Adolf Hitler dialoga con amigos. A su izquierda, Thomas Watson, fundador de la IBM.
Años más tarde Watson renunció a su cargo en NCR y se unió a Charles Flint, presidente de la CTR (Compañía Tabuladora Registradora). Flint era otro conspícuo personaje sin escrúpulos que, además de haber sido uno de los primeros norteamericanos en tener un auto, se dedicaba a comerciar armas y buques simultáneamente a países que eran enemigos entre sí, como por ejemplo Japón y Rusia o Chile y Perú entre otros. Junto a Flint, Watson, también aprendió a perfeccionar el sistema de "Trust", por medio del cual a través de combinaciones empresarias y maniobras secretas destruían literalmente a la competencia. Thomas Watson era paternalista y fundamentlmente autoritario, incluso llegando a obligar a sus empleados el modo en que debían vestirse (con trajes negros y camisa blanca) y también ordenando que se componga una canción en su nombre para recibirlo en la empresa. El monstruo seguía creciendo...
A partir de 1924 cambió el nombre de CTR por el de IBM (International Business Machines) y desde entonces ya nada sería igual. Ni para él ni para muchos otros.
Entrada ya la década del '30, Watson comenzó a viajar asiduamente a Alemania, cosa que se hizo de manera regular y sistemática entre 1933 y 1939. La amistad y admiración mutuas entre Watson y los principales jerarcas del Partido Nacional Socilista, Hitler a la cabeza, hizo que entre otras colaboraciones Watson y la IBM llevaran adelante el censo de Alemania en 1933. Los datos arrojados por el censo y el pormenorizado trabajo de IBM le permitieron a Hitler contar con el primer listado completo de todos y cada uno de los judíos de Alemania. IBM siempre había sido presentada por Watson como "una compañía de soluciones". Hitler, por supuesto buscaba esas "soluciones" (finales) y Watson estaba empezando a dárselas.
La máquina Hollertih y Thomas Watson.
Esas mismas tarjetas perforadas se utilizaban en los campos de concentración. Al ingresar cada prisionero recibía un número de identificación Hollerith. Las tarjetas eran rectangulares, de trece centímetros de largo y 8 de alto, estando divididas en columnas numeradas con perforaciones en cada hilera. Había en total 16 diferentes categorías de tarjetas según la ubicación de las perforaciones, estando asignados números según el tipo de prisioneros. Así, los judíos tenían el número 8. los homosexuales el 3, los gitanos el 12 y los "antisociales" el 9, sólo por nombrar a algunos. Dado ésto, podemos decir que estas tarjetas eran ni más ni menos que códigos de barras para seres humanos.
La tarjeta perforada Hollertih.
Al respecto el escritor Edwin Black, autor del libro "IBM y el Holocausto" ha dicho de manera magistral que: "cuando Alemania quiso una lista de los judíos, IBM le mostró cómo hacerla".
Watson, sin embargo, seguiría mostrando la hilacha. Ni bien ingresados los Estados Unidos a la segunda guerra mundial, devolvió la condecoración entregada por Hitler, intentando comenzar a limpiar su prontuario.
La historia dice además que ningún ejecutivo de la IBM fue llevado por los aliados al banquillo de los acusados en los juicios de Nuremberg.
Watson, tras finalizar la guerra, descubrió no con poca satisfacción que la fábrica de IBM en Alemania no había recibido ni un rasguño ni de parte de los bombardeos alemanes ni del lado de los aliados. Zona protegida.
El magnate empresario norteamericano también encontró una muy buena manera de demostrar su cinismo al finalizar la contienda, ofreciendo sus servicios y "soluciones" a los aliados para participar con IBM en la sistematización de la reconstrucción de las zonas devastadas por la guerra.
El sistema de las tarjetas Hollerith, aunque con las lógicas actualizaciones, ha sido el mismo utilizado en las controvertidas y fraudulentas elecciones presidenciales de los Estados Unidos del año 2000 en las que resultó sugestivamente triunfador (en medio de denuncias de fraude) George W. Bush.