lunes, 24 de junio de 2013

La foto mentirosa: los norteamericanos y la toma de Iwo Jima

Otra mentira norteamericana: soldados actúan la toma de Iwo Jima como si nada...


La fotografía ha dado la vuelta al mundo y se ha convertido en uno de los íconos indiscutidos de la victoria norteamericana tras la sangrienta Segunda Guerra Mundial. El día 23 de febrero de 1945 el fotógrafo Joe Rosenthal inmortalizó el instante con su cámara fotográfica. Cinco marines de los Estados Unidos y un médico de la Armada colocaban, no sin poco esfuerzo de su parte, una enorme bandera norteamericana en la cumbre del Monte Suribachi, en Iwo Jima, tras una de las más cruentas batallas de la Guerra del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.
La imagen, de una fuerza inusitada y un clima excepcional, fue conocida con el nombre de "Rising the flag on Iwo Jima" (Levantando la bandera en Iwo Jima) y le ha valido a su autor el Premio Pulitzer en 1945. Esa foto siempre ha sido considerada como una de las instantáneas más importantes de la guerra y es, tal vez, una de las más reproducidas de todos los tiempos. Inclusive, la abusiva utilización de la foto por parte del gobierno norteamericano de aquel entonces (y otros posteriores) y los "frutos" comerciales que de eso han derivado, ha causado más de un revuelo y alguna polémica (también generada por los propios soldados retratados en la foto).
Es una imagen genial, sólo que... es falsa.

La verdadera toma de Iwo Jima. Una imagen mucho menos impactante que la mundialmente difundida...


El problema es que cuando Joe Rosenthal tomó la foto "real", el resultado final no fue lo suficientemente impactante. La composición de la foto, la postura de los soldados y una bandera sustancialmente más pequeña que la de la foto que finalmente pasó a la posteridad no causaban la impresión deseada, de modo que una vez que la lucha culminó y los norteamericanos libertarios ya tenían bajo su control a la isla en el Pacífico, se tomó la determinación de "recrear" la heróica escena. Sin vueltas.
Franklin Sousley, Harlon Block, Michael Strank (los tres caídos en combate al continuar la guerra), John Bradley, Rene Cagnon e Ira Hayes quedaron inmortalizados en una fotografía asombrosa y conmovedora, pero actuando la situación, materializando una farsa más, digna de la historia de los Estados Unidos. No sería ni la primera ni la última vez que los norteamericanos "modificaban" la realidad de acuerdo a sus necesidades y a su conveniencia...


FOTOGRAFIAS: 
- Joe Rosenthal

domingo, 23 de junio de 2013

Violación de la legislación internacional: Exterminio de prisioneros alemanes en uno de los campos establecidos por Eisenhower

Soldados alemanes en un campo provisional en Stedal, Alemania, Mayo de 1945.


En una clara violación de la Convención de Ginebra, el 26 de abril de 1945 la cúpula militar de los aliados aprueba la propuesta de Eisenhower privando de todos los derechos solamente a los prisioneros de guerra alemanes en manos de los norteamericanos. Los miembros británicos habían rehusado violar los acuerdos internacionales firmados al adoptar el plan norteamericano para sus propios prisioneros.
Con efecto inmediato todos los miembros de las fuerzas alemanas que se mantienen en custodia norteamericana en la zona de ocupación en Alemania, serán considerados como Fuerzas Enemigas Desarmadas y no tendrán el estatus de prisioneros de guerra.
Dwight D. Eisenhower

A partir de ese momento los prisioneros alemanes quedan privados del derecho internacional, siendo su seguridad transferida a la arbitrariedad de los vencedores. Recordemos que el no respeto del derecho internacional en las cuestiones de guerra es considerado como crimen de guerra.

