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jueves, 22 de marzo de 2018

El misterioso Alejandro Schicorra: un doble de Adolf Hitler en la Patagonia para despistar

 Alejandro Schicorra ¿un doble de Adolf Hitler en la Patagonia? El objetivo era despistar.


En la década de 1930, Alejandro Schicorra era un ignoto empleado de la petrolera Astra, con asiento en la ciudad de Comodoro Rivadavia, en la patagónica provincia de Chubut, al sur de la Argentina. Sus rutinarias ocupaciones no daban la sensación de depararle grandes emociones, sin embargo, a mediados de la década de los año '40, su vida cobró relativa notoriedad entre los vecinos del lugar.
Con el final de la segunda guerra mundial y ante la incómoda y más que evidente imposibilidad de encontrar el cuerpo de Adolf Hitler y, en consecuencia, constatar su fallecimiento; los rumores estuvieron a la orden del día. ¿Se había suicidado Hitler o es que en realidad todo había sido una farsa para alentar y posibilitar su escape -monitoreado y asistido- hacia la Argentina?
La siempre incompleta y dirigida historia oficial se ha encargado sistemáticamente de defenestrar esa postura, sin embargo, centenares de documentos indican que el Führer nazi no cometió suicidio y tantísimos otros indican claramente que escapo, sin emabrgo, esa es otra historia, un pasaje sobre el que no pretendo discutir en esta ocasión.
Para cuando los que estaban de un lado y del otro apenas si comenzaban a enrredarse en interminables discusiones, Alejandro Schicorra fue uno de los habitantes del sur argentino que más consitó la atención, sea de los inocentes lugareños ajenos a toda conspiración o de aquellos que pretendieron "demostrar" -tal vez guiados por poderosos intereses- que la mal llamada leyenda de un Hitler vivo en la Patagonia era poco menos que una patraña insostenible. Lo que se dice, Schicorra fue -en gran medida- una buena manera de distraer una vez más la atención con espejitos de colores.

Algunos investigadores, decididamente contrarios a la teoría que abona por la supervivencia de Hitler tras el final de la guerra y su paso por la Patagonia, se han empecinado en reafirmar la postura que insitía -tal vez interesadamente, quien sabe- en que aquel misterioso hombre, tantas veces confundido por lugareños con el mismísimo Führer, era una extraña curiosidad de la naturaleza, un ser con un asombroso parecido al exlíder alemán y nada más. Se ha dicho que Alejandro Schicorra ha tenido más de un inconveniente en sus lugares de trabajo y que incluso fue detenido en reiteradas oportunidades en las ciudades de El Bolsón y Bariloche, lugares que -curiosamente- solía frecuentar.

Lo cierto es que Schicorra era permanentemente utilizado como "carnada" para hacer creer que quienes veían a Hitler vivo por la Patagonia argentina, lo confundían con él.

Mientras los historiadores oficiales y los revisionistas, siguen entrecruzando opiniones y argumentos en un sentido y en otro, dice la leyenda que hay un sencillo banco de madera que, en una zona costera de la tranquila Comodoro Rivadavia, sobre una pequeña elevación, mira hacia el mar. Allí, según algunos incrédulos testigos ocasionales llegaron a contar, solía sentarse un hombre que -solitario y melancólico- se tomaba largos instantes para contemplar la inconmensurable inmensidad del mar. Su mirada, también solían decir, apuntaba en dirección a la lejana Europa, aunque eso nunca nadie lo haya podido comprobar.
Muchos decían que ese hombre era el misterioso Alejandro Schicorra. Otros, en cambio, afirman que el hombre del banco de madera era en realidad, Adolf Hitler.


jueves, 22 de junio de 2017

Heinrich Berthe: de marinero en el Panzerschiff "Graf Spee" a custodio de Adolf Hitler en Argentina


En mayo de 1940 escapó misteriosamente del Arsenal Naval de Buenos Aires. Era tripulante del Panzerschiff Admiral "Graf Spee". Llegó a la Patagonia argentina y, con los años, se estableció en Caleta Olivia. Esta es la historia de quien ha sido uno de los últimos custodios del mismísimo Adolf Hitler en la Argentina. 


