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miércoles, 22 de febrero de 2023

Un agente de inteligencia y el viaje para organizar el traslado del cadáver de Evita a Europa

Un viaje a Roma, el contacto con personajes influyentes del Vaticano y la misión secreta del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz.


El cadáver de Evita y la organización de su traslado. Foto: Canal26.com


En 1955, el cuerpo sin vida de Evita quemaba en las manos de los cabecillas de la Revolución Libertadora. El cadáver jamás quedaba más de dos o tres días en el mismo lugar y los golpistas -esos mismos que le habían arrebatado el poder al general Juan Domingo Perón- no se atrevían a dar el paso para deshacerse de los despojos mortales de la Abanderada de los humildes. Mientras los dolientes descamisados veían en la difunta a una auténtica santa, varios de los sediciosos se desvelaban por dar con un plan, seguro y efectivo, que les permitiera ocultar el cuerpo y evitar que se convierta en el más preciado objeto de veneración de la nueva religión peronista.

La dictadura militar no sabía qué hacer con el cadáver de la ilustre fallecida, y éste se convirtió de la noche a la mañana en un poderoso e impensado enemigo que ni los inútiles intentos de hacer olvidar, ni tampoco sus balas, podrían doblegar.Tras un sin fin de idas y vueltas, ideas descartadas y planes abortados, se determinó que -tal como había prometido el general Pedro Eugenio Aramburu (presidente de facto) a la familia Duarte- Evita recibiría una "cristiana sepultura". Pero no sería un entierro más: todo se enmarcaría en una peligrosa misión de la que solo unos pocos estarían al tanto durante años. El objetivo era espultar el cadáver de María Eva Duarte de Perón sin dañarlo y al mismo tiempo ocultarlo de la vista de todos en algún lugar seguro y cuidadosamente elegido con anterioridad.

Desde el 22 de noviembre de 1955, el teniente coronel Carlos Moori Koenig era el jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (S.I.E.), pero su inocultable desmanejo de la urticante cuestión del ocultamiento y preservación del cuerpo de Evita, rápidamente lo hizo caer en desgracia. Fueron sus subalternos los primeros en elevar las quejas debido al comportamiento "anti cristiano" de su superior con el cadáver de la "Santa Peronista" que deambulaba de aquí para allá. Pretendiendo dejar atrás rumores y sospechas (más que fundadas) de actos vejatorios ordenados e incluso practicados por el propio Moori Koenig contra el cuerpo inerte, el gobierno de facto lo desplazó de su cargo y en junio de 1956 colocó al mando al teniente coronel Héctor Cabanillas quien, junto a un joven oficial llamado Alejandro Agustín Lanusse, debería encargarse de la compleja tarea de organizar la piadosa sepultura de la Abanderada de los humildes.


Tumba en Milán (foto: Evita3.emiliobayona); documentos sobre la misión (en archivo personal del autor).

Notas sobre la misión del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz (en archivo personal del autor).



Pese a que Cabanillas era la cara visible de ese grupo y llevaba la voz cantante en la coordinación del plan, otro importante actor estaba a punto de entrar a escena. El 20 de noviembre de 1956, el mayor Jorge Tocagni (ayudante de campo del Ministerio de Ejército) envió una nota en la que informaba a las Fuerzas Armadas que desde las 17 de ese día, el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz se convertía en sub jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército, y que pese a ser un subordinado de Cabanillas, estaba formalmente a cargo. Con ese nombramiento, empezaba otra historia.

