martes, 13 de marzo de 2012

Wilfred von Oven: secretario de Joseph Goebbels y vecino de Buenos Aires hasta 2008

Wilfred von Oven a sus 96 años en Buenos Aires (izquierda) y vistiendo su uniforme en los días de la guerra (derecha).

Para todos aquellos que descreen sistemáticamente de la presencia y buena vida de los nazis de la segunda guerra mundial en la Argentina (o simplemente pretenden mirar hacia otro lado), el caso de Wilfred von Oven es un baldazo de agua fría. Este alemán que en sus años mozos era delgado, esbelto y prolijo (en su aspecto), nacido en La Paz, Bolivia, el 4 de mayo de 1912, se adhirió al Partido Nacional Socialista y fue parte de las SA (Camizas Pardas) hasta darse de baja de la "insitución" y pasar a actuar arma en mano en la "Operación Barbarroja", la invasión alemana a Rusia en 1941, como integrante de las divisiones Panzer de la Wehrmacht.

Las vueltas de la vida, quisieron que a Joseph Goebbels se le ocurriera la idea de hacer que algunos integrantes del ejército alemán en las diferentes campañas de conquista se convirtieran en cronistas en el campo de batalla además de ser soldados. Eran las llamadas "tropas de información" y von Oven se destacó más que otros en esa tarea de redactar informes y crónicas directamente desde el lugar de los hechos. A Goebbels (y dicen que también a Hitler) le llamó la atención uno de los informes de von Oven y decidió llamarlo para recompensarlo. Ese "regalo" de Goebbels se materializó con la salida de von Oven del durísimo e inclemente frente ruso y su traslado directo a Berlín para comenzar a cumplir las funciones de auxiliar directo (concretamente: secretario) del siniestro Ministro de Propaganda del Tercer Reich. La relación de von Oven y Goebbels fue de lo más cordial y de mutua admiración, teniendo su último episodio en la capital alemana el 22 de Abril de 1945 cuando Goebbels se despidió de von Oven para ir junto a Hitler al bunker subterráneo de la Cancillería.

Von Oven intentó seguir a Goebbels a la Cancillería pero el ministro nazi le dijo que permaneciera en su oficina "arreglando todos los papeles". Luego el final de la guerra y un poco después, la llegada de Wilfred von Oven a la Argentina amparado por las autoridades de turno y siendo parte de los contingentes de nazis "puestos a salvo" por una impresionante red internacional. Wilfred von Oven fue prisionero de los ingleses hasta 1952, año en el cual se trasladó a Argentina con la primera de sus tres esposas (enviudó tres veces el hombre...) y sus dos hijos. Von Oven inicialmente tuvo la esperada protección, lo que implicaba una identidad falsa en sus documentos y luego, siguió contando con esa misma protección, sólo que a partir de cierto momento con la ayuda de la impunidad: al poco tiempo de llegado a la Argentina volvió a usar su verdadero nombre y nunca nadie, jamás, le tocó un pelo... Con ese mismo nombre, firmaba su trabajo en Argentina como jefe de redacción del periódico alemán "Freie Presse".

Extracto de entrevista a Wilfred von Owen en Bella Vista (Buenos Aires, Argentina, 2008). Impunidad total. Sin palabras...

Esta mano derecha de Goebbels vivió en Argentina, en un chalet ubicado en Bella Vista, Gran Buenos Aires, desde 1952 hasta el 13 de Junio de 2008, momento en el que falleció a los 96 años, solitario, rodeado de hijos, nietos y bisnietos, llevándose a la tumba los recuerdos y secretos de aquellos nefastos y oscuros días de Nacional Socialista en la Alemania del Tercer Reich. Vivió plácidamente en la Argentina, amparado, protegido, avalado y (por muchos, increíblemente) respetado y admirado. No fue el único, eso es lo peor.
 

lunes, 12 de marzo de 2012

La pista inglesa: ¿Churchill mandó matar a Mussolini?

Cuerpos de Mussolini y su esposa (segundo y tercero desde la izq.) y Churchill.