La cifra de víctimas.
El canadiense James Bacque, autor del libro "Otras pérdidas" explica:
"La cifra total de víctimas se encuentra sin ninguna duda por encima de los 800.000, con casi toda seguridad más cerca de los 900.000 y posiblemente por encima de un millón. Las causas de su muerte fueron esencialmente provocadas por los oficiales del ejército norteamericano, que disponían de suficientes alimentos y otros medios como para poder mantener a los prisioneros con vida. A las organizaciones de ayuda que procuraron auxiliar a aquellos prisioneros les fue prohibido el acercarse. Todo esto fue entonces ocultado y cubierto mediante mentiras.... Las actas y pruebas fueron eliminadas, manipuladas o guardadas secretamente. Esto continúa así todavía hasta la actualidad".
James Bacque, investigador canadiense.

Crimen de odio.
En una carta a su esposa, fechada en septiembre de 1944, Eisenhower exclamó: "Dios, odio a los alemanes..." ("God, I hate the Germans...")[1]. Antes, en frente del embajador británico en Washington había dicho que todos los oficiales del Staff de Generales alemanes (unos 3.500 aproximadamente) deberían ser "exterminados". El doctor Ernest F. Fisher jr., Mayor del Ejército de los Estados Unidos, escribió:
"El odio de Eisenhower, tolerado por una burocracia militar que le era dócil, produjo el horror de los campos de la muerte, algo incomparable con cualquier otro suceso a lo largo de la historia militar norteamericana".
En vista de las catastróficas consecuencias de aquel odio y de la indolente indiferencia que la oficialidad de la SHAEF (del comando central de las fuerzas expedicionarias aliadas) se mostró la más dolorosa cara del ejército norteamericano.




Fuente original: Rafael Nacher Perez

sábado, 22 de junio de 2013

Othon Corrêa Netto: heróico piloto brasileño en la Segunda Guerra Mundial

Othon Corrêa Netto, pilto brasileño en la Segunda Guerra Mundial.


Tarde soleada en el aeródromo militar de San Giusto, Pisa, Italia. El sonriente piloto con su pulcro uniforme verde oliva y un impresionante palmarés destacado en el lateral de su Republic P-47D-25-RE Thunderbolt es Othon Corrêa Netto, uno de los 48 pilotos de combate brasileños que cumplían servicio en el "1° Grupo de Aviação de Caça" y que desde finales de Octubre de 1944 hasta principios de Marzo de 1945 hizo su trabajo como parte de las fuerzas aliadas que dieron lucha en la campaña de Italia, durante las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

La sonrisa y la estampa cuasi legendaria de Othon Corrêa Netto antes de cumplir con la 58ª misión de su dilatada trayectoria como aviador de guerra, desaparecerían al promediar aquella jornada del 26 de Marzo de 1945 cuando su avión fue derribado por las baterías antiaéreas alemanas en las cercanías del puente de Casarsa, al oeste de Udine, en Italia. Othon Corrêa Netto fue capturado vivo, sano y salvo, por los nazis y recluído en un centro de detención. Otros tres compañeros suyos en la Fuerza Aérea Brasileña también habían sido derribados por los alemanes pero lograron escapar antes de ser capturados. Othon logró regresar finalmente a su escuadrón siete días después del final de la guerra y tras sus heróicas acciones en combate fue condecorado con sendas medallas de honor por la Fuerza Aérea de Estados Unidos y la de Gran Bretaña.
Othon Corrêa Netto vivió para contarlo y se retiró años después de la Fuerza Aérea de su país con el grado de Brigadier General. Ha sido toda una leyenda en el mundo de la aviación militar y falleció el 7 de Abril de 2008 a la edad de 87 años. Su estampa romántica, signo de aquellos tiempos de la aviación, y su sonrisa entradora quedaron grabadas también como parte de la triste historia de horror y muerte de los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial.


jueves, 20 de junio de 2013

Rosita Serrano: "El ruiseñor chileno" que deslumbró a los jerarcas del Tercer Reich

 Rosita Serrano, Die chilenische Nachtigall (el ruiseñor chileno).


