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domingo, 10 de junio de 2018

Juan José Valle: el ícono de la "resistencia peronista" al que poco le importaba Perón...

 General Juan José Valle, el ícono de la Resistencia Peronista al que poco le importaba Perón...


Cuando todavía se escuchaba el eco de los feroces bombaredos a la Plaza de Mayo del 16 de Junio de 1955, cuando aún no se había terminado de secar la sangre derramada entre argentinos durante aquella fatídica jornada que dejó un luctuoso saldo de unos 200 muertos, cuando aún se levantaban los escombros de las calles y se apagaba el fuego en las Iglesias incendiadas, ya asomaban aquellos que no habían acusado recibo de los golpes propinados y que, lejos de escarmentar, planificaban los siguientes movimientos. Cuando el ruído de las botas retumbaba en los pasillos de la Casa Rosada, un Juan Domingo Perón acorralado y sin plan B para afrontar el vendaval que se venía, encomendó al General Juan José Valle la complicada tarea de negociar con los golpistas de la mal llamada "Revolución Libertadora" para que las consecuencias (para Perón) fueran lo más livianas posibles. 

Aquel "soldado" que al redactar las proclamas de la logia fascista G.O.U. (Grupo de Oficiales Unidos) se despachaba diciendo que un gobierno era cosa de militares y que los civiles no estaban preparados para tales responsabilidades, aquel militar que tras los bombardeos rebeldes y criminales a Plaza de Mayo ordenó a la población civil que se retire y que deje pelear a los militares (que para eso estaban) se "olvidó" de luchar y mandó a unos cuantos subordinados (sin muchas convicciones de defenderlo) a pactar con el "enemigo". Eso mismo habían traído a la Argentina: una guerra. 

El 16 de Septiembre de 1955 cuando Perón envió a pactar a Valle con la vanguardia de la sublevación comandada por el General Eduardo Lonardi, se daba inicio no sólo a una nueva (y también lamentable) era en la Argentina. Valle, lejos de lo que podía llegar a pensar Perón, dio por sentado algo: según su particular manera de leer aquella situación, Perón estaba entregando el poder y entonces en lugar de "negociar" (vaya uno a saber qué cosa) con el enemigo, hizo saber que Perón se había rendido incondicionalmente. Dicho de otra forma: Valle se acababa de transformar de buenas a primeras en el máximo traidor de la causa peronista y su líder.

Luego, inmediatamente, la llegada de Lonardi al poder como primer presidente de la "Revolución Libertadora" y sin respiro una patada en su propio trasero tras haber deslizado públicamente que en la Argentina de entonces no habría "ni vencedores ni vencidos". Los más radicales militares que lo secundaban entendieron aquellas palabras como un débil gesto de comprensión y un vano e inútil intento de acercamiento y apaciguamiento entre argentinos y, por supuesto, no lo podían permitir. Tras el patadón a Lonardi, llegó de facto a la presidencia el General Pedro Eugenio Aramburu y entonces sí, la sangre llegaría al río y los peronistas sentirían el escarmiento...

Se prohibieron los símbolos peronistas y se declaró ilegal el movimiento fundado por el huidizo Perón, que en ese momento estaba exiliado escapado (los soldados no se exilian, huyen) hacia el Paraguay y el Peronismo desaparecía del mapa. Valle fue pasado a retiro y encarcelado junto a otros camaradas. Su detención se pasó luego a arresto domiciliario desde donde el 7 de Marzo de 1956 logró escapar extrañamente para planificar una nueva intentona "golpista contra los golpistas".
El golpe se daría el 9 de Junio de 1956 y tras una serie de copamientos y movimientos bastante ajustados, Valle leería su proclama en las radios, tras tomar diferentes emisoras radiales.
La proclama del General Juan José Valle decía lo siguiente:

Al pueblo de la Nación

Las horas dolorosas que vive la República, y el clamor angustioso de su Pueblo, sometido a la más cruda y despiadada tiranía, nos han decidido a tomar las armas para restablecer en nuestra Patria el imperio de la libertad y la justicia al amparo de la Constitución y las leyes.