Lo maquiavélico de ciertos actos perpetrados por Winston Churchill, primer ministro británico durante los oscuros días de la segunda guerra mundial, no siempre han ocupado la primera plana de los diarios y mucho menos han sido los que más se han destacado en los relatos que hablan de lo que hizo o lo que dejó de hacer ese hombre que goza de gran reputación en la "historia oficial". Churchill no era un santo, Nadie lo es, por supuesto, pero el caso del mandamás inglés es muy particular dado que ha pasado a la historia como un hombre impoluto y carente de toda hilacha capaz de hacerlo tambalear en la memoria colectiva.
Así como ha quedado demostrada la trampa que Churchill le tendió a Rudolf Hess en 1941 haciéndole creer que efectivamente estaban llevando a cabo tratativas de paz (ésto es algo penado como crimen de guerra), ahora sale a la luz otro hecho que pone de manifiesto lo sistemático del uso de la mentira y el ocultamiento de parte de Churchill en su accionar.

Durante muchos años se ha creído que la muerte del Duce, Benito Mussolini, y su mujer Clara Petacci había sido entera responsabilidad de partisanos italianos furiosos con el rabioso dictador. Los libros de la historia oficial, el Lado A, dicen eso y así quedará registrado para todos los tiempos. Algo de verdad hay en eso, sin embargo hace poco se han dado a conocer las declaraciones de un partisano de entonces, quien además escribió un libro en 1978 llamado "Aquel 28 de Abril" (N. de la R.: fecha de la muerte de Mussolini), quien asegura que ha sido él mismo quien disparó contra el fascista dictador italiano. Bruno Giovanni Lonati (en la segunda foto de la nota), era el comisario político de la 3ª Brigada Partisana "Garibaldi" y afirma sin temor a equivocarse que los hechos no han sido tal como se escribieron en la historia hasta ahora conocida.

Bruno Giovanni Lonati (laprovinciadilecco.it)

La versión de Bruno Giovanni Lonati apunta directamente a seguir la llamada "pista inglesa" y hace concreta referencia a que el cerebro tras la solicitud de asesinato de Mussolini, no ha sido otro más que el propio Winston Churchill. Los motivos no serán difíciles de encontrar: tanto Churchill como Mussolini compartían un sentimiento imposible de ocultar, su profundo odio al comunismo. Dada esta situación entre ambos, se sabe que Churchill mantuvo durante largo tiempo una fluída comunicación con el Duce a través de cartas personales y cuando el final llegó inexorable para el líder italiano, Churchill creyó conveniente no sólo eliminarlo sino también deshacerse de la tan conflictiva correspondencia entre ambos.
Aquel 28 de Abril de 1945, todo se habría dado de "maravillas" para Churchill. Mussolini siempre viajaba con una valija cargada de su correspondencia más secreta y confidencial, también (obviamente) las cartas de Churchill. En aquella jornada se dio la chance de exterminar todo de un plumazo: Mussolini, su mujer y las cartas comprometedoras para el flemático y duro primer ministro inglés. Todo fue destruído.

Bruno Giovanni Lonati, finalmente, tenía algo más para agregar: si bien él efectivamente era un partisano y había disparado contra Mussolini, la orden de ejecución contra el dictador se la dieron directamente agentes del servicio secreto británico.

domingo, 11 de marzo de 2012

El abrazo entre Eisenhower y Franco: el aval del "mundo libre" a la dictadura española

El obseno abrazo entre Eisenhower y Franco en la base aérea de Torrejón.

El 21 de diciembre de 1959 quedará por siempre grabado en la memoria como un día en el que el por entonces presidente de Estados Unidos, Dwight D. "Ike" Eisenhower y el dictador español Francisco Franco, se fundieron en un abrazo que dejó perplejos a propios y a extraños. Atrás quedaban el ostracismo y el oprobio de 1945. Para los norteamericanos, defensores de la libertad de los pueblos, poco y nada tuvieron que ver todas y cada una de las acciones de un Franco que supo ser aliado incondicional de Adolf Hitler durante la segunda guerra mundial. El presidente del "mundo libre" llegó a España sin ocultar un entusiasmo tan incomprensible como obseno. "Ike", tras bajar del avión,  se despachó con un discurso que como resumen dejó sus palabras de satisfacción "por cumplir uno de sus sueños. Llegar a España..."

Tras una breve visita que reunió a más de 500 periodistas (entre extranjeros y españoles), 10 autobuses para comitivas, 15 cabinas de transmisión para los medios de comunicación, 110 aparatos telefónicos para comunicar "la buena nueva" al mundo entero, siete líneas para fototelegrafiar, centenares de cámaras de televisión de los medios mundiales y a casi 1 millón y medio de españoles vitoreando el encuentro, el presidente norteamericano y el caudillo dictador español se abrazaron al pie de la escalinata del avión en la base aérea de Torrejón, cerca de Madrid, para sellar lo impensado: el formal apoyo de los Estados Unidos a la más sangrienta y feroz dictadura de la historia española.
Si faltaba alguna otra prueba para demostrar que Francisco Franco se había salido (parcialmente) con la suya, ahora los hechos se encargaban de eliminar la duda: España lograba cambiar el aislamiento al que había sido sometida desde finales de la segunda guerra mundial, por una complicada y dudosa integración al sistema diplomático, militar y (por supuesto) económico de occidente.