El 10 de Junio de 1914 nacía en la ciudad de Viña del Mar, en Chile, María Martha Esther Aldunate del Campo. Hija de un reconocido diplomático chileno llamado Héctor Aldunate y de la soprano Sofía del Campo, se convirtió de buenas a primeras en una cantante que supo realizar, durante los años '30, una gira internacional por Europa que significaría un giro total en su vida. En 1930 daba comienzo una particular carrera artística que la llevaría a países como Brasil, España, Francia y Portugal, para terminar llegando en 1936 a la Alemania nazi.
Para ese entonces había adoptado el nombre artístico de Rosita Serrano y su presentación, durante 1937, en el Teatro Metropolitano de Berín le valió saltar a la fama en aquella Alemania tan convulsionada.
El director de orquesta, compositor y pianista austro-alemán, Peter Kreuder, la introdujo de inmediato en el círculo íntimo de los jerarcas nazis, logrando que éstos lleguen no sólo a admirarla sino también a colaborar en la difusión de sus presentaciones. Rosita Serrano puso el toque final a la sensación que provocaba en la Alemania nazi al cantar grandes canciones en el idioma del país que la había recibido con las puertas de par en par.

 
El Ruiseñor de Hitler en uno de los tantos mitines nazis de la época.


La llegada al entorno de los jerarcas nazis le valieron su participación, muy solicitada por cierto, en diferentes mitines políticos del régimen nazi y tantísimas ceremonias del Partido Nacional Socialista. Rosita Serrano (años después) declaraba que no sentía particular simpatía por los nazis (tampoco expresaba claramente una antipatía manifiesta) y así las cosas "le daba lo mismo" lucir brazaletes con la Cruz Esvástica o incluso realizar sus famosas presentaciones con la bandera nazi como telón de fondo. Más allá de su supuesta "inocencia" o su fenomenal capacidad para "aprovechar"  las ventajas que le daba ser parte del entorno nazi (también supo ser protagonista exclusiva de muchos filmes realizados bajo el ala de los nazis y su infernal maquinaria propagandística), su voz aterciopelada y suave dejó de "caer simpática" en Alemania una vez que la cantante comenzó a ofrecer conciertos benéficos para niños judíos y refugiados daneses en Suecia. Sucedió en 1943 y eso marcó el final de esa complicada "historia de amor" entre Rosita, el ruiseñor de Hitler (como también solían apodarla) y la cúpula nazi.
Fue expatriada ese mismo año alternando también actuaciones en Africa y algunos lugares de América.

Si Rosita había caído en desgracia en los '40 al cantar para judíos europeos, aquella antipatía de los jerarcas (y sus continuadores) se marcaría profundamente en los años '50 cuando contrajo matrimonio con un millonario judío sefaradí llamado Jean Aghion, radicado en El Cairo, Egipto.
Las vueltas de la vida hicieron que durante los años '60 "die chilenische Nachtigall" (el ruiseñor chileno) regresara a Alemania convocada por algunas cadenas televisivas que pretendieron darle un renacer a su maltrecha carrera como cantante. Había vuelto a ser una sensación en aquella Alemania que, aún en los años '60, no había cambiado tanto como muchos podían llegar a creer (más de un nazi reconocido andaba pululando por las calles y en puestos claves del gobierno...).

Su definitivo regreso a Chile le valió la admiración, la cercanía y la confianza de otro oscuro personaje que (definitivamente) hizo dejar de lado aquello de su supuesta "inocencia" ante el régimen hitleriano: su más destacado admirador en Chile era el dictador Augusto Pinochet.
Luego, con la llegada de los gobiernos de la Concertación, su carrera pasó al olvido y su cuenta bancaria quedó reducida a la nada misma. Rosita Serrano falleció de bronconeumonía (y en la indigencia más absoluta) a la edad de 83 años en el Hospital del Tórax en la ciudad de Santiago de Chile. El Ruiseñor de Hitler había dejado de cantar para siempre...


