Hablar sobre el odio de Hitler y de todo los nazis contra los judíos es algo obvio y ciertamente lamentable, pero lo que no es obvio es pensar que alguna vez Hitler pudiera haber tenido ciertos miramientos hacia alguien que profesara esa religión. De hecho los tuvo (muy a su manera, claro) y este caso no ha sido el primero ni el único. Allí están los ejemplos de Klaus Haushofer, el cerebro de la geopolítica y de las ideas base del nazismo, quien era según la idealogía nacional socialista "medio judío" y quien pudo manetener durante mucho tiempo buena relación con el tirano alemán y también el caso del médico personal de la madre de Hitler. En ambos casos, la "convivencia" con Hitler fue posible durante un tiempo a pesar de las radicales y extremas ideas del Führer alemán, por todos tristemente conocidas.
El caso de Ernst Hess es algo diferente al de los otros nombrados. Cuando Hitler llegó al poder recordó de inmediato a aquel compañero (y posteriormente jefe de su compañía) que durante los días de la Primera Guerra Mundial supo ser su fiel ladero y buena amistad. Hess era tal vez uno de los pocos que lograban comunicarse real y verdaderamente con el futuro dictador de Alemania. No eran muchos los que podían decir con certeza que conocían al Hitler de aquellos días. Ernst Hess, sí que podía asegurarlo.
Una vez encumbrado Hitler se encargó personalmente en 1940 de hacerle saber al nefasto jefe de las SS, Heinrich Himmler, sus deseos de que "dejaran tranquilo" a Ernst Hess, para el que pedía miramientos y trato especial de parte de los jerarcas que llevaban adelante la terrible política anti judía del régimen. Todo se resumió en una carta (ver una de las fotos) que ha sido descubierta recientemente en la cual, con pedido de Himmler incluído, se dejaban en claro los "deseos" de Hitler de proteger a su viejo conocido Hess.
A Hess se le reconocía por entonces como judío con cuatro abuelos judíos, motivo más que suficiente de acuerdo a la nefasta ideología nazi para eliminarlo, pero sin embargo Hitler se encargó de solicitar "benevolencia " y el derecho a gozar de un trato especial en los turbulentos días que vivían...
Pero finalmente la historia no resultó tan distinta. La protección del bestial Hitler duró poco, tan sólo entre agosto y la primavera de 1941, para que después de eso Ernst Hess culmine tristemente internado en el campo de concentración de Milbertshofen, ubicado en las cercanías de Munich. Nunca se supo de él y tampoco nunca se supo el por qué del repentino cambio de idea de Hitler (tal vez explicárselo, sería entenderlo. Mejor seguir sin comprender la mente de este tremendo tirano). De un burro sólo se puede esperar una patada...
La carta con solicitud de trato especial para Hess fue encontrada por la historiadora alemana Susanne Mauss, mientras preparaba una exposición llamada "Abogados sin derecho" referida precisamente a los problemas de los abogados de origen judío en el distrito de Dusseldorf.