No importaba ya si Franco había apoyado a Hitler. No importaba si la nación que dice defender los derechos humanos en cada rincón del planeta hacía la vista gorda ante las atrocidades franquistas de la España de entonces. No importaba nada. Después de todo, al fin y al cabo, los Estados Unidos (de siempre) y la España (de Franco) estaban firmemente unidas por algo: su desbocada y frenética lucha contra el comunismo.

Para España llegaron grandes cambios que difícilmente puedan opacar lo obseno del encuentro: España logró entrar en la Organización mundial de la Salud, la UNESCO y la OIT, entre otras cosas. Rápidamente y tras este aval norteamericano a la dictadura de Franco, España viró bruscamente de una economía agrícola a una decididamente industrial. España también logró su ingreso al Fondo Mundial Internacional, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación Económica Europea y finalmente logró mostrar "orgullosa" al mundo como su tasa de crecimiento anual real llegaba al 7% y cómo ingresaba al círculo "exclusivo" de los países con una renta por habitante superior a 2.000 dólares.
España quedó dividida una vez más (como si ya no lo estuviera). Tristemente dividida, entre los aduladores de las "supuestas mejoras económicas y el atropello al otro" y los españoles que aún soñaban con una patria en donde el respeto, la dignidad humana, la libertad y la unidad real fueran algo posible.

La poco decorosa memoria siempre tan selectiva norteamericana, una vez más exhibida en la máxima expresión. Los planes de eternizarse en el poder ilegítimo que ostentaba, vilmente utilizados como centro de la cáscara que pretendía mostrar un amor incondicional por España por parte de Franco, también elevados a la máxima potencia.
Ese abrazo, obseno y prepotente, entre Eisenhower y Franco, les costó caro a los españoles. Muy caro.

jueves, 8 de marzo de 2012

Thomas Watson y el Holocausto: Cuando Hitler quiso una lista de los judíos, IBM le mostró cómo hacerla

Adolf Hitler dialoga con amigos. A su izquierda, Thomas Watson, fundador de la IBM.

Thomas Watson empezó a hacer sus primeras armas en el mundo de los negocios como un modesto vendedor ambulante de máquinas de coser y pianos. Sabor a poco para alguien que años después esgrimiría como frase de cabecera que "si uno quiere ser mañana una gran empresa, debe empezar hoy mismo a actuar como si lo fuera". El camino ascendente de Watson en los negocios, comenzó en realidad en 1895, cuando contando con 21 años de edad, se unió a una de las compañías más rapaces de entonces, la NCR (National Cash Register), una empresa fabricante de máquinas registradoras. Durante más de 17 años Watson hizo de todo para convertirse en el vendedor estrella de la compañía, sin dudar a la hora de utilizar los métodos más bajos y viles para eliminar a la competencia, tales como incendios de locales, sobornos, utilización de patotas para intimidar, etc. En 1912 Watson y los suyos fueron acusados formalmente por el gobierno por conspiración criminal para restringir el comercio y establecer un monopolio. El monstruo se estaba gestando.

Años más tarde Watson renunció a su cargo en NCR y se unió a Charles Flint, presidente de la CTR (Compañía Tabuladora Registradora). Flint era otro conspícuo personaje sin escrúpulos que, además de haber sido uno de los primeros norteamericanos en tener un auto, se dedicaba a comerciar armas y buques simultáneamente a países que eran enemigos entre sí, como por ejemplo Japón y Rusia o Chile y Perú entre otros. Junto a Flint, Watson, también aprendió a perfeccionar el sistema de "Trust", por medio del cual a través de combinaciones empresarias y maniobras secretas destruían literalmente a la competencia. Thomas Watson era paternalista y fundamentlmente autoritario, incluso llegando a obligar a sus empleados el modo en que debían vestirse (con trajes negros y camisa blanca) y también ordenando que se componga una canción en su nombre para recibirlo en la empresa. El monstruo seguía creciendo...

