domingo, 5 de agosto de 2012

Los peligros del actual orden mundial y lo que viene

Armas de destrucción masiva.


Con el final de la ya lejana Segunda Guerra Mundial el mundo entero comenzó a asistir a un nuevo orden mundial, bajo el "ala protectora" de los aliados vencedores y con el comienzo de una etapa que duraría muchos años, conocida como la "Guerra fría". Esa situación dejó al mundo postrado ante el "equilibrio del terror" que no era otra cosa más que el empate técnico de fuerzas entre las dos potencias mundiales que de un lado y otro del mundo hacían ostentación de su impresionante poderío militar, incluídos los armamentos nucleares. Ese equilibrio, si bien mantuvo en vilo a la humanidad entera, con atisbos de guerra y enfrentamientos inminentes en más de una oportunidad (recordar la crisis de los misiles en Cuba en los '60), permitió que prosperara de alguna manera la política de la disuación y contención entre los enemigos, léase Estados Unidos y la Unión Soviética. Esa fue la política de las super potencias durante décadas de incertidumbre mundial, con el temor constante de ataques nucleares y una muy posible tercera guerra mundial.  Con el tiempo, los hechos (que no son tan lentos y progresivos como parece) derivaron en un fortalecimiento de la política exterior norteamericana como válida (para ellos) forma de presión a los soviéticos, con el fin de "convencerlos" de la superioridad de Estados Unidos. La Guerra Fría llegaba a su fin en 1989 tras aquel histórico discurso de Ronald Reagan frente al muro de Berlín cerca de la Puerta de Brandemburgo. En aquella jornada Reagan lanzó su frase a Mijail Gorbachov: "Tire esa pared abajo..." le dijo el exvaquero al emblemático líder comunista arrepentido. Y la pared cayó... y el mundo entero aplaudió el comienzo flagrante y formal del nuevo orden mundial.
Es que no muchos se percataron que más allá de los aires libertarios y de respeto por las libertades individuales, lo que en realidad se estaba aplaudiendo era el peligroso nacimiento de un monstruo llamado "Mundo unipolar". Nacía de esa manera y a la vista de todos,sin ser visto, un mundo desequilibrado y en manos, pura y exclusivamente, de una única potencia mundial imperialista y marcadamente dominante: Estados Unidos.

Ronald Reagan: "Señor Gorbachov, tire esta pared abajo..."


Desde aquel histórico 1989 en adelante, lo previsible: un endurecimiento de la política exterior norteamericana y la reafirmación (de su parte) de la creencia de que las acciones intervencionistas de Estados Unidos, no sólo que eran más que justificadas sino que además estaban cargadas de un fuerte contenido moral. Nacía fuera de todas las dudas la "supremacía benevolente" que los norteamericanos pretendían que el resto del mundo entendiera (también a la fuerza). Estados Unidos limpió su camino de enemigos y emprendió una tarea diaria, sin escrúpulos, en pos de dominar mucho más aún. Sus incipientes discursos defendiendo las democracias (tras haber apoyado sistemáticamente a las dictaduras, incluídas las latinoamericanas) y buscando la defensa denodada de la libertad mundial, siguieron con su doble juego de decir una cosa y hacer otra y llegaron hechos como las luchas en Afganistán, por ejemplo.
Tras el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos necesitaba imperiosamente un nuevo enemigo y no se conformaba con su rol (autoimpuesto) de rector mundial, de modo tal que para cuando los hechos derivaron en la Operación "Tormenta del Desierto" con su ataque al Iraq invasor de Kuwait, las cosas empezaron a tomar otro caríz...

Masacre contra civiles.


George Bush (padre) anunció muy suelto de cuerpo en 1993 que "un nuevo orden mundial había comenzado" y en nada estaba mintiendo. Los planes libertarios norteamericanos para sacar del poder a Saddam Hussein quedaron en la nada y así fue que el tirano mesopotámico siguió aferrado a su sillón mientras los norteamericanos ya se habían encargado de dar los primeros pasos para crear ese nuevo enemigo que tanto deseaban y necesitaban. Ese nuevo orden mundial se transformó definitvamente en "desorden mundial" el 11 de septiembre de 2001 con el tremendo ataque a las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, en pleno corazón de los negocios norteamericanos... Sobre las responsabilidades de los atentados y sobre las historias y las tramas secretas (por no decir conspiraciones internas), ya se ha hablado demasiado, pero lo concreto es que George W. Bush decidió "culminar" lo empezado por su padre y creyó que lo que tenía ante sí era lo mejor para convalidar una presidencia signada por el fraude en complicidad con la corte suprema de Estados Unidos. Es cierto que los norteamericanos creen (efectivamente lo creen) que un presidente en guerra sube de inmediato su imagen y eso, a Bush, no se le escapó. Los métodos para lograr sus objetivos expansionistas fueron algo inusuales hasta entonces. George W. Bush, fiel a su ideología neoconservadora extrema, le dejó claro al mundo que en la lucha contra el terrorismo (el nuevo enemigo creado) o se estaba con ellos (los norteamericanos) o se estaba en contra. Ahí sí, aquel 11S fatal, acababa de nacer el "nuevo orden mundial" al que asistimos hoy en día. La palabra "musulmán" pasó a ser considerada un estigma que unificaba bajo la sospecha de ser terrorista a unas 100 millones de personas en este planeta. Era el nacimento de un nuevo choque de civilizaciones, una nueva cruzada de los fieles contra los infieles, una lucha contra el "Eje del mal", tal como describió Bush a los países "terroristas" (que los hay, por supuesto) y a los "Estados Canallas" (aquellos que se prestaban al "juego" del terrorismo internacional y les facilitaban armas de destrucción masiva. Era el fin de muchas cosas: el fin de la unipolaridad mundial (ostentada por Estados Unidos hasta entonces), el fin del apego a los organismos internacionales y finalmente el fin de la diplomacia.

