del mundo. Desde los lejanos días en los que Pedro tomó la posta de Jesús de Nazareth y se convirtió en cabeza terrenal de la Iglesia, debieron pasar tantísimos años, miles de años, para que finalmente Hermine Speier pueda ingresar al Vaticano como la primera empleada mujer en siglos...

Hermine Speier era arqueóloga y su tarea en la Santa Sede fue la de encargarse de ordenar el archivo fotográfico de los Museos Vaticanos. Corría el año 1934 y el Papa Pío XI conducía al rebaño cristiano en tiempos difíciles, llevando la barca por aguas turbulentas. Lo curioso del caso de Hermine Speier es que no era religiosa, condición indispensable para poder trabajar por aquel entonces en la sede de la Iglesia en Roma. Ella era una laica, una investigadora, ubicada hipotéticamente muy lejos de la "sin razón" de la fe. Tampoco era italiana, otra condición que por lo general no se podía evitar si se quería ganar el pan de cada día en el Vaticano. Hermine era alemana, nacida el 28 de Mayo de 1898 en Frankfurt. Pero había algo más... es que Hermine Speier tampoco profesaba la religión Católica Apostólica Romana: Ella era judía.


 Hermine Speier


Durante el Pontificado del Papa Pío XI esta mujer pudo recalar en las oficinas vaticanas siendo no pocas veces objeto de las más comprensible curiosidad de parte de la curia del Vaticano. Laica, investigadora, alemana y judía: todo chocaba de frente contra las costumbres milenarias de la Iglesia y su negación a la apertura y la modernidad. Un buen día hasta el mismísimo Papa Pío XI se sintió intrigado por la presencia de aquella mujer (tan interesante y capaz) en la Santa Sede y así las cosas le preguntó a uno de sus colaboradores más cercanos sobre la religión que profesaba Hermine. Cuando el assistente le respondió que Hermine era judía, el Pontífice dijo: "Una razón más para contratarla..."

Hermine Speier vivió dentro de las paredes del Vaticano desde 1934 y allí atravesó días complicados como los de la Segunda Guerra Mundial bajo las órdenes del controvertido Papa Pío XII. Cumplió sus funciones en la Santa Sede hasta el año 1967 (bajo las órdenes del Papa Paulo VI). A lo largo de los años que pasó trabajando en el Vaticano Hermine se fue acercando paulatinamente a la fe cristina, a la cual finalmente se convirtió. La conversión al catolicismo le valió a Hermine la incomprensión y desaprobación de toda su familia, con la cual rompió lazos definitivamente. Hermine falleció el 12 de Enero de 1989 en la ciudad de Montreaux y su cuerpo se encuentra enterrado en el Campo Santo Teutónico, dentro de los límites del Estado Vaticano, justo al lado de la Basílica de San Pedro.


 Tumba de Hermine Speier en el Vaticano. Museos Vaticanos. Papa Pío XI.


Hoy, mirando hacia atrás, podemos ver que esa mujer fue la primera en ingresar a trabajar al Vaticano, siglos después de la instauración de la Iglesia en esta Tierra. Aquella solitaria y particular presencia fue finalmente la punta de lanza para otras mujeres que a partir de entonces pudieron desarrollar funciones dentrro de los límites del Estado Vaticano. Hermine Speier, laica, investigadora, alemana y judía era poseedora de una personalidad y una capacidad que no le permitían detenerse en prejuicios inútiles y miedos paralizadores. Una pintoresca y valiente pionera de los derechos de la mujer en un ámbito machista, amigo en muchas ocasiones de lo antinatural, de la fe ciega, la sin razón y decididamente hostíl a una vida compartida entre hombres y mujeres.


lunes, 25 de febrero de 2013

Novelesca búsqueda del oro nazi en un lago

Oro nazi.


