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domingo, 29 de julio de 2012

El misterioso visitante del Gran Hotel Viena

El Gran Hotel Viena, a orillas de la laguna de Mar Chiquita en la localidad de Miramar, en Córdoba (Argentina) soportó el paso del tiempo y hasta una violenta inundación en 1977. Pero su historia es mucho más interesante si regresamos el tiempo mucho más atrás y nos trasladamos a 1945, momento en el cual fue visitado por un conspícuo y extraño personaje alemán venido desde tierras muy lejanas.

El Gran Hotel Viena en estado de abandono.


Con la finalización de la Segunda Guerra Mundial, los rumores sobre el escape de los criminales de guerra nazis hacia diferentes partes del mundo, las leyendas sobre la vida en el exilio bajo identidades falsas y el misterio sobre la nueva vida de muchos de los principales jerarcas del Tercer Reich, crecieron de manera asombrosa. Pero muchas veces (la mayoría de ellas) las leyendas y los rumores muy lejos estaban de serlo, transformándose de manera espeluznante en concreta realidad.
Adolf Hitler ha sido, seguramente, uno de esos nefastos personajes sobre el que más historias se han contado al respecto. Su muerte en el bunker de Berlín tras la entrada de los rusos a la capital del Reich se va desdibujando cada día más y así las cosas, no son pocos los que aseguran tener algo para decir sobre su nueva vida en algún remoto lugar del planeta.
Argentina ha sido gran receptora (y de muy buen grado, por cierto, dadas ciertas circunstancias político / militares en su momento) de jerarcas nazis y Hitler ha sido sin dudas uno de ellos...
La llegada de Hitler a la Argentina es aún objeto de minuciosas investigaciones y no son pocos los datos que aportan algo de luz acerca de la presencia del sangriento Fuhrer alemán en tierras argentinas. La Patagonia es uno de los lugares que sirvieron de escenario para la "segunda vida" de Hitler, pero no fue el único lugar y es allí donde debe tenerse en cuenta a la provincia de Córdoba, en la zona central de la Argentina. Bien conocidos son los rumores (y algo más) sobre la presencia de Hitler en el Edén Hotel, ubicado en La Falda, localidad de la mediterránea provincia argentina, pero algo no tan difundida es la historia que lo relaciona directamente con el misterioso Gran Hotel Viena, ubicado en la localidad de Miramar (provincia de Córdoba, Argentina) a orillas de la Laguna de Mar Chiquita.

La familia Pahlke.


Este hotel fue construído entre 1940 y 1945 por Máximo Pahlke, jefe de una tradicional familia alemana afianzada en la zona tras deambular por Europa en busca del remedio para la frágil salud de uno de sus hijos. Ante la inminencia de la Segunda Guerra Mundial, los Pahlke llegaron a la Argentina (se habían casado en Uruguay) y Córdoba fue el lugar elegido para residir. Los Pahlke creyeron encontrar en Miramar la cura a los males de uno de sus pequeños hijos (se los solía ver dándose baños de barro a orillas de la laguna) y todo parece indicar que allí encontraron el aire y la atmósfera propicios para lograr sus cometidos.

Baños de lodo en Mar Chiquita. Máximo Pahlke.

Postal del Gran Hotel Viena (Circa 1945).


Máximo Pahlke construyó el Gran Hotel Viena y le dio una categoría de 5 estrellas, contrastando notablemente con el resto del relativamente sencillo poblado que lo rodeaba. Por aquellos años, Miramar, era una pequeña localidad de apenas 1.600 habitantes, por lo que los secretos no eran fáciles de guardar. Cada nuevo visitante, cada nueva cara, era detectada de inmediato y es así que rápidamente, hacia mediados y finales de 1945, comenzó a escucharse hablar mucho sobre un recién llegado que no dejó de captar la atención de los lugareños.

Al hombre se lo podía ver haciendo sus caminatas (no con poca dificultad física) a orillas de la laguna. Boina bien calzada, sobretodo largo y unos razgos que a más de uno les resultaban conocidos... Los comentarios sobre ese hombre se propagaron velozmente entre los lugareños y casi todos eran coincidentes. Nunca le tomaron una fotografía, pero todos hablaban de lo mismo. Todos hablaban y murmuraban por lo bajo esgrimiendo los más variados argumentos sobre esa presencia misteriosa.