Alemania nazi, 1937: El presentador anuncia a "Rúsita" Serrano...




domingo, 2 de junio de 2013

La inesperada y oportuna ayuda de Eva Perón a los pobres "cabecitas negras" de Washington

Eva Perón.


Para los Estados Unidos aquella jornada del año 1949 debía ser de júbilo y fiesta nacional. Harry Truman asumía la presidencia del país y se encaminaba reforzar los actos de gobierno con los que había dejado su lamentable huella en el período anterior. Truman, aquel granjero norteamericano que de la noche a la mañana había sucedido al fallecido Franklin D. Roosevelt había querido pisar fuerte y sin dudarlo lanzó las criminales bombas sobre Hiroshima y Nagasaki poniendo fin (?) a la Segunda Guerra Mundial. Tras aquellos actos de puro terrorismo, Truman creyó que se llevaría el mundo por delante (en parte ya lo había hecho...) pero se topó con un hecho que estaba destinado a enfurecerlo como pocas veces alguien lo había logrado.
Mientras las más importantes delegaciones mundiales llegaban a Washington para participar de la asunción de Truman como nuevo presidente de Estados Unidos, llegaba también a la embajada argentina en la capital norteamericana un comunicado que tuvo (en sentido figurado) efectos similares al de aquellas bombas sobre Japón.

Truman recibía una bofetada en su propia casa. La carta recibida en la embajada argentina aquel 21 de enero de 1949 provenía de la Fundación Eva Perón, en Buenos Aires, y anunciaba que al día siguiente de la asunción presidencial de Truman se haría efectiva la entrega de ropa de abrigo y calzado proveniente del gobierno argentino y cuyos destinatarios eran los pobres que habitaban los suburbios de la ciudad capital norteamericana. Eva Perón no hacía nada por casualidad y todos sus actos buscaban lograr un cometido. No era espontánea y sabía pegar siempre donde más dolía. En eso también era una experta.
La fundación que comandaba la mujer más importante de la Argentina de entonces había diagramado un sistema de ayuda junto a la Children's Aid Society para unos 600 indigentes de Washington, lo cual incluía prendas de abrigo y calzado fabricados en la Argentina. El encargado de recibir el envío argentino en Washington era el reverendo Ralph Faywatters, quien estaba al tanto de las verdaderas intenciones de Evita. Faywatters se encargó no sólo de ser el "cartero" que anunció la "buena nueva" de la llegada de la ayuda argentina a Washington, sino que además se encargó de organizar a otras tantas instituciones de ayuda social en Estados Unidos, con lo cual puso en alerta a muchas personas que efectivamente necesitaban ayuda de alguien, aunque fuera de Evita y Perón.
El mensaje de Evita era claro: en los Estados Unidos también había pobreza y qué mejor manera de dejarla al descubierto (y de paso dar una bofetada al gobierno norteamericano) que enviando una ayuda inesperada.
Los destinatarios de aquella ayuda "desinteresada" de Eva Perón y del gobierno que encabezaba su esposo, Juan Domingo Perón, eran 600 niños pobres, negros, que se encontraban en los barrios más marginales de Washington. El gobierno norteamericano pidió explicaciones de inmediato tras lo cual los diferentes medios se hicieron eco del "escandalo" internacional y el golpe de knock-out recibido por Truman. La agencia AFP se encargó de aclararlo todo con un poco creíble: "No hubo intención de demostrar que en un país rico cual es Estados Unidos, hay niños pobres"...
La revista Newsweek llevó el caso a su portada con el sugestivo titular de "Señora pockets" (Señora bolsillos) y Times ocupó su primera plana con un contundente "Helping hand" (Mano que ayuda). No fueron los únicos medios que dieron espacio al dolor de cabeza de Truman...

Cobertura en los medios norteamericanos.


