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domingo, 19 de agosto de 2012

La masacre de Tiananmen: Cuando las potencias occidentales priorizaron los negocios a los reclamos de libertad y democracia


La historia del mundo está plagada de episodios en los que sistemáticamente se nos dice algo, mientras que en realidad se nos dice otra cosa. Ahí es donde aparecen esas historias lado B que desnudan de la manera más cruel y (a veces) inesperada lo que los líderes mundiales desean en realidad. Del siglo XX, muchas han sido las imágenes que nos han quedado en la retina y en la memoria como verdaderos mojones de la historia. Son muchos aquellos instantes y hechos que dieron la sensación de detener el tiempo y conservarse para siempre de un modo impactante.
Dentro de esos hechos históricos ocupa un lugar preponderante lo sucedido en China entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989. No son pocos quienes aún recordamos con estremecimiento aquella imagen de un joven estudiante parado ante el paso de un tanque de guerra en la Plaza de Tiananmen. Casi como un auténtico ícono de aquellos tiempos, esa imagen resulta a esta altura, sencillamente imborrable para toda la eternidad. Pero... ¿qué sucedió realmente por aquellos días en China? ¿cuál es la verdad tras los sangrientos sucesos acaecidos en la gigantesca Plaza de Tiananmen? y finalmente... algo que resultará vital a la hora de saber la verdad y tratar de entender lo sucedido realmente: ¿Cuál ha sido el discurso oficial de las grandes potencias occidentales ante tan significativo hecho y qué es lo que han hecho en realidad?

Para comenzar será bueno recordar que los lamentables hechos sucedidos en la Plaza de Tiananmen, en Pekín, también son conocidos como la "masacre" de Tiananmen y esa descripción, es ya en sí misma, una pintura muy acabada de lo sucedido.
Los chinos ya habían tenido demasiado por aquel entonces. Cada discurso de Mao (muerto hacía rato...) aún resonaba en los oídos de todos y cada uno de los maltratados chinos. Las palabras del "liberador" de la milenaria China desde los años '50 resultaba muy "romántico" pero las contradicciones del discurso oficial comunista de China se hacían evidentes a la hora de darle bienestar a los por entonces más de 1.000 millones de chinos. Las protestas no eran lo habitual en una China dictatorial y dura hasta límites inimaginables, pero ya habían tenido algunos intentos de reclamos, los cuales fueron rápidamente sofocados y no precisamente utilizando "la palabra" para disuadir a los manifestantes. Pero lo de la Plaza de Tiananmen fue demasiado lejos.



Los estudiantes comenzaron a organizarse primero tibiamente, a escondidas, como podían y luego la protesta se exteriorizó hasta llegar a Tiananmen y "copar la parada" en ese lugar "sagrado" para el régimen comunista chino, con su capacidad para 1 millón de manifestantes. Claro que esos "manifestantes" eran aceptados siempre y cuando apoyaran al régimen imperante... caso que no era precisamente el de los estudiantes... Y no sólo los estudiantes protestaron y se manifestaron. Los trabajadores comunes también se unieron a la causa, sosteniendo que las "reformas económicas" había ido demasiado lejos y que el hambre, la miseria generalizada, la tremenda corrupción oficial y (no menos importante) la falta de libertades y la represión resultaban un combo inaceptable. Los pedidos de democracia comenzaron a hacerse escuchar y en eso han jugado un papel totalmente desencadenante las grandes potencias "democráticas" occidentales...



Desde hacía mucho tiempo las autoridades chinas venían siguiendo y monitoreando al movimiento estudiantil que planificaba las protestas y los reclamos. Pero no eran los únicos que observaban a los manifestantes... Desde el otro lado del mundo, en los Estados Unidos, George Bush (padre) estaba siendo elegido como nuevo presidente de su país y miraba con particular devoción lo que sucedía en China. Bush ya había estado en China en los '70 como funcionario y, como todo hombre de poder en Estados Unidos, tenía además intereses económicos en el gigante asiático. Es más: Estados Unidos todo tenía enormes intereses económicos en China, país con el que habían comenzado a entablar muchísimas transacciones comerciales muchas veces millonarias desde hacía rato. A los ingleses les sucedía lo mismo y a otras potencias, igual. Los lazos comerciales y la férrea relación comercial de China con todas esas potencias occidentales y "democráticas" hacía que los reclamos de libertad y democracia pasaran, definitivamente, a segundo o tercer plano dentro de las prioridades. El dilema de las potencias occidentales en realidad no era tal: ¿las protestas estudiantiles de la Plaza de Tiananmen podrían poner en peligro la continuidad de un régimen dictatorial y opresor y con eso la continuidad al mismo tiempo de todas y cada una de las transacciones comerciales millonarias de las que se beneficiaban esos países? La respuesta no se hizo esperar: George Bush se encargó de avisarles a sus agentes de la CIA y a todos quienes tuvieran algo que ver, que las protestas de los estudiantes en la Plaza de Tiananmen no deberían llegar a buen puerto... por lo tanto, los estudiantes pasaron a estar absolutamente solos en el mundo y su reclamo totalmente entendible y más que justificado pasó a ser "un grano en el trasero" de las potencias ocidentales. El gobierno chino recibió muy clarito el mensaje: vía libre para actuar de acuerdo a su criterio y necesidades. Una tibia división se insinuó en el Politburó chino por entonces, tras la cual todo decantó hacia lo previsible: la feroz represión oficial china ante la "vista gorda" de Estados Unidos, Gran Bretaña y sus socios europeos con grandes lazos comerciales con China.