Los documentos desclasificados completos

 

 Hora de actuar
Las medidas concretas no demoraron en llegar. El 4 de febrero de 1957, el capitán de fragata Francisco "Paco" Manrique (jefe de la Casa Militar de la Presidencia de la Nación) redactaba un memorando secreto que fue enviado a todos los funcionarios del Servicio Exterior de la Nación establecidos en Europa. La nota daba luz verde y la más absoluta libertad de acción a Ortíz para -según su criterio- encontrar el sitio y dar con los contactos adecuados que permitieran llevar adelante con éxito la operación. En la misiva Manrique ordenaba "prestar todo apoyo que requiera y sea necesario" al nuevo agente de inteligencia. Previamente, el día 1° de ese mismo mes, la División "L" (nombre en clave cuyo significado se desconoce) del S.I.E. le había entregado en mano a Ortíz dos importantes sumas de dinero: 1.000 dólares para viáticos por los países de Europa que visitara, y otros 8.350 dólares destinados a la compra de elementos técnicos (para espionaje).

En un primer momento se pensó un itinerario que, tras la llegada a Europa del transatlántico "Conte Biancomano" (en el que viajó Ortíz), fue modificado. El periplo original era el siguiente: Madrid (España), Roma (Italia), Bruselas (Bélgica), Rotterdam (Países Bajos), nuevamente Bruselas, Frankfurt (Alemania), Ginebra (Suiza), París (Francia), otra vez Madrid y, desde allí, el regreso a Buenos Aires. Sin embargo, y tal como surge de la nota redactada por Ortíz el 11 de marzo de 1957 a su vuelta de Europa, hubo un cambio de planes y se determinó que desde Roma no viajara directamente a Bruselas, sino que hiciera una curiosa parada en Milán.


El cementerio Maggiore de Milán y el sector del entierro. Fotos: gentileza CrónicasDeMilán.com.




El detalle no es menor: a la postre esa sería la ciudad de Italia en la que finalmente se sepultaría a Evita. Así surge la evidencia de algo que -hasta ahora- era un secreto a voces. Ortíz se valió de los contactos que le habían recomendado "tocar" antes de su salida de la Argentina, cuando Cabanillas le presentó a Francisco Rotger, un sacerdote de la Compañía San Pablo, que tenía muy buenas relaciones no solo con militares locales sino -lo que era aún más determinante- con el mismísimo Papa Pío XII.

La gestación del plan
Con estas credenciales, el agente de inteligencia pudo reunirse en la capital italiana con personajes de peso dentro del Vaticano. De éstos, el más importante fue el padre Giovanni Penco (de la misma orden religiosa de Rotger), quien activó la confección de los oficios secretos para concretar el plan. Penco fue el ideólogo de todo lo que estaba por llegar. Al cadáver de Evita había que "inventarle una vida previa", y darle un nombre y un apellido, todo bajo una falsa ciudadanía italiana. La idea cerraba perfecto: se pensaba hacer creer que esa mujer italiana había muerto en Buenos Aires y que su familia reclamaba el cuerpo para sepultarlo en Milán. Así fue como, tiempo después, en efecto sucedió.

Los documentos presentados por Canal26.com sacan a la luz el comienzo del viaje del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz, pero también demuestran cómo se varió el itinerario original con claras intenciones de confundir y despistar. Tan secreto fue ese viaje a Milán que el agente de inteligencia no lo llevó a cabo de manera oficial, sino que lo hizo a título personal y pagando (según consta en su nota del 11 de marzo de 1957) "de su peculio" el pasaje de ida y vuelta en tren. Había que dejar el menor rastro posible. Fue ese el instante en el que "nacía" María Maggi de Magistris, la nueva identidad de Evita; para que de inmediato... volviera a morir. Se hicieron los papeles y se confeccionaron los documentos necesarios, que eran auténticos y válidos, aunque con el nombre y el resto de los datos completamente falsos.

La "Operación traslado" acababa de comenzar.


La parcela en la que fue enterrada Evita en secreto, vista en la actualidad. Foto: gentileza CrónicasDeMilán.com.