Heinrich Bethe (Enrique Berthe o Juan Paulovsky. Planillas prontuariales. (En archivo personal del autor)


Cuando el Panzerschiff Admiral "Graf Spee" yacía inerte en el fondo más profundo del Río de la Plata y los restos mortales del legendario Capitán "Zur See" Hans Langsdorff descansaban por toda la eternidad bajo tierra en el Cementerio Alemán de Buenos Aires, en diciembre de 1939 comenzó la variopinta diáspora de los tripulantes del magnífico acorazado de bolsillo alemán.

Muchos de esos marinos procuraron regresar al servicio activo por la causa de la Alemania nazi y fueron asistidos por una extendida y oculta red que contó con la ayuda dispensada por agentes de la Abwehr, funcionarios diplomáticos de la embajada germana en la capital argentina, espías del SD (Sicherheitsdienst ó Servicio de Seguridad dependiente de las SS), la Gestapo y -por supuesto- secretos colaboradores civiles y militares del ámbito local; algo que posteriormente involucró la necesaria participación de prominentes figuras del Gobierno Nacional.

Muchos otros, en cambio, decidieron quedarse en Buenos Aires, mientras que varios de sus camaradas optaron por comenzar una nueva vida en diferentes localidades del interior del país.
Entre tantos, se destacó el caso de Heinrich Berthe, un técnico electro mecánico del "Graf Spee", asentado por agentes argentinos en la ficha prontuarial como Enrique Berthe (tradujeron su nombre), con foja Nº 65-570.

Con el paso de los años, este marinero llegó a la Patagonia. Estuvo en varios lugares, entre ellos Bariloche, puerto Santa Cruz y -finalmente- Caleta Olivia, sobre las desoladas y gélidas costas de la provincia argentina de Santa Cruz, bañadas por el océano Atlántico Sur; algo que no sólo le daría la protección y seguridad que tanto buscaba, sino también la invalorable cercanía de influyentes contactos estrechamente relacionados a fuertes intereses alemanes largamente establecidos en zonas cercanas como Comodoro Rivadavia -entre otras localidades- en donde firmas como la poderosa Lahusen y Astra, eran poco menos que dueñas de facto del lugar.

No hay datos precisos que acrediten el momento exacto en que se produjo la "transformación", pero -como fuera- Heinrich Berthe (o Enrique Berthe) luego sería conocido por los vecinos como Juan Paulovsky, el "alemán mecánico" de Caleta Olivia.

Su vida transcurrió con cierta calma y relativa normalidad hasta que, dada la previsible derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial, alguien le encomendó su más difícil y preciada misión. Una tarea que podría poner su vida en peligro y lo convertía en insospechado protagonista de una historia que involucró dosis iguales de intriga, conspiración y alto riesgo: en adelante, sería, uno de los celosos custodios del mismísimo Adolf Hitler, cuando el Führer llegara a la Argentina.

En torno a Berthe/ Paulovsky, hay algo que no deja de ser sugestivo y verdaderamente curioso.

Todo comenzó hace ya varios años y -de acuerdo a datos conseguidos por Historias Lado B de parte de Jorge Pedro Bordón-, "lo que llamó la atención era el alto valor pagado por dos viejos Volkswagen con doble tracción, de engranaje manual, únicos en el mundo; por lo que se deduce que tenían una caja extra que acoplaba con la transmisión para dar tracción en las cuatro ruedas, posiblemente dando vuelta el motor de un "Schwimmwagen" -el escarabajo anfibio usado por las fuerzas del III Reich en Europa- lo cual permitiría que el engranaje de la hélice se posicionara hacia adelante y llevara la fuerza a las otras ruedas.

Hitler y Himmler observando un SchwimmWagen.


Allí, en Caleta Olivia, nadie lograba explicarse la extraña presencia de esos dos rarísimos Volkswagen que, durante muchos años el "alemám mecánico" conservó arrumbados en un viejo gallinero y que -de buenas a primeras- un día, decidió vender.

Es posible que esos dos viejos Volkswagen de doble tracción, hayan sido llevados por Bethe/Berthe/ Paulovsky hasta Caleta Olivia para hacerlos desaparecer del lugar en donde habían funcionado y cumplido con su cometido: la Estancia "La Clara", ubicada en cercanías de la residencia "Inalco" (en Villa La Angostura), en donde se habría de refugiar momentáneamente Hitler apenas llegado a la Patagonia de Argentina.