Heridas que no cierran, cuentas que aún deben ser saldadas y la insistente búsqueda de un pasado que se resiste a quedar atrás. Te invito a leer el muy interesante artículo publicado el Domingo 24 de Febrero de 2013 en el Diario "La Nación" (Argentina), escrito por Laura Lucchini, sobre un nuevo intento en pos de encontrar parte del tesoro nazi mal habido durante la Segunda Guerra Mundial por el infame Hermann Goering, Jefe supremo de la Luftwaffe. El artículo completo a continuación:


Novelesca búsqueda del oro nazi en un lago
Con un costoso equipo, un historiador israelí trata de dar con la fortuna de Hermann Göring
Por Laura Lucchini  | Para LA NACION

BERLÍN.- Esta historia tiene los elementos para una novela.
Está protagonizada por un malvado sin escrúpulos, el lugarteniente de Adolf Hitler y comandante supremo de la Luftwaffe, Hermann Göring. Incluye un tesoro desaparecido, 18 cajas de madera llenas de lingotes de oro y platino, y una circunstancia dramática: la fortuna fue robada en territorios ocupados durante la Segunda Guerra Mundial. Por último, está el personaje de un periodista e historiador decidido a cerrar cuentas con el pasado. Se trata, sin embargo, de los elementos de una noticia real, que se impuso esta semana en las crónicas alemanas. El historiador israelí Yaron Svoray anunció, a través de medios alemanes, que empezará una búsqueda "seria" del mítico tesoro del Stolpsee, un lago ubicado unos 80 kilómetros al norte de Berlín. Aun así, intentos previos fracasados y escasas evidencias históricas ponen en duda su real posibilidad de éxito. Con un equipo internacional de buceadores que cuentan con modernos escáneres submarinos valuados en 50.000 euros, el periodista buscará sacar a la luz, en un lago de unos 13 metros de profundidad, la fortuna que Hermann Göring ocultó, según la leyenda, poco antes de la entrada del Ejército Rojo en Berlín en 1945. Todo lo que encuentre será devuelto al gobierno alemán. "Lo que me interesa no es el dinero, sino los hombres a los que perteneció, y que al final encuentren algo de justicia", dijo al diario sensacionalista Bild.

Lago Stolpsee, a 80 kilómetros norte de Berlín (Alemania).



También le preocupa hacer justicia para los trabajadores forzosos que fueron obligados a cargar las 18 cajas para hundirlas en el lago; inmediatamente después fueron ejecutados en el mismo lugar por parte de las SS, según reza la leyenda. Thomas Kersting, director de la Oficina Regional para el Cuidado de Monumentos, dijo que "se trata de una expedición de interés histórico". La historia del tesoro desaparecido de Stolpsee se inserta en una tradición de narraciones aventureras de los últimos días del régimen nazi. Muchos jefes nazis, y Göring antes que todos, acumularon antes y durante la Segunda Guerra Mundial enormes fortunas. A menudo eran bienes robados en los territorios ocupados. Se sabe que Göring ocultó un botín en su célebre residencia de Carinhall. Según reconstrucciones del periodista e historiador Sven Felix Kellerhoff, escondió allí 1375 cuadros, 250 esculturas y 168 tapices. Otras versiones añaden además centenares de lingotes de oro secuestrados del Banco Nacional Polaco durante la invasión de 1939. Cuando el Ejército Rojo entró en Berlín, Göring dio la orden de vaciar su residencia de los botines de guerra. Buena parte de su fortuna fue recuperada; sin embargo, las circunstancias ofrecieron terreno fértil para todo tipo de leyenda.

Yaron Svoray, de 59 años es hijo de sobrevivientes del Holocausto. Fue policía y detective antes de comenzar a dedicarse a la historia del siglo XX y en particular a la búsqueda de los tesoros de los nazis. Su descubrimiento de diamantes perdidos en los primeros meses de 1945 cerca de Estrasburgo se convirtió en un documental - Blood from a Stone - y le dio cierta fama.

Hermann Goering detenido por los aliados. 22 de Junio de 1945.


