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lunes, 5 de marzo de 2012

Residencia Inalco: la casa de Hitler en Argentina

Inalco en la actualidad (en la foto, cubierta por las cenizas del volcán Peyehue).

Si la historia oficial dice que Adolf Hitler se suicidó en el bunker subterráneo de la Cancillería del Tercer Reich en Berlín en abril de 1945, el labo B de esa misma historia dice todo lo contrario. No hubo suicidio de Hitler. Hubo un escape, una huída perfectamente organizada y planeada de antemano, con mucho tiempo (años tal vez) de anticipación y ejecutada no sólo con absoluta tranquilidad, sino además enmarcada en un operativo en el que no sólo estuvieron involucrados muchos de los jerarcas nazis, sino también naciones "enemigas" como Estados Unidos e Inglaterra, sólo por nombrar a algunas. Mientras los rusos descubrían "el cadaver del Hitler que murió en Berlín", el verdadero Hitler se dirigía primero hacia Linz, ciudad en la que sugestivamente estuvo unos cuatro días, y luego a España, desde donde al amparo del sistema implantado por Franco obtuvo la suficiente protección para viajar en un convoy de submarinos hacia el Atlántico Sur, más precisamente hacia la Patagonia argentina. También ha cobrado fuerza la versión que indica un viaje hacia Sudamérica desde Noruega.

Inalco.

La leyenda popular dice que los submarinos llegaron hasta la Caleta de los Loros, provincia de Río Negro, y desde allí la comitiva alemana se dirigió de este a oeste atravesando la Argentina hasta llegar a la zona de Bariloche (sobre la cordillera de los Andes en el oeste argentino). Hitler, acompañado por un séquito numeroso también integrado por su esposa Eva Braun, llegó hasta la localidad de Villa La Angostura y tras un paso por la estancia San Ramón, se instaló de manera secreta en la residencia Inalco (fotos), una asombrosa propiedad que el arquitecto Alejandro Bustillo había terminado de construír en 1943 (Bustillo es conocido por haber construído inmuebles para la colonia alemana en la zona desde hacía años).

El lote de la casa había sido adquirido en 1943 por un famoso lobbista fuertemente ligado a capitales alemanes en la Argentina, llamado Enrique García Merou. Merou un poco más tarde tendría un interesante acercamiento a Juan Domingo Perón y de inmediato se supo que en realidad quien controlaba la residencia no era otro más que Jorge Antonio, casualmente confidente y financista del líder argentino.
Antonio mantuvo Inalco hasta iniciados los '70, momento en el cual la casa habría pasado supuestamente a manos del banquero José Rafael Trozzo. Hubo una época de abandono y saqueos luego, para ser recuperada un tiempo más tarde.

Planos originales de Inalco.


Inalco aún sigue en pie. Intacta. Haciendo frente a quienes desean verla en el presente y soportando la sombra negra de sus habitantes del pasado. Hitler habitó esa enorme casa (que dicho sea de paso mantenía inequívocas similitudes en su estructura y distribución con el Nido del Aguila de Hitler en en el Berghof de Alemania) desde 1945 hasta por lo menos mediados o finales de los años '70 y no son pocos los testimonios que así lo aseguran. La permanencia de Hitler en esta propiedad se alternaba con viajes a Chile y con visitas a otras zonas de Argentina, como por ejemplo Mar del Plata (ciudad balnearea en donde se entrevistó al menos en dos oportunidades con Ante Pavelic, lider de la Croacia nazi) y Córdoba. Hitler iba por la vida con un aspecto diferente al que todos conocían. Cabeza rapada, su pequeño bigote había desaparecido y dejaba ver una importante cicatríz sobre el labio superior pero casi todo esa no era necesario ante la enorme protección que Inalco proveía por entonces. Incluso es complicado llegar hoy en día, por lo que la teoría del escondite perfecto para Hitler en la Patagonia, cobra fuerza a cada instante.

Camino hacia Inalco desde la playa privada y vista frontal de la casa desde el Lago Nahuel Huapi.

Inalco está ubicada en Villa La Angostura, en un impresionante predio de 460 hectáreas, al borde el Lago Nahuel Huapi a escasos 7 kilómetros de la ciudad de Bariloche en la provincia de Río Negro, Argentina. Su acceso no es nada sencillo y está amparada por un frondoso bosque a sus espaldas, cosa que complica más la llegada al lugar, que se hace a través de un único y sinuoso sendero. La propiedad cuenta con una gran extensión de playa propia y se sabe que en los días de esplendor había incluso un muelle con amarradero apto para hidroaviones.


Inalco sigue allí. Mudo testigo de una historia que no muchos pueden confirmar con absoluta seguridad, pero que no tantos otros pueden negar. Aunque no son pocos los que creen que Hitler se suicidó en Berlín en 1945, su fantasma sigue dando vueltas por Inalco. Muchos aseguran haberlo visto por allí (y no sólo al fantasma...).