A Truman le costó digerir ese trago amargo y removió cielo y tierra para evitar que la ayuda se concrete de manera efectiva dejando al descubierto la pobreza en la mismísima ciudad de Washington.
La embajada argentina esbozó una inconsistente explicación alegando que en realidad lo de la superposición de fechas (la asunción de Truman y la llegada de la ayuda argentina) era mera coincidencia. Nadie lo creyó, ni Evita, por supuesto.
Aquel gesto de típica filantropía peronista destinada más a desarmar a "la contra" antes que a ayudar concretamente a los más necesitados logró todo lo esperado y deseado por Eva Perón. Impacto en los destinatarios y un sabor a victoria enviciada de revancha y venganza tan habituales en la abanderada de los humildes.
Años más tarde fueron encontrados rebiosos manuscritos de puño y letra de Eva Perón y en uno de ellos se leía claramente "la pasada de facturas" propinada por Evita, en ese caso al gobierno norteamericano, que con tan malos ojos veía al dictatorial gobierno peronista elegido por el voto popular. Decía Evita sobre aquella ayuda "desinteresada" y sin "doble intención":
"Sirva de ejemplo este acto y esta ayuda que lo hacemos con todo respeto y todo carinño por el gran pueblo de los Estados Unidos y humildemente le hacemos llegar nuestro granito de arena de ayuda. Este avión argentino que llegará a Estados Unidos representa a la bondad de nuestro conductor y lo que somos capaces de hacer por el desposeído, esté donde esté y se encuentre donde se encuentre".

Tras la prosa y la verborrágica dialéctica de Eva Perón, Harry Truman supo leer toda la rabia, el odio y el fanatismo de una mujer que solía hacer gala de esos dudosos atributos más a menudo de lo imaginado. Las enormes diferencias insanjables entre el gobierno de Estados Unidos y el demagogo y poco afecto a la pluralidad gobierno de Juan Domingo Perón quedaron marcadas de manera inocultable tras este episodio enviado desde "el más allá" por la Santa Evita, endiosada como nunca por su altanería y sus reacciones intempestivas, agrandada por un poder absoluto que ella y su marido habían forjado a fuerza de palo y chicana para con quienes no pensaban como ellos. La pedantería en su máxima expresión. Aquella ayuda de Evita a los "cabecitas negras" norteamericanos llegó y lejos de calmar los ánimos y los espíritus, lejos de dar sincero y desinteresado abrigo a los desposeídos, revolvió el avispero como tantas otras veces supo hacerlo a lo largo de su historia...Después de todo, era su especialidad.


miércoles, 29 de mayo de 2013

Jakov Djugashvilii: el hijo de Stalin capturado por los nazis

 Jakov Djugashvilii detenido por los nazis.


El 16 de julio de 1941, cerca de Vitesbsk (Rusia), se libró la durísima batalla de Smolenko. Allí las tropas nazis capturaron, entre otros, a un joven militar soviético de 34 años quien al ser interrogado tras su detención dijo que su nombre era Jakov Djugashvilii.
El joven Jakov era un ingeniero civil que durante la segunda guerra mundial cumplía funciones de Teniente de Artillería al comando de una batería del 14° Regimiento de Obuses, 14° División de Tanques.
De las tantas versiones que se han contado sobre aquella jornada bélica, la que más hondo ha calado y que más verosimilitud tiene es aquella que dice que los alemanes estaban aún muy golpeados (y no era para menos) tras el desastre en Stalingrado, buscando por todos los medios lograr la recuperación del Mariscal de Campo Friedrich von Paulus (prisionero de los rusos), cosa que pensaban podrían llegar a lograr a través de la intermediación de la Cruz Roja Internacional. La idea era intercambiar al "desconocido" prisionero ruso Jakov Djugashvilii mano a mano por Friedrich von Paulus.
Cuando la propuesta llegó a oídos del brutal y sanguinario Iósif Stalin, líder de la Unión Soviética, éste no pudo menos que rechazar totalmente aquella alocada e inconducente propuesta que los nazis habían osado realizar. A Stalin no le gustaba nada la idea de negociar, sea lo que sea, con los nazis y mucho menos le gustó la propuesta tras escuchar el nombre del prisionero ruso que los nazis pretendían devolver.
Las vueltas de la vida, el destino o vaya uno a saber qué cosa, hicieron que el nombre de Jakov Djugashvilii llegara hasta Stalin, provocándole al tirano ruso un escozor que difícilmente haya experimentado alguna otra vez. Jakov Djugashvilii era, ni más ni menos que, su hijo.

