“El gobierno argentino desea
saber si Alemania y Japón están preparados para defender con la presencia de
U-Boots las costas de Argentina y Chile. (…) Como demostración de la sinceridad
con la que se maneja el gobierno argentino, se ha comprometido ante nosotros a
tomar medidas represivas únicamente contra agentes de los Aliados”.
Comunicación de Hans Harnisch, agente de la Abwehr en Argentina,
a Adolf Hitler y Joachim von Ribbentrop.
Julio de
1943
“Consultation among the american Republics
with respect to the Argentine situation”
Memorandum of the United States
Government Washington, D.C. – Publicado en Febrero de 1946.
Osmar Hellmuth, Siegfried Johannes Becker, Juan Domingo Perón y Walter Schellenberg.
Juan Domingo Perón y la misión secreta para que uno de sus enviados parlamentara en persona con Adolf Hitler.
En enero de 1943 el coronel Juan Domingo Perón sacó provecho de la inesperada muerte del General Agustín P. Justo neutralizando el accionar de oficiales proaliados del Ejército, movida con la que también desalentó un posible foco opositor en ámbitos castrenses que podrían obstruír su camino hacia el poder.
En enero de 1943 el coronel Juan Domingo Perón sacó provecho de la inesperada muerte del General Agustín P. Justo neutralizando el accionar de oficiales proaliados del Ejército, movida con la que también desalentó un posible foco opositor en ámbitos castrenses que podrían obstruír su camino hacia el poder.
A ese estado de cosas se
sumó el inoportuno pedido de renuncia que el presidente Castillo le cursó
previamente al Ministro de Guerra Pedro Ramírez, quien se perfilaba como firme
candidato de la Unión
Cívica Radical de cara a las próximas elecciones que pronto
se iban a celebrar, además de ser uno de los hombres fuertes del GOU.
Apremiados por las
circunstancias, alemanes y argentinos advirtieron entonces que había llegado la
hora de tomar definitivamente el control y colocaron de facto al General Arturo
Franklin Rawson en la presidencia de la Nación el 4 de junio de 1943. Según los golpistas, la
aparente ventaja que tenía esa movida se sostenía en las gestiones llevadas
adelante por el propio Rawson tratando de plegar a la (tradicionalmente
proaliada) Marina Argentina al bando “neutralista” del GOU.
Pero si el golpe tuvo un
marcado perfil antialiado y conservador, Rawson sin embargo cometió un grave
error desde el inicio mismo; ya que desconociendo el terreno por el que
transitaba propuso a varios aliadófilos para sus más importantes ministerios. Farrell y Perón estaban en
completo desacuerdo con los nombramientos por lo que luego de tres días de
inconsistente gestión enviaron un emisario para obligarlo a renunciar sin darle
siquiera la más mínima opción. El General Pedro Ramírez
formó nuevo gobierno con gente de su confianza, entre ellos el General Edelmiro
Farrell como Ministro de Guerra y el Coronel Juan Domingo Perón como su
secretario. La oficialidad filonazi finalmente había llegado al poder. (…)
(...) Pero pese a que los lazos entre
Alemania y la Argentina
parecían ser muy fuertes, nada pudo evitar que las negociaciones para conseguir
armamento de los nazis llegaran a un abrupto final (…)
(…) Dada la complicada
coyuntura, el presidente Pedro Ramírez informó al embajador alemán sobre su
firme decisión de retomar las negociaciones interrumpidas, proponiendo designar
como nexo entre las partes al Coronel Servando Santillana (Agregado Militar en
la embajada argentina en Berlín) quien ya coordinaba el envío de fondos nazis
hacia la Argentina
abusando de la inmunidad que le confería su fuero diplomático. Sin embargo, el
gobierno argentino abrió de manera incomprensible una vía paralela de
negociación a través de Hans Harnisch (agente de la Abwehr y gerente de la
firma “Boker & Cía.”), un personaje que tenía entre sus amistades al
Almirante Mario Fincati, el Capitán Eduardo A. Aumann y también a Perón,
resultando invalorable su experiencia junto a Siegfried Johannes Becker en el
Sicherheitsdienst (SD o Servicio de Seguridad), de quien hablaremos a
continuación.
Pero Harnisch no estaba
solo y contaba con un inesperado colaborador: su nombre era Osmar Alberto
Hellmuth. (…)
(…) Hellmuth coordinó una
reunión entre Harnisch y el Coronel Enrique P. González (vocero del Presidente
Ramírez) a mediados de 1943 con el objetivo de reinicar las negociaciones
previamente interrumpidas y conseguir un salvoconducto que liberara un buque
retenido en Gotemburgo (cuyo dueño era Aristóteles Onassis que ya tenía
nacionalidad argentina), en el cual podrían transportarse las armas en una
hábil maniobra difícil de advertir.