¿Qué había de diferente entre esta bipolaridad mundial y la anterior? Durante la Guerra Fría, el equilibrio entre Estados Unidos y la Unión Soviética se basaba principalmente en el instinto de preservación de los dos bandos. La intimidación "blanda" de exhibir sus armas nucleares apuntándose los unos a los otros, hacía que se supiera que cualquiera de los dos bandos podía sucumbir y, en definitiva, desaparecer. Pero el "nuevo" orden mundial tras el 11S aportaba unos cuantos elementos mucho más inquietantes para todos: En primer lugar el enemigo elegido ya no era reconocible con facilidad. Al Qaeda, la red terrorista encabezada por el exsocio de Estados Unidos, Bin Laden, no sólo era una facción extrema y radical, sino que además era ya una filosofía, un modo de pensar, casi una religión, con lo cual el enemigo no estaba circunscripto a un territorio o bajo una bandera identificable, sino que podía estar en cualquier lado. En segundo (y no menos importante) lugar, esos "Estados Canallas" (Irán, Pakistán, Corea del Norte, China, etc.) podían proveer a los grupos terroristas de armas nucleares o de otro tipo de armas de destrucción masiva, por lo cual a partir de entonces el "bando más débil" podía contar con armamento igual al de los Estados Unidos y sus aliados. Finalmente, un punto en el que no hay que dejar de prestar atención: el hecho de que para "el terrorismo internacional" morir por la causa es sinónimo de victoria absoluta, por lo que la bipolaridad se daba entre enemigos de los cuales uno (por lo menos) no tenía miedo de morir o simplemente desaparecer...

Armas en poder de un enemigo casi invisible.


Bush sacó a relucir su mejor expresión neoconservadora y dejó las cosas en claro: Ante la negativa del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que se produzcan ataques sobre Afganistan e Iraq, el presidente norteamericano hizo oídos sordos y se embarcó en la campaña bélica más desordenada y complicada en la que se hayan metido los norteamericanos. Bush se valió de las naciones "dispuestas" a ayudarlo (España, Polonia e Italia) ante la negativa inicial de sus aliados históricos para hacerlo. Estados Unidos invadió Afganistan y luego Iraq, creyendo en este último caso, que la guerra sería concreta, certera y sobre todo corta. Nada de eso sucedió. Bush cometió el peor error estratégico de su historia y no tuvo en cuenta que la guerra se extendería ya que muchos iraquíes no querían ese cambio de sistema de gobierno "a la fuerza" que les proponían y así las cosas los insurgentes comenzaron a aparecer a cada paso que se daba...

Al día de hoy, Estados Unidos ha conseguido en parte lo que deseaba: se ha quitado del medio a su gran enemigo, la U.R.S.S., ha quedado al mando de un mundo que estuvo desequilibrado durante largo tiempo, se ha generado un nuevo enemigo (el terrorismo internacional) y ha logrado que la nueva paridad de fuerzas (Grupos terroristas que pueden llegar a ostentar el mismo nivel de armamento que la gran potencia mundial) motive una nueva política expansionista rabiosa y radical con la que ya no se hace necesaria la diplomacia (de hecho ¿con quién se va a negociar si el nuevo enemigo no es fácilmente identificable?). Conclusión: asistimos nuevamente a un mundo "bipolar" (Estados Unidos vs. grupos terroristas / estados canallas), equilibrado en capacidad de armamentos, pero totalmente desequilibrado a la hora de tener en cuenta el valor y el sentido que se le da a la vida y la supervivencia de un lado y otro del "campo de batalla".

Tras todo ésto, la historia de siempre: una gran crisis económica y financiera a nivel mundial, las grandes potencias endeudadas a límites insospechados, ajustes, aprietes, desempleo generalizado, descrédito por los organismos internacionales (Estados Unidos lo practica desde hace décadas...), ausencia de la necesidad de las negociaciones diplomáticas y el caldo de cultivo perfecto para "barajar y dar de nuevo"... o lo que es igual, el muy posible inicio de una nueva conflagración mundial en poco tiempo más. Con un ingrediente alarmante: uno de los bandos considera la "desaparición física" como el equivalente de victoria...

Marcelo García
"Historias Lado B"

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