Epílogo
El coronel Hamilton Alberto Díaz (que inicialmente iba a acompañar a Ortíz en su viaje preparatorio para colaborar en la planificación y que luego no lo hizo); personificó a "Giorgio Magistris", el viudo. Giuseppina Airoldi, una monja de la Compañía San Pablo, se convirtió en la encargada legal del entierro de "esa italiana" nacida en 1910 y fallecida en febrero de 1951, en la localidad de San Vicente, en la provincia de Buenos Aires, en Argentina. La inhumación se concretó el 13 de mayo de 1957 en la sepultura N°41, del sector 86, en el cementerio Maggiore de Milán. La lápida rezaba el nombre de María Maggi de Magistris, pero en realidad se trataba de María Eva Duarte de Perón. Tras 16 años de misterio, se supo el paradero del ataúd con el cuerpo de la Abanderada de los humildes cuando, el 3 de septiembre de 1971, fue devuelto al general Juan Domingo Perón mientras este se encontraba exiliado en España.



Fuentes/Documentación (en archivo personal del autor):
- Nota del mayor Jorge Tocagni, ayudante de campo del Servicio de Inteligencia del Ejército, informando sobre la designación del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz como Sub-Jefe responsable del S.E.I., 20 de noviembre de 1956.

- Notas firmadas por el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz por partidas de dinero recibidas para su viaje a Europa. 1 de febrero de 1957.

- Nota del capitán de fragata Francisco “Paco” Manrique, jefe de la Casa Militar de la Presidencia de la Nación, informando sobre el viaje del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz a Europa. 4 de febrero de 1957.

- Facturas por compra de elementos de espionaje para el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz en Ginebra, Suiza. 27 de marzo de 1957.

- Facturas por compra de elementos de espionaje para el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz en Bonn,  Alemania. 27 de febrero de 1957.

- Rendición de gastos efectuados por el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz en Europa. 8 de marzo de 1957.

- Nota del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz sobre la duración de su viaje por Europa. 11 de marzo de 1957.

- Nota del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz informando sobre la modificación del itinerario de su viaje por Europa. 11 de marzo de 1957.

- Nota del teniente 1º Hugo Arietti informando sobre la devolución de fondos de parte del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz y el mayor Hamilton Alberto Día por su viaje por Europa. 23 de abril de 1957.

- Pasaporte diplomático del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz. 1º de enero de 1957.

- Código utilizado por el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz en sus comunicaciones con el coronel Héctor R. Cabanillas. 1957.

- Vizaciones del pasaporte del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz durante su viaje por Europa. 1957.



Nota original: https://www.canal26.com/historia/un-agente-de-inteligencia-y-el-viaje-para-organizar-el-traslado-del-cadaver-de-evita-a-europa--336555


domingo, 2 de junio de 2013

La inesperada y oportuna ayuda de Eva Perón a los pobres "cabecitas negras" de Washington

Eva Perón.


Para los Estados Unidos aquella jornada del año 1949 debía ser de júbilo y fiesta nacional. Harry Truman asumía la presidencia del país y se encaminaba reforzar los actos de gobierno con los que había dejado su lamentable huella en el período anterior. Truman, aquel granjero norteamericano que de la noche a la mañana había sucedido al fallecido Franklin D. Roosevelt había querido pisar fuerte y sin dudarlo lanzó las criminales bombas sobre Hiroshima y Nagasaki poniendo fin (?) a la Segunda Guerra Mundial. Tras aquellos actos de puro terrorismo, Truman creyó que se llevaría el mundo por delante (en parte ya lo había hecho...) pero se topó con un hecho que estaba destinado a enfurecerlo como pocas veces alguien lo había logrado.
Mientras las más importantes delegaciones mundiales llegaban a Washington para participar de la asunción de Truman como nuevo presidente de Estados Unidos, llegaba también a la embajada argentina en la capital norteamericana un comunicado que tuvo (en sentido figurado) efectos similares al de aquellas bombas sobre Japón.