En este punto, otra curiosidad: el nombre de la estancia era el mismo que el de la madre del Führer.
Caben, entonces, varias preguntas sobre esos vehículos alemanes aparecidos en el sur argentino: ¿quién los trajo? ¿dónde se re armaron?¿por qué estaban en manos de un personaje ignoto?

Tal vez el exmarinero electro mecánico del "Graf Spee" hubiese podido responder estos interrogantes. Sin embargo, tras ocultar los Volkswagen con los que habría trasladado por la Patagonia a Hitler, Berthe/ Paulovsky falleció en 1977 y se llevó su más valioso secreto a la tumba.


Entrada al cementerio de Caleta Olivia, donde reposan los restos de Heinrich Bethe.


Los restos del marinero del acorazado alemán, devenido en custodio en la Argentina del Führer nazi, descansan en el Cementerio de Caleta Olivia.


Una mención especial y agradecimiento a Jorge Pedro Bordón.


martes, 11 de abril de 2017

La misteriosa visita de Adolf Hitler al "Edén Hotel"


Una vieja fotografía pone en el tapete y da nuevo impulso a la discusión sobre la sobrevida de Adolf Hitler tras la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial. De las leyendas inventadas, historias infundadas y sospechas, se da paso a la certeza de los documentos que hablan sobre el escape del Führer y, ahora, sale a la luz una imagen que parece confirmar la teoría. ¿Estuvo realmente Adolf Hitler en el "Edén Hotel" de La Falda en la provincia argentina de Córdoba? Algunos indicios, a continuación.

POR MARCELO GARCIA / HISTORIAS LADO B

Walter Eichhorn y el extraño visitante del "Edén Hotel" a sus espaldas. (Foto: archivo "Edén Hotel")


Como observador crítico de la historia, siempre, indefectiblemente en todos y cada uno de los casos, tomo, someto a análisis y pongo a consideración la concreta posibilidad de que los hechos hayan tenido -muy posiblemente- una resolución y hayan seguido un curso muy diferente al relatado por la -siempre interesada y dirigida- historia oficial. No se trata de ser negacionista -o si se quiere revisionista- pero sí de dar lugar a un juicio que -incluso- podría llegar a jaquear nuestras propias convicciones previas sobre determinados acontecimientos. El de Adolf Hitler y su supervivencia después de la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial es uno de esos casos en que se abre ante nosotros un interminable abanico de variopintas posibilidades que van desde su nunca jamás probado y demostrado suicidio en el búnker de Berlín hasta su escape y "segunda vida" en la Argentina. En el medio, de todo.
El tema es por demás atrapante y puede llevar a fantásticas leyendas (de hecho, ha sucedido) como así también a investigaciones responsables, originales, creativas y serias intentando correr el velo que pretenden imponer quienes buscan que -dóciles y mansos- miremos hacia otro lado en un curioso y engañador mundo de humo y espejos.

El salón de la reunión antes de su restauración (Izq.) y en la actualidad (der.)


Dejando de lado legendarias historias, rumores infundados, dimes, diretes y testimonios no siempre bien intencionados y chismes de nula credibilidad, desde hace mucho tiempo busco las puntas del ovillo de esta enmarañada madeja que es la supervivencia del Führer nazi y, así las cosas (al margen de estar sumergido desde hace ya casi tres años en una investigación plagada de documentos y descubrimientos que próximamente verá la luz en forma de un libro) puse la mirada en una extraña fotografía que pertenece a la colección del "Edén Hotel" de la localidad de La Falda, en la mediterránea provincia argentina de Córdoba. La imagen (que encabeza este artículo) muestra a Walter Eichhorn, propietario del hotel en las serranías cordobesas, reconocido simpatizante y afiliado nazi desde antes de la llegada de Adolf Hitler al poder y gran sostenedor económico del rápido ascenso del Führer dentro de las filas del NSDAP, apoyo que -entre otras cosas- le valió llegar a lo más alto del poder en Alemania en 1933. A Eichhorn se lo ve relajado y sentado junto a uno de los enormes y bellos ventanales en tanto que, al fondo, se advierten las figuras de unos visitantes departiendo con quien parece ser una empleada del lugar. Entre esas personas, se advierte una figura masculina que -al ser observada con sumo detenimiento- muestra un asombroso parecido físico con Hitler.
Muchos, con no tan sostenibles fundamentos, han creído que esa imagen fue captada en alguna de las tantas visitas que el matrimonio de Walter e Ida Eichhorn hacían regularmente a Berlin; sin embargo Historias Lado B aporta una prueba que va en sentido contrario: el fotomontaje en el que se ve claramente que la foto de Eichhorn (¿y Hitler?) ha sido captada en uno de los amplios y coquetos salones del "Edén Hotel" en La Falda.