Como periodista se dio a conocer por su infiltración durante seis meses en la escena neonazi alemana. Aun así, muchos creen que esta vez Svoray no tendrá éxito. En particular, el diario Die Welt desmontó, en un artículo muy crítico del propio Kellerhoff, la teoría del hundimiento. Argumentó que no hay evidencias de la existencia de las cajas de lingotes y que el lago se encuentra a 40 kilómetros de la residencia de Carinhall, es decir, mucho más lejos de otros lagos que Göring podría haber usado. Según el diario conservador, hay literalmente centenares de historias parecidas en todos los lagos y colinas de la Alemania que fue teatro de la Segunda Guerra Mundial. "De éstas, sólo dos se confirmaron hasta ahora verdaderas": una sería la del tesoro de la Catedral de Quedlinburg, que fue encontrado en las colinas de la ciudad de Altenburg. Otra, la del depósito del Banco del Reich, hallado en la mina de sal de Merkers, en Turingia.


Nota original:
http://www.lanacion.com.ar/1557452-novelesca-busqueda-del-oro-nazi-en-un-lago
Publicado en el Diario "La Nación" en sus versiones impresa y digital. Domingo 24 de Febrero de 2013.

sábado, 23 de febrero de 2013

La tumba de Adolf Hittler

La tumba de Adolf Hittler.


El joven empleado del cementerio judío Filantropía, ubicado en la ciudad de Bucarest, en Rumania, no daba crédito a lo que veían sus incrédulos ojos. Trató de frotárselos para ver si podía remover de sus retinas la imagen, pero no hubo caso. Sobre la fría y enorme lápida podía leerse con absoluta claridad: "Aquí descansan los restos de Adolf Hittler. Fallecido el 26 de octubre de 1892 a la edad de 60 años. Rueguen por su alma”. El hombre dudó por unos instantes y hasta llegó a creer que podría tratarse de una "broma de mal gusto", pero de inmediato cayó en la cuenta de que no se trataba de eso, sino que realmente allí estaba enterrado un tal Adolf Hittler (escrito con doble "t")...
Durante los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial (momento en el cual el trabajador del cementerio se percató de esta tumba) no eran pocos los países dominados por la Alemania nazi en Europa, y Rumania no era precisamente la excepción. El yugo de la barbarie nacionalsocialista caía cruel e insensible sobre la población rumana que debía sufrir los embates del socio criminal local de Hitler, el Mariscal Ion Antonescu. Así las cosas 300.000 rumanos murieron por el solo hecho profesar la religión judía...  
Si la falta de tolerancia era uno de los sellos indelebles del régimen rumano vasallo del nazismo, la acción desenfrenada, totalitaria, violenta y desmedida era otra de sus caracetrísticas, por lo cual "algo había que hacer" con esa tumba tan "ofensiva", no fuera cosa que algún "buchón" de los nazis hiciera llegar la noticia hasta los mismísimos oídos del Führer o sus allegados y todos quienes se ganaban el pan de cada día en el cementerio judío terminaran pasados por cuchillo...
Adolf Hitler, el que no estaba allí enterrado, podía tomarlo a mal.

La "solución" que encontraron las autoridades del campo santo y quienes cuidaban aquel cementerio judío en medio de la línea de fuego fue la de dañar lo suficiente la lápida como para que ya no se pudiera leer el nombre de aquel hombre casi desconocido que había tenido el "triste honor" de compartir nombre y apellido con uno de los personajes más repulsivos, sanguinarios y crueles de la historia de la humanidad. La lápida fue prácticamente destruída y para cuando el final de la guerra dio algo de respiro a la población rumana, ya casi nadie se acordaba de la infausta tumba con "aquel otro" Adolf Hittler enterrado.

Detalle de la tumba de Adolf Hitler, fabricante de sombreros judío rumano...


Pero... ¿quién era aquel deconocido Adolf Hittler?
El pobre hombre que se encuentra enterrado en la tumba del cementerio judío Filantropía de Bucarest era en realidad un fabricante de sombreros, un judío rumano que tenía su taller y un pequeño negocio de venta de sombreros ubicado sobre la calle Real de la ciudad rumana de Bucarest. Unos datos más nos permiten dar algo más de luz sobre su nombre y apellido: a finales del siglo XIX el nombre Adolf (de clara consonancia germana) era muy común y muy difundido entre los judíos y también era muy común que los apellidos se relacionaran directamente con la profesión que ejercían. En el caso del "otro" Adolf Hilter, el enterrado en Bucarest, se cree que su apellido real era Hütler, que en realidad significa en alemán "fabricante de sombreros". Lo más probable es que el artesano que se encargó del tallado de la lápida haya cometido un error y finalmente en la piedra haya dejado registrado el célebre apellido Hittler.