A partir de 1924 cambió el nombre de CTR por el de IBM (International Business Machines) y desde entonces ya nada sería igual. Ni para él ni para muchos otros.
Entrada ya la década del '30, Watson comenzó a viajar asiduamente a Alemania, cosa que se hizo de manera regular y sistemática entre 1933 y 1939. La amistad y admiración mutuas entre Watson y los principales jerarcas del Partido Nacional Socilista, Hitler a la cabeza, hizo que entre otras colaboraciones Watson y la IBM llevaran adelante el censo de Alemania en 1933. Los datos arrojados por el censo y el pormenorizado trabajo de IBM le permitieron a Hitler contar con el primer listado completo de todos y cada uno de los judíos de Alemania. IBM siempre había sido presentada por Watson como "una compañía de soluciones". Hitler, por supuesto buscaba esas "soluciones" (finales) y Watson estaba empezando a dárselas.

La máquina Hollertih y Thomas Watson.

La eficiencia de Watson hizo que Hitler lo condecorara a través de Hermann Göering, premiándolo con la Cruz al Mérito del Aguila Germana, la máxima distinción del Tercer Reich para personalidades extranjeras (como Henry Ford, por ejemplo). Pero ese entusiasmo mutuo no se detendría allí, sino que eso sería el comienzo de la puesta en marcha de una infernal y siniestra maquinaria en la que los dos, Thomas Watson y Adolf Hitler eran los principales engranajes. Watson, ni bien empezada la segunda guerra mundial, buscó a través de intermediarios, que las más avanzadas máquinas de tabulación de tarjetas perforadas llegaran al Tercer Reich y de ese modo ofreció nuevamente "soluciones" a Hitler. Desde entonces la filial alemana de IBM, la Deustche Hollerith Maschinen Gesellshaft (Dehomag), diseñó y perfeccionó un complicado sistema de entrecruzamiento de datos, direcciones, cuentas bancarias, orígen etc. de los judíos de Alemania a través de las tarjetas perforadas Hollerith pero adaptadas a sus nuevas necesidades. De este modo es que Hitler comenzó a "automatizar" la persecución de judíos, gitanos, religiosos y otros inadaptados sociales (según su punto de vista), para después poder confiscar sus bienes, deportarlos, utilizarlos como mano de obra esclava o bien confinarlos en los campos de concentración de manera mucho más sencilla y efectiva.

Esas mismas tarjetas perforadas se utilizaban en los campos de concentración. Al ingresar cada prisionero recibía un número de identificación Hollerith. Las tarjetas eran rectangulares, de trece centímetros de largo y 8 de alto, estando divididas en columnas numeradas con perforaciones en cada hilera. Había en total 16 diferentes categorías de tarjetas según la ubicación de las perforaciones, estando asignados números según el tipo de prisioneros. Así, los judíos tenían el número 8. los homosexuales el 3, los gitanos el 12 y los "antisociales" el 9, sólo por nombrar a algunos. Dado ésto, podemos decir que estas tarjetas eran ni más ni menos que códigos de barras para seres humanos.

La tarjeta perforada Hollertih.

Al respecto el escritor Edwin Black, autor del libro "IBM y el Holocausto" ha dicho de manera magistral que: "cuando Alemania quiso una lista de los judíos, IBM le mostró cómo hacerla".

Watson, sin embargo, seguiría mostrando la hilacha. Ni bien ingresados los Estados Unidos a la segunda guerra mundial, devolvió la condecoración entregada por Hitler, intentando comenzar a limpiar su prontuario.
La historia dice además que ningún ejecutivo de la IBM fue llevado por los aliados al banquillo de los acusados en los juicios de Nuremberg.
Watson, tras finalizar la guerra, descubrió no con poca satisfacción que la fábrica de IBM en Alemania no había recibido ni un rasguño ni de parte de los bombardeos alemanes ni del lado de los aliados. Zona protegida.
El magnate empresario norteamericano también encontró una muy buena manera de demostrar su cinismo al finalizar la contienda, ofreciendo sus servicios y "soluciones" a los aliados para participar con IBM en la sistematización de la reconstrucción de las zonas devastadas por la guerra.
El sistema de las tarjetas Hollerith, aunque con las lógicas actualizaciones, ha sido el mismo utilizado en las controvertidas y fraudulentas elecciones presidenciales de los Estados Unidos del año 2000 en las que resultó sugestivamente triunfador (en medio de denuncias de fraude) George W. Bush.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Buenos Aires, 1938: el mayor acto nazi fuera de Alemania celebrando la anexión de Austria al Tercer Reich


