Cafrune falleció al día siguiente, un 1º de febrero de 1978 y con él se iba, de alguna manera, la esperanza. Esa era la palabra fatal: esperanza. Es que Cafrune había tenido la osadía de ser intérprete de la famosa "Zamba de mi esperanza" y a pesar de las "recomendaciones" que le llegaban en esa época (1978, plena dictadura militar en Argentina) nunca había hecho caso y seguía "ofendiendo" con sus palabras que a muchos les resultaban hirientes... Esperanza... ¿cómo se atrevía a hablar de esperanza en esa época?
Alguna vez, desde las altas esferas de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), alguien habría dicho que Cafrune era más peligroso con la guitarra que un ejército entero con armas en sus manos... Esa era la palabra fatal.... esperanza. Una conjunción irreverente de letras que para algunos eran equiparables a las armas que ellos mismos empleaban a mansalva y con total impunidad.
La supuesta "sentencia de muerte" de Cafrune, sin embargo, habría sido firmada por el cantor un tiempo antes. Subió a la anterior edición del festival folclórico de Cosquín y empuño su guitarra para entonar una canción que no muchos en el poder querían escuchar en aquellos días de persecución y encarcelamiento injustificado en muchas oportunidades. Se trataba de la canción "Luna cautiva". Dice la leyenda que alguien, una noche en el centro clandestino de detención denominado "La Perla", en Buenos Aires, dictaminó que el hecho de cantar esa canción a pesar de la prohibición, habría significado que el cantor debía ser eliminado.
De todos modos, siempre se habló de la muerte de Cafrune como un simple accidente carretero...
Los años pasaron, la muerte de Cafrune ya no ocupa titulares en los periódicos, tampoco sale en los programas de televisión, pero el relinche de su caballo en medio de la noche y el silencio eterno de su voz y su guitarra retumban pidiendo verdad. Sólamente la verdad.