Los años pasaron y finalmente el caso fue descubierto casi por casualidad por Marius Mircu, un cronista de la comunidad judía rumana, quien se interesó particularmente por la tumba cuando preparaba su libro "Filantropía: un cementerio lleno de vida". Mircu investigó y logró recopilar casi todos los datos que se conocen sobre aquel fabricante de sombreros enterrado en Bucarest, pero la historia no terminaría allí.
La dictadura comunista en Rumania mantuvo la tumba destruída con la lápida dañada para que no se lea el nombre de Adolf Hittler, pero en 1987 (dos años antes de que el dictador rumano Nicolae Ceausescu fuera derrocado) finalmente la dañada tumba fue reconstruída respondiendo a la iniciativa el Rabino Moses Rozen. El ingeniero judío a cargo de la justiciera reconstrucción de la lápida fue Iosif Cotnareanu, quien pudo darle forma a su trabajo respetando el epitafio original, al cual tuvo acceso a través de viejas fotografías como las aparecidas en algunos periódicos locales. La nueva lápida, sin embargo, no tiene el mismo diseño que la original y fue concebida siguiendo los cánones de los años '80.

Artículo periodístico en diario ruamno con la tumba origianl de Adol Hitler.


Finalmente se había hecho justicia con aquel trabajador judío que no tenía culpa alguna por llevar aquel nefasto nombre. Hoy en día ya nadie lleva flores a su tumba y las únicas personas que se acercan lo hacen por la tremenda curiosidad que genera ver en una lápida el nombre de Adolf Hittler. El sombrerero judío seguramente descansa en paz... el otro, el sanguinario y tirano dictador alemán del Tercer Reich, posiblemente no...


miércoles, 20 de febrero de 2013

El Proyecto A119: una bomba atómica contra la Luna

El Proyecto A119.


Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrascaron en una nueva guerra, tal vez la verdadera Tercera Guerra Mundial, conocida como la "Guerra Fría". Los campos de batalla, los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, las armas sofisticadas en acción, dieron paso a una guerra sigilosa, estática, de miradas desconfiadas y de reojo entre los dueños de un mundo claramente bipolar compensado por las fuerzas del capitalismo y el comunismo por partes iguales.
La puja por el poder y la supremacía a nivel global llegó lejos, muy lejos y nunca han faltado, a lo largo de tantos años de guerra silenciosa, momentos de altísima tensión entre las potencias dominantes incluso con ribetes difíciles de aceptar y comprender.
Y tan lejos ha llegado la locura de la Tercera Guerra Mundial Guerra Fría que los Estados Unidos planeron llevarla, ni más ni menos que, a la Luna...
En el año 1958 las carreras aeroespaciales norteamericana y soviética estaban en plena ebullición. Los proyectos grandilocuentes y (a veces) disparatados eran moneda corriente entre los técnicos, científicos y especialistas de las respectivas agencias espaciales y así las cosas fue precisamente Estados Unidos quien tomó la iniciativa para concretar un plan destinado a exhibir de manera irresponsable y obsena su poderío no sólo ante la potencia mundial rival (la U.R.S.S.) sino ante el mundo entero.

Dr. Leonard Reiffel


Se lo conoció entre un reducido círculo de "privilegiados" como el Proyecto A119 y fue desarrollado desde 1958 por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de América. La idea era la de hacer detonar una bomba atómica en la superficie lunar...
El líder del proyecto fue el Dr. Leonard Reiffel, un físico que llevó adelante su trabajo desde una fundación investigadora que recibía fondos directamente del Ejército de los Estados Unidos. Pero Reiffel no estaba solo en esa tarea tan particular. Entre los más destacados de su equipo de colaboradores había un genio, un tipo que sobresalía por sobre el resto, quien finalmente se encargó de una parte muy importante del Proyecto A119: ese joven era un tal Carl Sagan y su tarea era la de investigar los efectos de una explosión nuclear en un sitio (como la Luna) con bajo nivel de fuerza de gravedad, como así también los efectos ulteriores que provocaría eso en la Tierra...