Como responsable de este Movimiento de Recuperación Nacional integrado por las Fuerzas Armadas y por la inmensa mayoría del Pueblo –del que provienen y al que sirven-, declaramos solemnemente que no nos guía otro propósito que el de restablecer la soberanía popular, esencia de nuestras instituciones democráticas, y arrancar a la Nación del caos y la anarquía a que ha sido llevada por una minoría despótica encaramada y sostenida por el terror y la violencia en el poder.

Conscientes de nuestra responsabilidad ante la historia, comprendemos que nuestra decisión es el único camino que nos queda para impedir el aniquilamiento de la República en una lucha estéril y sangrienta entre hermanos, cada día más inevitable e inminente…

¡Viva la patria!

Movimiento de Recuperación Nacional
General de División Juan José Valle
General de División Raúl Tanco
Buenos Aires, 9 de junio de 1956.

Todo indica que Valle "se había olvidado" del Peronismo y de Perón. No había en su proclama ni una sola referencia al líder del Movimiento y mucho menos al Partido Peronista. Valle se autoproclamaba cabecilla del Movimiento de Recuperación Nacional. 
Por diferentes motivos, el golpe ideado por Valle fracasó y, el icónico General símbolo fraudulento de la resistencia peronista, traicionó una vez más. Anteriormente a Perón y en esta oportunidad a sus compañeros sublevados. Muchos militares fueron encarcelados por la mano dura de las fuerzas que respondían a Aramburu y a partir de entonces Valle "se mandó a guardar", desapareciendo de la escena mientras comenzaba la larga lista de fusilamientos. Aramburu se cargó más de una veintena de militares a quienes pasó por las armas en diferentes lugares de la provincia de Buenos Aires y en algunos destacamentos del Ejército, pero para Valle eso no significaba nada y seguía prófugo... Así demostraba sus convicciones, su sentido del compañerismo y su lealtad.
Sea como sea, el gobierno de Aramburu le hizo saber que los fusilamientos se detendrían una vez que Valle deje de profugarse y entonces Aramburu (que viajaba a Rosario) dejó firmados los decretos 10.362 y 10.363 por medio de los cuales autorizaba la Ley Marcial (en el primero de los decretos) y su efectiva implementación sin miramientos (en el segundo decreto). La suerte de Valle estaba sellada...

Valle hizo lo mínimo que podía hacer (entregarse) y fue nuevamente encarcelado. Tras un frío anuncio a su familia advirtiéndoles que sería ejecutado y pasaran a despedirse en la prisión, las balas pegaron en su pecho el 12 de Junio de 1956. Desde entonces la Resistencia Peronista enarboló la bandera de Valle, adoptándolo como su más indiscutido emblema, pero... muy lejos de allí Juan Domingo Perón le enviaba una carta a John William Cooke en la que le dejaba muy en claro su postura frente a aquel Valle (sin más vueltas) traidor. 

Decía Perón de puño y letra:

"Esos mismos militares que hoy se sienten azotados por la injusticia y la arbitrariedad de la canallada dictatorial, no tenían la misma decisión el 16 de Septiembre de 1955, cuando los ví titubear ante toda orden y toda medida de represión a sus camaradas que hoy los pasan por las armas. Si ellos  hacen ahora algo es porque están enconados con sus excamaradas que los expulsaron del Ejército, cosa que ellos no esperaban. Si yo no me  hubiera dado cuenta de la traición, y hubiera permanecido en Buenos Aires, ellos mismos me habrían asesinado, aunque sólo fuera para hacer mérito con los vencedores".

Pero claro, esta carta nunca fue considerada por las siguientes generaciones peronistas y Valle fue elevado a los altares de la lealtad eterna al líder del Justicialismo como mártir y emblema de la resistencia, aunque fuera el mismísimo Perón quien opinara todo lo contrario...