Los fantasmas de Eichhorn y Hitler en el "Edén Hotel". (Fotomontaje: Marcelo Gacía / Historias Lado B)

El impactante y misterioso Edén Hotel en La Falda.


Mientras los fantasmas de la duda siguen revoloteando por el Edén de la confusión general a la que pretende llevarnos la historia oficial, los del escurridizo Führer nazi comienzan a corporizarse dejándose ver -para quien esté dispuesto a hacerlo- casi por casualidad.


Marcelo García
Historias Lado B

viernes, 17 de octubre de 2014

Recordando el 17 de Octubre de 1945: Fase 2 del Plan...

Las cosas y los acontecimientos históricos cambian de acuerdo al cristal con que se miren. Conmemoración por el 69º Aniversario del 17 de Octubre de 1945, el inicio de la Fase 2 del Plan.


martes, 11 de diciembre de 2012

Revista "Clarinada": el antisemitismo nazi publicado mensualmente en Argentina (1937-1945)

Ejemplar de "Clarinada" con un Granadero argentino contra un monstruo judío-comunista en la portada.


A pesar de las negativas, a pesar de los provocativos desvíos de la atención que aún hoy en día se siguen intentando, no es novedad para nadie que el antisemitismo (virulento y galopante) era moneda corriente en la Argentina de los años '30. Fueron muchas las diferentes publicaciones nacionalistas publicadas en el país desde la década de 1930 hasta bien entrada la de 1940, apoyando y gestando desde sus nefastas páginas la intolerancia tantas veces fogoneada desde los estratos oficiales de la Nación. Pero si hubo una publicación sectaria que se ha destacado muy particularmente por sobre las otras, ha sido la revista "Clarinada" publicada sin intervalos (y sin inconvenientes) entre Mayo de 1937 y Febrero de 1945. La "vista gorda" de varios presidentes argentinos allanó (cuando no lo fomentó) el camino de tremendas publicaciones y "Clarinada" no fue la excepción. Agustín P. Justo; Roberto M. Ortíz; Ramón S. Castillo; Pedro Ramírez y Edelmiro Farrell crearon los ambientes propicios, aportaron todas las protecciones posibles e incentivaron muy a su gusto ese creciente odio no sólo a los judíos en Argentina, sino también a los diferentes sectores del progresismo nacional, con total impunidad y auténtico desparpajo. Sin ir más lejos, durante la presidencia de Ortíz, tuvo lugar en el Estadio "Luna Park" de la ciudad de Buenos Aires en 1938 el mayor acto nazi jamás visto y organizado fuera de Alemania, celebrando la anexión de Austria al Tercer Reich. El caldo de cultivo para el antisemitismo radical en Argentina se venía gestando desde hace rato (incluso desde los años '20), pero uno de los momentos culminantes llegó con la aparición del primer número de la revista "Clarinada".

Ejemplares de "Clarinada" siempre con mensajes violentos contra comunistas y judíos.


Las ideas de quienes hacían "Clarinada" quedaron muy claras y expuestas desde el principio. Aquel primer número publicado en Mayo de 1937 incluía una rabiosa declaración de principios rubricada por Carlos M. Silveyra, director de la revista, mediante la cual no se dejaban dudas sobre la postura anticomunista del pasquín. Silveyra se había destacado previamente por su odio al comunismo publicando el libro "El Comunismo en la Argentina" y la fundación de la "Comisión Popular Argentina contra el Comunismo". Ese odio al comunismo se completaba con sus ideas acerca de una conspiración mundial judía para destruír la civilización cristiana. En aquel lamentable primer editorial de "Clarinada" podía leerse lo siguiente: “Programa de lucha sin cuartel contra ese ejército de alimañas, integrados por fuerzas aparentemente heterogéneas: materialismo, liberalismo, marxismo, comunismo, socialismo, anarquismo, ateísmo, masonería, etc., pero que están unidas en la misma finalidad : la destrucción de la civilización cristiana y que obedecen al mismo comando que las dirige desde las tinieblas: el judaísmo.” (no.1, mayo 1937).