Tras el ataque de la Alemania nazi provocando la anexión de Austria al Tercer Reich, el 12 de marzo de 1938, las reacciones en Argentina no se hicieron esperar. Los hitleristas nazis (entre los que había alemanes y austríacos argentinos) identificados como el "Landesgruppe" se congregaron en el Club Alemán de Buenos Aires (Argentina), donde reunieron a 3.500 personas, con la intención de sumar a los simpatizantes del Nacional Socialismo vernáculo al plebiscito organizado por Adolf Hitler para avalar la anexión austríaca al Tercer Reich (Anschluss). No lo lograron, pero siguieron con sus intentos y finalmente sorprendieron al mundo con un impresionante acto celebrado en el Luna Park de Buenos Aires, uno de los centros de reunión más importantes (incluso hoy en día) de la Argentina.
El hecho tuvo lugar en el emblemático lugar de la Capital Federal el 10 de abril de 1938, contándose la asistencia de 20.000 personas con gran despliegue de banderas argentinas y emblemas del Tercer Reich con cruces esvásticas y estandartes, en el que fue el mayor acto celebrado por el nazismo fuera de las fronteras de Alemania en toda su historia.


Al acto nazi asistieron en aquella (tristemente célebre) jornada, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires; Manuel A. Fresco y el ministro de gobierno, Roberto J. Noble, quien en 1945 sería el fundador del Diario "Clarín". Fresco y Noble eran notables simpatizantes del nazismo y las potencias que conformaban el Eje y entre sus más destacadas acciones de gobierno se destaca la clausura en 1937 de las escuelas obreras judías existentes a lo largo y a lo ancho de la provincia de Buenos Aires. Por otro lado, tanto Fresco como Noble eran quienes más apoyaban a los grupos de choque fascistas que merodeaban por la Capital Federal en zonas de alta población judía.

Las fotos de la época son por demás elocuentes. El inmenso lugar, en pleno Buenos Aires, y a la vista de todos, "vestido de fiesta nazi" provocadora, insensible y repugnante.



martes, 6 de marzo de 2012

Los SS norteamericanos en Afganistán

Los SS norteamericanos en Afganistán.

Afganistán. Noviembre de 2010. Base (una de las tantas) norteamericana en una zona del mundo en donde una vez más la gente de la bandera de barras y estrellas ha metido sus narices para ver qué tajada puede sacar. El Marine Corps de Estados Unidos, supo de inmediato de esta lamentable fotografía. Diez soldados ignorantes de toda ignorancia posando con dos banderas: la norteamericana y la de las SS, o lo que es igual, la Schutzschaffel, guardia pretoriana de Adolf Hitler.
Lo hermético del círculo de protección de los Marines Corps impidió que esta imagen patética se diera a conocer con la premura que merecía el caso, pero unos soldados anónimos las vieron circulando por la base y decidieron presentarlas directamente a la Fundación por la Libertad Religiosa en el Ejército, desatando la polémica para que todo el mundo se entere.
La ofensa no sólo llega a los prácticamente 14.000 efectivos judíos del ejército norteamericano, sino que afecta a todos por igual. No hay modo a esta altura del partido que alguien aduzca "ignorancia sobre el tema de las SS y el Holocausto" tal como expresó este grupo de soldados, amparados por su jefe, el comandante James Amos.

El secretario de Defensa, Leon Panetta, ordenó una rápida investigación pero el comandante James Amos, superior de los soldados de la foto, adujo muy suelto de cuerpo que "el comando local al que los marines en la foto fueron asignados investigó el caso en noviembre (N.de la R.: en 2011). Se determinó que los marines en la foto ignoraban la conexión de este símbolo del Holocausto y las atrocidades monumentales asociadas con la Alemania nazi".

Finalmente, lo esperable: una excusa/explicación/interpretación emanada por el Pentágono diciendo que en realidad la sigla SS significa en ese caso "Scout Sniper", la especialidad de francotiradores asignados en la base de Afganistán a la que pertenecen los 10 inocentes soldados. Podían haber elegido otro logotipo, pero optaron justamente por ese que está en la bandera...Nadie los ha obligado.

lunes, 5 de marzo de 2012

Residencia Inalco: la casa de Hitler en Argentina

Inalco en la actualidad (en la foto, cubierta por las cenizas del volcán Peyehue).

