Curioso y muy particular el mundo en que vivimos.
Si hay un sitio de alta tensión en este planeta, ese debe ser la explosiva frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur, pese a lo cual, semejantes enemigos mortales están divididos por una delgadísima línea de cemento.
De un lado los del norte, del otro los del sur, tan cerca y tan lejos a la vez.
Los del norte (enemigos de los colonialistas Estados Unidos y Corea del Sur) le dan la espalda a la "Corea enemiga", también para ver si a alguien se le ocurre la poco recomendable idea de traspasar la frontera y escapar.
Por su lado, los del sur ("acompañados" por soldados norteamericanos omnipresentes) siempre miran al norte para divisar, llegado el caso, si es que algún "rojo" se atreve a avanzar hacia el sur.
Una verdadera curiosidad, digna de otros tiempos, lejos de la tecnología, satélites espía, radares sensibles y certeros misiles a distancia.
Ahí nomás, uno frente al otro, no se quitan la mirada de encima, en un ritual guerrero sin igual.