Luego, lo previsible: se decretó la Ley Marcial el 20 de mayo de 1989 y el 3 de junio se enviaron las tropas destinadas a la sangrienta represión. El número de muertos varía  según la fuente. La CIA norteamericana habló vagamente de entre 400 y 800 estudiantes  fallecidos, mientras que los más confiables de la Cruz Roja China dieron cuenta de 2.600 muertos. Tras los hechos, el gobierno se encargó de encarcelar a miles de estudiantes (la idea era no sólo matarlos, sino también asustarlos y la cárcel era un buen medio para hacerlo y "aleccionar" a los demás...) y también expulsó a toda la prensa extranjera.
Pero... ¿y las potencias "democráticas" occidentales de Estados Unidos y Europa? muy simple... lo "políticamente correcto" fue esgrimir algunas condenas desde la formalidad, pero por lo bajo disfrutaron por la continuidad de un régimen que si bien estaba en las antípodas ideológicas, era su nuevo gran socio comercial...

Hoy, a tanto tiempo de aquella sangrienta represión bajo la mirada cómplice de Estados Unidos y sus socios, se mantiene un embargo sobre la compra de armas sobre China, una medida decididamente enmarcada en "el qué dirán..." y como para hacer de cuenta que las naciones democráticas se sintieron afectadas ante tan flagrante ofensa a las libertades individuales chinas...
Después de todo, más vale priorizar la provisión adecuada de microcomponentes, equipos electrónicos y muñequitos de Disney producidos por mano de obra barata antes que salvar la vida de más de 1.000 millones de chinos rehenes...

lunes, 9 de julio de 2012

La masacre que los aliados provocaron en Dresden

POCAS COSAS PUEDEN EXPLICARSE DE UNA GUERRA, PERO SI HUBO UNA ACCION REALMENTE INEXPLICABLE SUCEDIDA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, ESA FUE LA TREMENDA Y DESCARNADA MASACRE EN LA CIUDAD DE DRESDEN, ALEMANIA ORIENTAL, A MANOS DE LOS ALIADOS. UNA CIUDAD SIN VALOR ESTRATEGICO ALGUNO, UNA POBLACIÓN CIVIL CON MILES DE REFUGIADOS, ENFERMOS Y DESVALIDOS, QUE FUE ARRASADA POR LOS ALIADOS CUMPLIENDO UNA PROMESA HECHA A STALIN. CON UNA ADVERTENCIA OCULTA...

Cadáveres apilados tras la masacre en Dresden.


La ciudad alemana de Dresden no significaba nada desde el punto de vista estratégico /  militar durante la segunda guerra mundial. Esta localidad ubicada en la Alemania oriental era conocida con anterioridad a la contienda bélica, como una ciudad  dedicada a la producción de fina porcelana y una vez que la guerra estalló pasó a ser reconocida como una auténtica ciudad de desvalidos. No había tampoco fuerzas militares del Tercer Reich apostadas en la ciudad, ni siquiera para su defensa, sin embargo los aliados decidieron arrasarla por completo provocando su total destrucción y dando una espantosa muerte a su población civil.
Todo había comenzado en la cumbre realizada en Yalta entre los líderes del nuevo orden mundial en febrero de 1945. La guerra estaba llegando al final de manera inexorable. La Alemania nazi ya no era una amenaza, sus ejércitos estaban diezmados y sus fábricas destruídas o desmanteladas, sin embargo Stalin pidió a Roosevelt y Churchill (vaya uno a saber los motivos) la destrucción total de la ciudad de Dresden y, ni lerdos ni perezosos aquellos accedieron a su pedido.