Carl Sagan en 1959.


Carl Sagan estuvo prácticamente un año encargándose de la infausta tarea junto a Reiffel, hasta que en 1959 reveló inesperadamente su participación en el nefasto Proyecto A119, justo en el preciso momento en que el gobierno de Estados Unidos, envalentonado por los avances de su carrera espacial, decidía dejar de lado la idea. La explosión de una bomba atómica en la superficie de la Luna sería inicialmente un golpe propagandístico y una desmesurada demostración de poder digna de un país como Estados Unidos (celoso y preocupado por los avances rusos en materia aeroespacial). La U.R.S.S. finalmente podría darse cuenta que no se enfrentaba precisamente a un "bebé de pecho" en materia de armamento y poderío y el resto de las naciones del planeta confirmarían sus sospechas de estar entre dos fuegos letales y altamente destructivos encarnados por las potencias opuestas y dominantes dispuestas a cualquier cosa...

Para poner blanco sobre negro y hablar claramente sobre el Proyecto A119 tal vez la siguiente explicación grafique lo dantesco y terrorífico que hubiese sido todo aquello: la idea principal consistía en hacer detonar en plenilunio (Luna llena) una bomba atómica, similar en poderío a la arrojada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima al final de la Segunda Guerra Mundial, sobre la superficie lunar. De este modo el Sol iluminaría no sólo la cara visible del satélite natural de la Tierra sino que además dejaría ver (incluso desde nuestro planeta) el impresionante hongo nuclear, creando una sensación de miedo y terror a propios y a extraños nunca antes vista ni experimentada...

Sin embargo, resultaba mucho más aceptable la idea de ver a un hombre (norteamericano) pisar la superficie lunar antes que hacerla estallar en mil pedazos y así sucedió finalmente, decretándose de ese modo la muerte de un proyecto infernal...

Carátula de documento desclasificado sobre el Proyecto A119: el escudo con un hongo nuclear lo dice todo...

Bomba atómica.


Debieron pasar 45 largos años para que el gobierno norteamericano se dignara a desclasificar los archivos referentes al siniestro Proyecto A119, pese a lo cual (y a pesar de las incontables evidencias) se empeñó en negar su directa participación en semejante locura belicista. George W. Bush hizo lo de siempre, mostrar y no mostrar... "Now you see, now you don't...", desligando corporativamente al gobierno de su país de cualquier responsabilidad. Nadie esperaba otra cosa...


domingo, 17 de febrero de 2013

Un fabricante de buques de guerra presidirá el banco del Vaticano (Diario Clarín)


En la sección "Mundo" del Diario Clarín (Argentina) ha sido publicada el sábado 16 de Febrero de 2013 una muy interesante nota escrita por Julio Algañaraz sobre una de las "últimas grandes decisiones" tomadas por el Papa Benedicto XVI antes de su escandaloso retiro. Es una mirada aguda sobre la polémica designación de Ernst von Frey como presidente del Instituto para las Obras de Religión (Instituto per le Opere di Religione, I.O.R.), más conocido como el "Banco del Vaticano". Una inobjetable "Historia Lado B" de nuestros días, que ahora ha quedado al descubierto...

Un fabricante de buques de guerra presidirá el banco del Vaticano
POR JULIO ALGAÑARAZ 
Es un banquero alemán. Ayer se supo que lidera un grupo con astilleros militares. Dicen que dejaría ese negocio.

El Papa Benedicto XVI en una de sus últimas "grandes decisiones" y Ernst von Frey.


La lucha interna en el Vaticano apuró ayer sin esperar la elección del nuevo Papa –pero “con el pleno consentimiento del Santo Padre”– el nombramiento del abogado de negocios alemán Ernst von Frey como presidente del IOR, el banco del Vaticano, conocido como “la corona de espinas del Papa” por los escándalos que han jalonado su historia. Pero el último acto importante del pontificado de Benedicto XVI podría llevar a una desastrosa metida de pata porque se descubrió que Von Frey preside un grupo que incluye los astilleros Blohm Voss, constructores de guerra para la Marina alemana.