Truman recibía una bofetada en su propia casa. La carta recibida en la embajada argentina aquel 21 de enero de 1949 provenía de la Fundación Eva Perón, en Buenos Aires, y anunciaba que al día siguiente de la asunción presidencial de Truman se haría efectiva la entrega de ropa de abrigo y calzado proveniente del gobierno argentino y cuyos destinatarios eran los pobres que habitaban los suburbios de la ciudad capital norteamericana. Eva Perón no hacía nada por casualidad y todos sus actos buscaban lograr un cometido. No era espontánea y sabía pegar siempre donde más dolía. En eso también era una experta.
La fundación que comandaba la mujer más importante de la Argentina de entonces había diagramado un sistema de ayuda junto a la Children's Aid Society para unos 600 indigentes de Washington, lo cual incluía prendas de abrigo y calzado fabricados en la Argentina. El encargado de recibir el envío argentino en Washington era el reverendo Ralph Faywatters, quien estaba al tanto de las verdaderas intenciones de Evita. Faywatters se encargó no sólo de ser el "cartero" que anunció la "buena nueva" de la llegada de la ayuda argentina a Washington, sino que además se encargó de organizar a otras tantas instituciones de ayuda social en Estados Unidos, con lo cual puso en alerta a muchas personas que efectivamente necesitaban ayuda de alguien, aunque fuera de Evita y Perón.
El mensaje de Evita era claro: en los Estados Unidos también había pobreza y qué mejor manera de dejarla al descubierto (y de paso dar una bofetada al gobierno norteamericano) que enviando una ayuda inesperada.
Los destinatarios de aquella ayuda "desinteresada" de Eva Perón y del gobierno que encabezaba su esposo, Juan Domingo Perón, eran 600 niños pobres, negros, que se encontraban en los barrios más marginales de Washington. El gobierno norteamericano pidió explicaciones de inmediato tras lo cual los diferentes medios se hicieron eco del "escandalo" internacional y el golpe de knock-out recibido por Truman. La agencia AFP se encargó de aclararlo todo con un poco creíble: "No hubo intención de demostrar que en un país rico cual es Estados Unidos, hay niños pobres"...
La revista Newsweek llevó el caso a su portada con el sugestivo titular de "Señora pockets" (Señora bolsillos) y Times ocupó su primera plana con un contundente "Helping hand" (Mano que ayuda). No fueron los únicos medios que dieron espacio al dolor de cabeza de Truman...

Cobertura en los medios norteamericanos.


A Truman le costó digerir ese trago amargo y removió cielo y tierra para evitar que la ayuda se concrete de manera efectiva dejando al descubierto la pobreza en la mismísima ciudad de Washington.
La embajada argentina esbozó una inconsistente explicación alegando que en realidad lo de la superposición de fechas (la asunción de Truman y la llegada de la ayuda argentina) era mera coincidencia. Nadie lo creyó, ni Evita, por supuesto.
Aquel gesto de típica filantropía peronista destinada más a desarmar a "la contra" antes que a ayudar concretamente a los más necesitados logró todo lo esperado y deseado por Eva Perón. Impacto en los destinatarios y un sabor a victoria enviciada de revancha y venganza tan habituales en la abanderada de los humildes.
Años más tarde fueron encontrados rebiosos manuscritos de puño y letra de Eva Perón y en uno de ellos se leía claramente "la pasada de facturas" propinada por Evita, en ese caso al gobierno norteamericano, que con tan malos ojos veía al dictatorial gobierno peronista elegido por el voto popular. Decía Evita sobre aquella ayuda "desinteresada" y sin "doble intención":
"Sirva de ejemplo este acto y esta ayuda que lo hacemos con todo respeto y todo carinño por el gran pueblo de los Estados Unidos y humildemente le hacemos llegar nuestro granito de arena de ayuda. Este avión argentino que llegará a Estados Unidos representa a la bondad de nuestro conductor y lo que somos capaces de hacer por el desposeído, esté donde esté y se encuentre donde se encuentre".

