Francisco Franco y la reliquia de la mano de Santa Tersa de Jesús.
Todo parecía indicar que la reliquia de la santa encontraría descanso final y definitivo en el recién inaugurado convento de las Carmelitas Descalzas en Ronda, pero con el paso de los años y la explosión de la Guerra Civil española, el descanso de Santa Teresa nuevamente se vio interrumpido y esta vez de un modo tan inexplicable como en otros casos y con un tinte, hasta si se quiere, macabro.
Los republicanos revisaron el convento hasta dar con una maleta en la que estaba la mano olvidada por el general (también republicano) Villalba Riquelme. Cuando en 1937, el bando "sublevado" se hicieron con el control de Málaga, encontraron esa maleta y se la llevaron a la ciudad de Burgos. Una vez allí, Francisco Franco, el dictador español que manejó al país entre 1936 y 1975, no dudó ni un solo instante en apropiarse de la mano incorrupta de su santa preferida. No hubo manera de detener ese atraco. Ni siquiera el dolor de las Carmelitas del convento pudo lograr un instante de racionalidad de parte del duro caudillo español, cosa que fue reafirmada con una lapidaria frase del padre Rendón justificando lo injustificable: "La mano no se pierde" -les dijo a las religiosas- "Se va con el caudillo para guiarle en la conducción de la patria".
No contento con lo suyo, Franco pretendía convertir en su involuntaria "cómplice" a la (según él) "Santa más española"...
Lejos de conformarse, las religiosas pidieron insistentemente la devolución de la reliquia, cosa que mereció una respuesta por escrito de parte de Franco (firmada en realidad por su secretaria personal) en la que además usaba el sarcasmo y hasta inclusive pretendía hacer gala de un humor de más que dudoso gusto (por no decir, pésimo gusto) al final del primer párrafo. A continuación, un detalle de la carta enviada:
Carta de Francisco Franco explicando los motivos dela usurpación de la reliquia de la mano de Santa Tersa de Jesús.
Así como los nazis alemanes atribuían a cierto objetos sagrados poderes sobrenaturales sobre el resto de los mortales o, según ellos mismos, los infrahumanos, Franco también le daba una particular importancia a la mano de Santa Teresa de Jesús, insistiendo tercamente en conservarla para sí mismo e incluso llevarla (según se dice en una valija) cada vez que se desplazaba, sea por temas oficiales, de estado o en sus períodos de descanso.
La obsesión de Franco por la reliquia religiosa llegó a límites insospechados y la muestra más clara de eso es el hecho de que el caudillo hizo un reclinatorio con la mano de la santa en su propio dormitorio en el Palacio de El Pardo (Ver fotografías de ABC, del año 2005, aquí abajo).
Dormitorio de Francisco Franco y el reclinatorio.
Cuando en 1975 Franco enfermó gravemente, nadie logró hacerle entender la necesidad de su traslado a un centro asistencial totalmente equipado para tratarlo. El caudillo de mano férrea e inflexible, también en los momentos previos a su muerte, decidió que su habitación sería el lugar de tratamiento, seguramente confiando en la mano salvadora de la santa para lograr su recuperación. La muerte llegó inexorable y no hubo mano que lo salve.
Una vez el caudillo ya fallecido, la mano fue devuelta al convento de la Merced de la ciudad de Ronda, en Málaga, pero el descanso de Santa Teresa de Jesús sigue como asignatura pendiente. Su maltratado cuerpo incorrupto está descuartizado de la siguiente manera: su ojo izquierdo en Málaga; el pie derecho y parte de la mandíbula en Roma; la mano izquierda en Lisboa y finalmente el brazo izquierdo y el corazón en la Iglesia de la Anunciación del Alba de Tormes. Un cuerpo maltratado, violado y dividido. Algo similar a lo que la Guerra Civil con toda su carga de irracionalidad y fuerza bruta hizo con la querida España.
Nota: un interesante comentario de mi querido amigo Antonio; hizo que me interesara particularmente por recavar más datos sobre este particular episodio de la historia. Abrazo Antonio.