El gobierno de Hitler fue
informado del encuentro a través de un radiograma en donde se dijo que “…el gobierno argentino cree que la guerra con
otros países americanos sería inevitable si no se apega a los acuerdos
alcanzados tras la
Conferencia de Rio de Janeiro de 1942. El eventual
enfrentamiento armado con un Brasil mejor equipado, no tendría posibilidades de
éxito de no contarse con el apoyo político, económico y militar de las
potencias del Eje. El gobierno argentino desea saber si Alemania y Japón
están preparados para defender con la presencia de U-Boots las costas de
Argentina y Chile, como así también para la provisión de artillería antiaérea
costera, municiones, gasolina, licencias para fabricar elementos indispensables
para el esfuerzo bélico y las fórmulas para la manufactura de diferentes
materiales también útiles en la guerra. Como demostración de la sinceridad con
la que se maneja el gobierno argentino, se ha comprometido ante nosotros a
tomar medidas represivas únicamente contra agentes de los Aliados” (1)
Luego Ramírez mejoró la
oferta de alineamiento autorizando a Harnisch a revelar la idea de Perón sobre
la conformación de un bloque antinorteamericano continental en coincidencia con
el inicio de tratativas paralelas entre el gobierno y los alemanes, de las que
participaron el General Alberto Gilbert (Ministro del Interior), Edelmiro
Farrell (Ministro de Guerra), Erich Otto Meynen (representante diplomático de
Alemania) y el General Fiedrich Wolf
(Agregado Militar en reemplazo del “expulsado” Niebhur), quienes
estuvieron de acuerdo en enviar otro emisario a Europa para acordar los
detalles finos del plan.
Nota de Siegfried Johannes Becker a Walter Schellenberg en la cual Perón le informa sobre
la detención de Hellmuth. 12 de noviembre de 1943. (Foto: N.A.R.A.)
El carácter paralelo de
las negociaciones y el desconocimiento absoluto de los diplomáticos alemanes
sobre los roles de Harnisch y Hellmuth tendrían indeseadas consecuencias poco
después, como se verá.
En septiembre de 1943
Hellmuth fue informado de su inminente viaje a Europa esgrimiendo como cubierta
su asignación en Barcelona al puesto de Cónsul Auxiliar, tras lo cual fue
presentado ante el mencionado Becker quien le informó que su primer contacto en
el Viejo Continente sería Walter Schellenberg, Jefe del servicio de información
y contraespionaje alemán.
Luego Schellenberg
llevaría a Hellmuth ante Himmler y Hitler para informarles en nombre de Perón
que la Argentina
no rompería relaciones con Alemania de no mediar una insostenible presión de
los Aliados, tras lo cual la ruptura llegaría de manera ficticia como pantalla
ante la opinión pública internacional.
Cuando la embajada alemana
supo de la participación de Harnisch, el escarmiento empezó a tronar. Ludwig
Freude se opuso al nombramiento de Hellmuth proponiendo a cambio que la misión
fuera asignada al Coronel Carlos Vélez (Agregado Militar en la embajada argentina
en España), pese a lo cual el gobierno argentino hizo oídos sordos habilitando
a Hellmuth sin advertir que ponían en completo peligro el éxito de la
operación. Cuando la orden de posponer la salida de Hellmuth llegó a Buenos
Aires desde Berlín, éste ya se había embarcado en su peligrosa misión. (…)
(…) Gracias a informes
pasados por los delatores, Hellmuth fue detenido en la isla caribeña de
Trinidad por los ingleses (informados por la inteligencia estadounidense desde
Buenos Aires) en la madrugada del 29 al 30 de octubre de 1943, siendo
trasladado a una prisión en Inglaterra en noviembre donde se vio irremediablemente
obligado a confesar.
Entre sus pertenencias,
una extraña nota iba a complicarlo aún más: la palabra “baker” (panadero) escrita al final de la
misma fue relacionada por los interrogadores británicos con un intento de
disimular el apellido de Siegfried Johannes Becker, el jefe del SD en Buenos
Aires y cerebro junto a al coronel Juan Domingo Perón del arriesgado plan de
los militares filo nazis argentinos para que su enviado mantuviera una
entrevista porivada con Adolf Hitler.
La misión de Hellmuth
implicó -por otra parte- una abierta violación de la Argentina a su
compromiso previo de mantener una política neutral durante la Segunda Guerra Mundial, en
consecuencia nuevos inconvenientes no demoraron en llegar. Tal como informó la
inteligencia norteamericana, todo se trataba de “un plan premeditado de los gobiernos del Eje para tomar el
territorio de la
República Argentina como centro de sus actividades ilícitas”. (2)
Tomado de "La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler"
(Marcelo García - Sudamericana - 2017)
(1) “Blue book on Argentina -
Consultation among the american Republics with respect to the Argentine
situation” – Memorandum of the United States Government –
Washington, D.C. – Febrero de 1946.
(2) “La
Argentina ante el
Libro Azul” - Argentina. Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto -
Dirección de información al exterior, 1946.