Stalin no se ha caracterizado jamás por su compasión o sus buenos sentimientos, por lo cual si alguien albergaba esperanzas de que finalmente aceptara intercambiar a Friedrich von Paulus por su hijo estaba más que equivocado. Quienes han estado cerca del dictador ruso aseguraron por entonces que Stalin dijo  "Yo no tengo ningún hijo llamado Yakov" a lo que luego agregó que "la Unión Soviética no intercambia Mariscales de campo por soldados rasos..."

Iósif Stalin (cuyo verdadero nombre era Iósif Vissariónovich Djugashvilii) siempre estuvo enfrentado con su hijo, de quien además con el paso del tiempo se fue distanciando paulatinamente. Su costumbre era por lo general detener a los familiares de los soldados capturados por el enemigo o que se rendían en combate, por lo cual su primera reacción tras enterarse de la captura de Jakov fue ordenar la detención de la esposa del soldado capturado por los rusos. Ni con su sangre hizo la más mínima excepción... Stalin detestaba desde hacía mucho tiempo a Jakov, e incluso llegó (como en este caso) a negarlo en reiteradas oportunidades. Cuenta la historia que muchos años antes y por un desengaño amoroso Jakov intentó suicidarse sin éxito, tras lo cual fue el propio Stalin quien le dijo a un allegado: "Ni siquiera sabe hacer eso". Stalin estaba convencido de la cobradía de su hijo y fue eso lo que lo llevó a pensar que Jakov en realidad se había rendido ante los nazis sin luchar. No iba a remover cielo y tierra por ese perdedor de Jakov, mucho menos teniendo en mente a los millones de valientes soldados rusos que daban la vida disparando contra los nazis. Jakov, según Stalin, no lo merecía. Para rematar la faena Stalin dijo (creyendo que Jukov sería ejecutado de inmediato por los nazis): “Una única muerte es una tragedia, un millón de muertes es una estadística”.


 Jakov Djugashvilii detenido por los nazis y declarando antes sus captores.


Jakov Djugashvilii fue enviado por los nazis al Campo de Concentración de Sachsenhausen y allí permaneció penando por espacio de dos años. Fue recién en 1943 que las autoridades nazis del campo recibieron (no con poca sorpresa) un dato estremecedor: Jakov Djugashvilii era el hijo del tirano ruso, su peor enemigo, el atroz Iósif Stalin. El "chisme" les había llegado de boca de uno de los compañeros de barraca de Jakov...
Los nazis creyeron que su gran oportunidad había llegado y le propusieron a Jakov la oportunidad de poder "pasarla mejor" en el campo a cambio de información de primera mano sobre el dictador Stalin. Jakov Djugashvilii se mantuvo imperturbable y no varió en nada su postura, negándose a colaborar con el enemigo y guardándose para sí mismo todo lo que pudiera contarles sobre su renegado padre.
La vida llegó a su fin para Jakov Djugashvilii el 15 de abril de 1943 en el Campo de Concentración de Sachsenhausen. Inicialmente se hizo correr la voz de que se había suicidado, pero las fuentes más confiables aseguran que en un vano intento de escape las balas nazis dieron en su espalda y su cuerpo quedó entremezclado con el alambre de púa de su prisión. La foto del cuerpo inerte ha sido conmovedora para miles de personas a través de los años, que han considerado esa imagen como un ícono del intento de librarse de las garras de la opresión y la barbarie, la de los nazis y la de Stalin. Muchos se han conmovido, menos su padre...