Dresden, ciudad al margen de la guerra, destruída por los aliados.


El 13 de febrero de 1945 las fuerzas aliadas arremetieron a sangre y fuego contra la población civil de Dresden con una ferocidad y una brutalidad que muy difícilmente sean olvidadas. En aquella fatídica jornada los aliados arrojaron sobre Dresden 4.000 toneladas de bombas de las más potentes y diferentes dispositivos incendiarios que se encargaron de consumir y dejar reducida a la nada misma a gran parte de la ciudad y darle muerte a unas 22.700 personas (algunos informes llegaron a hablar de casi 35.000 víctimas), entre ellas niños, inválidos, enfermos, refugiados de distintos lugares e incluso unos 26.000 prisioneros de guerra del bando aliado. Fue una masacre nunca vista hasta entonces y que resulta comparable con otras similares como los bombardeos de Hamburgo (con 40.000 víctimas mortales) o bien Hiroshima (provocando la muerte a unas 100.000 personas), casualmente todas ciudades integrantes del Eje.

Stalin se había encaprichado hasta la médula con la destrucción de Alemania, sobre todo en su cara oriental, y Dresden le ofreció un suculento bocado para saciar su apetito destructivo. Pero la destrucción de la ciudad alemana y la muerte de su población civil, no sólo fueron una promesa hacia Stalin, sino que representó el paradigma de la destrucción más absoluta y los horrores de la guerra sobre los inocentes. Y había más... La precisión y efectividad de la misión debía servir para darle una lección al propio Stalin y demostrar el poderío de Estados Unidos e Inglaterra, que eran los reales enemigos de la Rusia comunista de aquel entonces. A las 22:09 horas de aquel 13 de febrero, los primeros 9 aviones mosquito ingleses rompieron el silencio de la noche sobre Dresden y delimitaron con marcadores rojos los extremos de la ciudad. A las 22:15 horas surgieron de entre la densa oscuridad los 245 bombarderos Lancaster ingleses que comenzaron con la  infame tarea de hacer desaparecer una población entera. Para las 22:30 horas casi todo había acabado. Las llamas se divisaban desde 150 kilómetros de distancia, mientras que los pilotos de combate comenzaban a preguntarse tibiamente: ¿Por qué diablos hemos hecho ésto?...

Muerte y destrucción en Dresden.


Los altos mandos aliados trataron de explicar lo inexplicable: allí, según ellos (y sólamente ellos) estaban emplazados el Cuartel General del Ejército alemán y el de la Gestapo, además de ser (la cuidad) el centro neurálgico de la producción de armamentos y gas venenoso (algo que nunca nadie encontró y que hace recordar a lo sucedido con las "famosas" armas químicas de Saddam Hussein...).

La nefasta faena fue rematad a la 1:30 de la mañana del 14 de febrero. Mientras los grupos médicos y socorristas trataban infructuosamente de rescatar sobrevivientes de entre los miles de fallecidos, una nueva oleda de 550 aviones ingleses, precedidos por aviones iluminadores con bengalas, dejaron caer 650.000 bombas incendiarias sobre las ruinas (ya incendiadas) de Dresden, llegando (cual deidades guerreras) para juzgar a vivos y a muertos.
Fueron 1.477, 7 toneladas de bombas explosivas, 529 bombas de 2 toneladas, una bomba de 4 toneladas y como si fuera poco, 650.000 bombas incendiarias (1.181,6 toneladas de estos explosivos), todo lanzado desde 1.400 aviones de combate. Si alguna vez se puede graficar el horror de la guerra con un ejemplo, el de la destrucción total de la ciudad de Dresden y su población civil debería estar encabezando la lista.

Destrucción del casco histórico de Dresden.


Sin embargo el infierno estaba por liberarse nuevamente y así las cosas a las 12:12 horas del 14 de febrero de 1945 los aliados propinaron otro golpe de gracia a la ciudad con un nuevo ataque con 1.350 Fortalezas Volantes y aviones Liberators. Ya nada quedaba por destruír. Ya nadie quedaba por ser muerto, pero los norteamericanos remataron la jornada (dejaron hacer el "primer trabajo" a los ingleses) con su infernal lluvia de 474,5 toneladas de explosivos y 296,5 toneladas de bombas incendiarias...

Todo el poderío mortal de Estados Unidos y Gran Bretaña actuando de manera conjunta le acababa de quedar claro al mundo entero. A Stalin, esa era la primordial intención, también...