Ejemplares de "Clarinada" 


Los violentos y retrógrados mensajes de "Clarinada" acercaban a la publicación al nazismo, al tiempo que (in)creíblemente cerraban filas con ciertas ideas cristianas tan difundidas y apoyadas por aquellos años.
Las mortíferas palabras (para los editores de la publicación eran en realidad "metáforas biologicistas") seguían cayendo mensualmente con expresiones tales como: “En invierno hay que precaverse de la gripe, pero en toda estación hay que precaverse de la peor peste: el judaísmo.” No había dudas: el espíritu (y mucho más que eso) del sanguinario Nacional Socialismo imperante en la Alemania del Tercer Reich había calado hondo en lo profundo de los intolerantes que en la sociedad argentina no sólo editaban esta revista, sino en aquellos que por espacio de largos 8 años la compraban, la apoyaban y la difundían. En este sentido hay que mencionar que la revista recibía fuerte apoyo económico de ciertos sectores de la Iglesia Católica Argentina, como así también de los representantes locales del partido Nacional Socialista.
La "bendición" ecleciástica llegó con el mensaje publicado con motivo de la edición del primer número. El vocero oficial del Arzobispado de Buenos Aires envió a la redacción de "Clarinada" palabras de apoyo y buen recibimiento por la revista que merecía “el más decidido apoyo de cuantos abrigan la preocupación cristiana y patriótica de defenderse del enemigo implacable que es el comunismo”. Para no ser menos, el Obispo de Santiago del Estero, Monseñor Rodríguez Olmos, envió una bendición a los lectores de la publicación.
Pero los elogios no se limitaron al ámbito local. La publicación oficial nazi en Alemania "Der Stürmer" elogió las virtudes de la publicación argentina al tiempo que decía en una de sus páginas que lamentaba sinceramente “que no se esté enterrando vivos a todos los judíos sin distinción, de modo que por fin pueda reinar la paz entre la gran familia argentina”.

"Clarinada" dejaba muy en claro su postura sobre muchos temas que siempre involucraban de una u otra manera al comunismo y a los judíos. Según los responsables de la revista (en la cual siempre se daba lugar a artículos antisemitas y racistas, incluyendo además discursos de Adolf Hitler y comunicados gubernamentales), sostenían entre otras cosas que los Republicanos de España eran simples títeres del judaísmo, que los judíos eran los responsables del inicio de la Segunda Guerra Mundial y que su deseo (el de "Clarinada") era lograr el exterminio total de los judíos. Con todas esas cartas de presentación "Clarinada" gozó de buena salud durante muchos años en Argentina y logró hacerlo (además) en gran parte debido al apoyo económico recibido de manera constante de parte de agencias y empresas estatales como Y.P.F. (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), el Censo Nacional Agropecuario, la Caja de Ahorro Postal, el Banco de la Nación Argentina, el Banco de la Provincia de Buenos Aires y el Banco Hipotecario.
La propaganda oficial (léase: el apoyo oficial) se mantuvo hasta que la derrota del Tercer Reich se percibía como más que inevitable. Las puertas de la redacción de "Clarinada" se cerraron más como una cubierta "por el qué dirán" que por propias convicciones del gobierno argentino y de todos quienes apoyaban la nefasta publicación de sus ejemplares. Sin embargo, muy poco tiempo después, más concretamente el martes 28 de Agosto de 1945 (apenas tres meses después de la muerte de "Clarinada") nacía formalmente de la mano de Roberto Noble (reconocido nazi autóctono tras sus inicios progresistas) una publicación que rendía con su nombre el más sincero homenaje a "Clarinada": se publicaba por primera vez el Diario "Clarín", pero esa... es otra historia Lado B.

Primer ejemplar de Diario "Clarín" (1945) con noticias "pro-aliadas" en portada.
 La "adaptación" a los nuevos tiempos en marcha...

Nota relacionada:
http://historiasladob.blogspot.com.ar/2012/03/buenos-aires-1938-el-mayor-acto-nazi.html