 Jakov Djugashvilii murto en el Campo de Concentración de Sachsenhausen.



martes, 28 de mayo de 2013

John F. Kennedy y su admiración por Adolf Hitler

John F. Kennedy, admirador de Adolf Hitler.


Dicen por allí que la vida te da sorpresas y en ésto, muchos de los grandes líderes de la historia de la humanidad, son verdaderos expertos. John Fitzgeral Kennedy, quien fuera presidente de los Estados Unidos de América y cayera ante las balas de quienes supuestamente se habían sentido tocados por su aparentemente firme oposición a las sociedades secretas y los grandes negociados desde la Casa Blanca, no ha sido la excepción.
Como casi siempre sule suceder, la imagen impoluta, inmaculada, progresista, respetuosa de las libertades y los derechos de la que han gozado muchos personajes históricos y que se nos "cuenta" desde la historia oficial también tiene...su Historia Lado B.

El gran demócrata norteamericano, ese mismo Kennedy que supo captar adeptos y admiradores incluso fuera de las fronteras norteamericanas, creyentes de sus ideales libertarios y de su clara postura en favor de los derechos universales, había realizado un largo viaje por Europa muchos años antes de pasar a la historia y ser una auténtica celebridad mundial. Entre 1937 y 1945, un veinteañero John Fitzgeral Kennedy recorrió de lado a lado el maltrecho continente europeo y pudo experimentar de primera mano cómo era la Europa en los días previos a la segunda guerra mundial y también aquellos en los que se tuvo que sufrir los golpes de la más cruenta contienda bélica vivida hasta ahora.

Kennedy dejó todo registrado en su diario personal y también plasmó sus pensamientos en un sinfín de cartas enviadas desde Europa, material que ha recuperado el escritor Oliver Lubrich en su libro (pronto a editarse en el momento de redactarse este post) "John Kennedy entre los alemanes. Diarios y cartas 1937-45". De todo el material recopilado de los archivos personales de Kennedy hay muchas cosas que llaman la atención pero ninguna como ciertas constancias sobre su profunda admiración hacia el nazismo imperante y hacia el nefasto Adolf Hitler. No faltan también las ponderaciones hacia Mussolini y el fascismo italiano, por supuesto. Sorprende ¿Sorprende?

Decía Kennedy en su diario personal en la página correspondiente al 3 de agosto de 1937: “Dormí mucho y con un Tour de American-Express llegué a Milán. Bella catedral, una de las más grandes del mundo. Leo a Gunther y llegué a la conclusión de que el fascismo es la cosa más justa para Alemania e Italia, el comunismo para Rusia y la democracia para los Estados Unidos de América”.
Y luego agregaba: “No existe duda de que estos dictadores en sus países, gracias a sus eficaces propagandas, son más amados que afuera” sin dudar un instante declarándose en esas mismas páginas como un "gran fanático de Hitler", según sus propias palabras.

Diarios privados de John F. Kennedy.


Si bien podría llegar a creerse (muy vagamente) que Kennedy "desconocía" algunas cosas que se daban en aquella sanguinaria Europa amenazada (y algo más) por los nazis (de hecho su padre había tenido muy buena relación con los jerarcas nazis del momento...), eso no puede decirse ya en las postrimerías de la segunda guerra mundial. Decía Kennedy en su diario llegando a mediados del año 1945:
“Todo está destruido. No existe un edificio que no esté incendiado. En algunas calles el olor de los cadáveres es terrible”. “La ilimitada ambición por su país lo volvió una amenaza el mundo. Sin embargo, tuvo algo misterioso en su modo de vivir y en su modo de morir, que lo sobrevivirá y crecerá. Tenía la pasta de la que están hechas las leyendas”.

Vamos de nuevo con sus palabras finales sobre Hitler: "Tenía la pasta de la que están hechas las leyendas”...