Tras la prosa y la verborrágica dialéctica de Eva Perón, Harry Truman supo leer toda la rabia, el odio y el fanatismo de una mujer que solía hacer gala de esos dudosos atributos más a menudo de lo imaginado. Las enormes diferencias insanjables entre el gobierno de Estados Unidos y el demagogo y poco afecto a la pluralidad gobierno de Juan Domingo Perón quedaron marcadas de manera inocultable tras este episodio enviado desde "el más allá" por la Santa Evita, endiosada como nunca por su altanería y sus reacciones intempestivas, agrandada por un poder absoluto que ella y su marido habían forjado a fuerza de palo y chicana para con quienes no pensaban como ellos. La pedantería en su máxima expresión. Aquella ayuda de Evita a los "cabecitas negras" norteamericanos llegó y lejos de calmar los ánimos y los espíritus, lejos de dar sincero y desinteresado abrigo a los desposeídos, revolvió el avispero como tantas otras veces supo hacerlo a lo largo de su historia...Después de todo, era su especialidad.


lunes, 30 de enero de 2012

El tesoro al final del Arco Iris

Eva Duarte de Perón saluda a Francisco Franco en el inicio de la Gira del Arco Iris.

Juan, quiero ir a Europa. Sí, Negrita, claro. Voy sí o sí. Claro, Negrita, yo lo arreglo todo. Quiero me traten como una reina. Así será. Quiero condecoraciones, visitas protocolares, honores. Eso merecés. Quiero gente en las calles, saludos desde balcones importantes. La multitud a mis pies. Sí, así será. Salgo desde la base de Morón el 6 de junio del '47. Serán 3 meses. Les voy a mostrar a todos lo que es ser peronista. Voy como Eva, regresaré como Evita. Quiero gloria. No quiero abucheos. Quiero ser idolatrada. No quiero nada fuera de mi control. Todo como yo quiera. Sí, Negrita, como vos quieras. Que Franco pregunte por mí. Son 25 baúles cargados de ropa. Una reina viste así en cada viaje. No se puede repetir el modelo a lucir. Qué grande es el Escorial... Franco, ¿por qué no hacen un orfanato en las habitaciones vacías? Cuando necesite reunir tanta gente otra vez, mándeme a llamar...  ¿Dónde estaban? ¿en conventos españoles? que salgan de allí hacia Buenos Aires. Que se arregle todo rápido. Italia. Que el Papa me espere un rato ¿quién se cree que es? Quiero que me nombre Marquesa Pontificia, no quiero este rosario de m..... que me regaló. Al final, me pidó por Ante Pavelic, el jefe de la Croacia nazi. Si de este tipo se quejaban hasta los de las SS alemana ¡qué los parió! ¿Por qué gritan contra mí los italianos? Están a la miseria tras la guerra y siguen como cocoritos. Todo debía salir a las mil maravillas. Sólo quería que me admiren. No tolero ciertos papelones. No estaban en mis planes. El Vaticano tiene todo arreglado. El Consulado argentino los tiene: 2.000 pasaportes en blanco. Todos para los croatas. No quiero contratiempos. Que me siga el séquito. A donde yo vaya. Siempre. Portugal y después Francia. París y la Costa Azul. Abanderada de los humildes, sí, y con buen gusto. Acá también quería visita oficial. ¿Cómo carajo que no puede ser? Ahora Suiza. Algo rápido, sin levantar la perdíz. Ya saben lo que es el peronismo. También es ésto. Llegan los banqueros. Firmamos. Todo bien guardado por las dudas. Acá hay secreto. ¿Que son testaferros de quién? sigue vivo. No se suicidó en Berlín. Ya viajó para allá. Le gusta el sur argentino. Ahora faltan varios más. Me gustan los arco iris, siempre al final hay un tesoro. Eso dicen. Me gusta eso, un arco iris. Así se llama el viaje y el tesoro está al final. Volví Juan. Hola Negrita. Cumplí con todo Juan. Como siempre Negrita, como siempre. Sos un tesoro. Vos también.