Si la historia oficial dice que Adolf Hitler se suicidó en el bunker subterráneo de la Cancillería del Tercer Reich en Berlín en abril de 1945, el labo B de esa misma historia dice todo lo contrario. No hubo suicidio de Hitler. Hubo un escape, una huída perfectamente organizada y planeada de antemano, con mucho tiempo (años tal vez) de anticipación y ejecutada no sólo con absoluta tranquilidad, sino además enmarcada en un operativo en el que no sólo estuvieron involucrados muchos de los jerarcas nazis, sino también naciones "enemigas" como Estados Unidos e Inglaterra, sólo por nombrar a algunas. Mientras los rusos descubrían "el cadaver del Hitler que murió en Berlín", el verdadero Hitler se dirigía primero hacia Linz, ciudad en la que sugestivamente estuvo unos cuatro días, y luego a España, desde donde al amparo del sistema implantado por Franco obtuvo la suficiente protección para viajar en un convoy de submarinos hacia el Atlántico Sur, más precisamente hacia la Patagonia argentina. También ha cobrado fuerza la versión que indica un viaje hacia Sudamérica desde Noruega.

Inalco.

La leyenda popular dice que los submarinos llegaron hasta la Caleta de los Loros, provincia de Río Negro, y desde allí la comitiva alemana se dirigió de este a oeste atravesando la Argentina hasta llegar a la zona de Bariloche (sobre la cordillera de los Andes en el oeste argentino). Hitler, acompañado por un séquito numeroso también integrado por su esposa Eva Braun, llegó hasta la localidad de Villa La Angostura y tras un paso por la estancia San Ramón, se instaló de manera secreta en la residencia Inalco (fotos), una asombrosa propiedad que el arquitecto Alejandro Bustillo había terminado de construír en 1943 (Bustillo es conocido por haber construído inmuebles para la colonia alemana en la zona desde hacía años).

El lote de la casa había sido adquirido en 1943 por un famoso lobbista fuertemente ligado a capitales alemanes en la Argentina, llamado Enrique García Merou. Merou un poco más tarde tendría un interesante acercamiento a Juan Domingo Perón y de inmediato se supo que en realidad quien controlaba la residencia no era otro más que Jorge Antonio, casualmente confidente y financista del líder argentino.
Antonio mantuvo Inalco hasta iniciados los '70, momento en el cual la casa habría pasado supuestamente a manos del banquero José Rafael Trozzo. Hubo una época de abandono y saqueos luego, para ser recuperada un tiempo más tarde.

Planos originales de Inalco.


Inalco aún sigue en pie. Intacta. Haciendo frente a quienes desean verla en el presente y soportando la sombra negra de sus habitantes del pasado. Hitler habitó esa enorme casa (que dicho sea de paso mantenía inequívocas similitudes en su estructura y distribución con el Nido del Aguila de Hitler en en el Berghof de Alemania) desde 1945 hasta por lo menos mediados o finales de los años '70 y no son pocos los testimonios que así lo aseguran. La permanencia de Hitler en esta propiedad se alternaba con viajes a Chile y con visitas a otras zonas de Argentina, como por ejemplo Mar del Plata (ciudad balnearea en donde se entrevistó al menos en dos oportunidades con Ante Pavelic, lider de la Croacia nazi) y Córdoba. Hitler iba por la vida con un aspecto diferente al que todos conocían. Cabeza rapada, su pequeño bigote había desaparecido y dejaba ver una importante cicatríz sobre el labio superior pero casi todo esa no era necesario ante la enorme protección que Inalco proveía por entonces. Incluso es complicado llegar hoy en día, por lo que la teoría del escondite perfecto para Hitler en la Patagonia, cobra fuerza a cada instante.

Camino hacia Inalco desde la playa privada y vista frontal de la casa desde el Lago Nahuel Huapi.

Inalco está ubicada en Villa La Angostura, en un impresionante predio de 460 hectáreas, al borde el Lago Nahuel Huapi a escasos 7 kilómetros de la ciudad de Bariloche en la provincia de Río Negro, Argentina. Su acceso no es nada sencillo y está amparada por un frondoso bosque a sus espaldas, cosa que complica más la llegada al lugar, que se hace a través de un único y sinuoso sendero. La propiedad cuenta con una gran extensión de playa propia y se sabe que en los días de esplendor había incluso un muelle con amarradero apto para hidroaviones.


Inalco sigue allí. Mudo testigo de una historia que no muchos pueden confirmar con absoluta seguridad, pero que no tantos otros pueden negar. Aunque no son pocos los que creen que Hitler se suicidó en Berlín en 1945, su fantasma sigue dando vueltas por Inalco. Muchos aseguran haberlo visto por allí (y no sólo al fantasma...).