Afiche original de Fanta. Alemania, 1941.
Si las increíbles relaciones entre empresas norteamericanas y el régimen implantado por Hitler en Alemania desde 1933 siempre han llamado la atención, lo sucedido con la "norteamericanísima" Coca Cola no se queda atrás. La bebida cola por excelencia era un éxito total de ventas en la Alemania nacional socialista de entonces y para el año 1939 se vendían 4 millones y medio de botellas al año. Las ventas iban en aumento, los alemanes contentos, enfrascados en la propaganda nazi y tomando sorbos de la refrescante bebida hasta que en 1941, los Estados Unidos "se vieron forzados" a ingresar a la guerra.
De allí en más, lo previsible: el bloqueo de Estados Unidos a Alemania impidió el ingreso de los insumos e ingredientes necesarios para producir Coca Cola y Hermann Goering se quedó con las ganas de apropiarse de la fórmula secreta 7X, para producir masivamente la bebida en Alemania.
Algo había que hacer y como a lo largo de la historia ha sucedido, si bien en los campos de batalla el odio entre norteamericanos y alemanes era insuperable, en las oficinas y a la hora de hacer negocios, todo se olvidaba.
Max Keith, jefe de Coca Cola Gmbh (la filial alemana) se puso manos a la obra y llevó adelante la nada sencilla tarea de combinar diferentes ingredientes accesibles en la Alemania bloqueda comercialmente para dar vida a una nueva bebida, bien alemana. Un mix que combinaba sidra, queso y azúcar inicialmente dio origen a una bebida a la que había que dar nombre para ser lanzada al mercado interno alemán. Keith les propuso a sus empleados que piensen en eso y que dejen volar toda su imaginación y fantasía. De ese modo, y tras ganar en esa empresa la "fantasía" se optó por el nombre de Fanta (derivado de "Fantasie" o "Fantasía" en alemán).
No anduvo nada mal la cosa (por supuesto luego aprovechada sobre manera por la casa matríz de Coca Cola en los Estados Unidos) y para 1943, apenas dos años despúes de su lanzamiento, se vendían 3 millones de botellas al año en toda Alemania. El buen gusto volvía a estar en boca de todos los alemanes de entonces... ese buen gusto que habían dejado de lado en tantas otras áreas...
Para cambiar ese sabor en la boca, vale recordar la llegada de "prisioneros" alemanes a la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, en 1945. Los alemanes trasladados a la tierra de la Libertad (tal vez en calidad de "expertos" y materia gris necesaria para seguir incrementando su "grandeza") se sorprendieron al ver enormes afiches de Coca Cola en la ciudad... Siempre habían creído que Coca Cola y Fanta eran en realidad alemanas...
La vida te da sorpresas. En un sentido o en otro, a todos por igual.