La noticia llevó a otro descubrimiento: los astilleros Blohm Voss de Hamburgo fueron los que construyeron la nave de guerra más legendaria de la Segunda Guerra, orgullo de la marina nazi, el crucero de batalla Bismarck. La nave a la que sólo se comparaba el crucero japonés Yamato fue hundida tras una terrible batalla con los barcos de la flota británica en el Océano Atlántico, el 27 de mayo de 1941.

El vocero papal, Federico Lombardi, defendió la designación de Von Frey, elegido por una empresa de colocación tras 7 meses. Lombardi enfatizó que fue seleccionado en forma “meticulosa y articulada” entre 40 candidatos.

Nombrado por la comisión de cardenales del Instituto para las Obras de Religión, el Papa “expresó su pleno consentimiento”, dijo el portavoz. Uno de los cardenales de la comisión es el arzobispo de San Pablo, Odilio Scherer, sugerido como candidato a Papa por la Conferencia Episcopal brasileña.

Un portavoz de los astilleros Blohm Voss dijo que la unidad que preside von Frey se dedica a construir barcos civiles y que, “cuando concluya la construcción de las cuatro fragatas para la Marina alemana”, la empresa se concentrará en la “construcción civil de yates, reparación de transatlánticos y realización de equipo marítimo para la industria petrolera y del gas”. El Vaticano destacó la militancia católica de Von Frey, miembro de la Soberana Orden Militar de Malta, una antigua orden de caballeros de la nobleza europea que protegían a los peregrinos a Jerusalén.

El nombramiento llegó ayer tras un duro forcejeo del Secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, con su predecesor, el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio de Cardenales. Ambos son considerados los líderes de los grupos más enfrentados entre sí en las luchas intestinas en el Vaticano.

Algunos medios anunciaron hace dos días que el elegido era un financista belga, pero el padre Lombardi desmintió la noticia y tras cartón se anunció que el designado es Von Frey.

El cargo estuvo vacío durante ocho meses tras la destitución por incompetencia del conocido banquero italiano Ettore Gotti Tedeschi, miembro del Opus Dei, que antes de llegar al IOR fue durante muchos años presidente del español Banco de Santander.

El IOR, fundado por el Papa Pío XII en 1942, tiene un patrimonio de unos 5.000 millones de euros distribuido en 34 mil cuentas corrientes.

Unas 2.700 congregaciones religiosas, los “ministerios” e instituciones de la Santa Sede y miles de obispos, sacerdotes, monjas y religiosos, mas dos mil diplomáticos, figuran entre los clientes.

La decapitación de Gotti Tedeschi fue la culminación de una oleada de escándalos por las investigaciones que ha sufrido el IOR acusado de violar las leyes italianas de reciclado de dinero.

El peor escándalo del pontificado de 26 años del Papa Juan Pablo II estalló a raíz de las relaciones financieras “non sanctas” entre el Banco Ambrosiano de Roberto Calvi, asesinado por la mafia bajo un puente de Londres, en junio de 1982, y el IOR, controlado por el arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, que consiguió mucho dinero para financiar al Papa que movilizó a los grupos católicos polacos y del Este europeo contra los regímenes comunistas. Como se sabe, el papal Karol Wojtyla se destacó como uno de los grandes protagonistas del derrumbe del comunismo europeo, la caída del muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética.

Pero las maniobras financieras de Marcinkus y Calvi llevaron a la quiebra al Banco Ambrosiano, que abrió un agujero financiero de 1.400 millones de dólares arruinando a los ahorristas del primer banco católico italiano.

La Santa Sede debió pagar 250 millones de dólares “espontáneamente” para arreglar con bancos europeos y norteamericanos un “modus vivendi” que evitó procesos que eran desastrosos para la imagen de la Iglesia.


Publicado en Diario Clarín en sus versiones impresa y digital el sábado 16 de Febrero de 2013.
Nota original: 
http://www.clarin.com/mundo/fabricante-buques-guerra-presidira-Vaticano_0_866913447.html