Como siempre sucede en estos casos, aprecieron aquellos que casi todo lo sabían sobre ese hombre que caminaba con tanta dificultad, cubierto por sus abrigos. Habría llegado desde la Patagonia y tras una corta estancia en el Edén Hotel de la familia Eichhorn en La Falda, se había trasladado hasta la conocida laguna cordobesa: ese hombre misterioso sería, ni más ni menos que, el mismísimo Adolf Hitler.
La leyenda y el fantasma del extraño visitante siguen dando vueltas por allí...

lunes, 9 de julio de 2012

La masacre que los aliados provocaron en Dresden

POCAS COSAS PUEDEN EXPLICARSE DE UNA GUERRA, PERO SI HUBO UNA ACCION REALMENTE INEXPLICABLE SUCEDIDA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, ESA FUE LA TREMENDA Y DESCARNADA MASACRE EN LA CIUDAD DE DRESDEN, ALEMANIA ORIENTAL, A MANOS DE LOS ALIADOS. UNA CIUDAD SIN VALOR ESTRATEGICO ALGUNO, UNA POBLACIÓN CIVIL CON MILES DE REFUGIADOS, ENFERMOS Y DESVALIDOS, QUE FUE ARRASADA POR LOS ALIADOS CUMPLIENDO UNA PROMESA HECHA A STALIN. CON UNA ADVERTENCIA OCULTA...

Cadáveres apilados tras la masacre en Dresden.


La ciudad alemana de Dresden no significaba nada desde el punto de vista estratégico /  militar durante la segunda guerra mundial. Esta localidad ubicada en la Alemania oriental era conocida con anterioridad a la contienda bélica, como una ciudad  dedicada a la producción de fina porcelana y una vez que la guerra estalló pasó a ser reconocida como una auténtica ciudad de desvalidos. No había tampoco fuerzas militares del Tercer Reich apostadas en la ciudad, ni siquiera para su defensa, sin embargo los aliados decidieron arrasarla por completo provocando su total destrucción y dando una espantosa muerte a su población civil.
Todo había comenzado en la cumbre realizada en Yalta entre los líderes del nuevo orden mundial en febrero de 1945. La guerra estaba llegando al final de manera inexorable. La Alemania nazi ya no era una amenaza, sus ejércitos estaban diezmados y sus fábricas destruídas o desmanteladas, sin embargo Stalin pidió a Roosevelt y Churchill (vaya uno a saber los motivos) la destrucción total de la ciudad de Dresden y, ni lerdos ni perezosos aquellos accedieron a su pedido.

Dresden, ciudad al margen de la guerra, destruída por los aliados.


El 13 de febrero de 1945 las fuerzas aliadas arremetieron a sangre y fuego contra la población civil de Dresden con una ferocidad y una brutalidad que muy difícilmente sean olvidadas. En aquella fatídica jornada los aliados arrojaron sobre Dresden 4.000 toneladas de bombas de las más potentes y diferentes dispositivos incendiarios que se encargaron de consumir y dejar reducida a la nada misma a gran parte de la ciudad y darle muerte a unas 22.700 personas (algunos informes llegaron a hablar de casi 35.000 víctimas), entre ellas niños, inválidos, enfermos, refugiados de distintos lugares e incluso unos 26.000 prisioneros de guerra del bando aliado. Fue una masacre nunca vista hasta entonces y que resulta comparable con otras similares como los bombardeos de Hamburgo (con 40.000 víctimas mortales) o bien Hiroshima (provocando la muerte a unas 100.000 personas), casualmente todas ciudades integrantes del Eje.

Stalin se había encaprichado hasta la médula con la destrucción de Alemania, sobre todo en su cara oriental, y Dresden le ofreció un suculento bocado para saciar su apetito destructivo. Pero la destrucción de la ciudad alemana y la muerte de su población civil, no sólo fueron una promesa hacia Stalin, sino que representó el paradigma de la destrucción más absoluta y los horrores de la guerra sobre los inocentes. Y había más... La precisión y efectividad de la misión debía servir para darle una lección al propio Stalin y demostrar el poderío de Estados Unidos e Inglaterra, que eran los reales enemigos de la Rusia comunista de aquel entonces. A las 22:09 horas de aquel 13 de febrero, los primeros 9 aviones mosquito ingleses rompieron el silencio de la noche sobre Dresden y delimitaron con marcadores rojos los extremos de la ciudad. A las 22:15 horas surgieron de entre la densa oscuridad los 245 bombarderos Lancaster ingleses que comenzaron con la  infame tarea de hacer desaparecer una población entera. Para las 22:30 horas casi todo había acabado. Las llamas se divisaban desde 150 kilómetros de distancia, mientras que los pilotos de combate comenzaban a preguntarse tibiamente: ¿Por qué diablos hemos hecho ésto?...

Muerte y destrucción en Dresden.


Los altos mandos aliados trataron de explicar lo inexplicable: allí, según ellos (y sólamente ellos) estaban emplazados el Cuartel General del Ejército alemán y el de la Gestapo, además de ser (la cuidad) el centro neurálgico de la producción de armamentos y gas venenoso (algo que nunca nadie encontró y que hace recordar a lo sucedido con las "famosas" armas químicas de Saddam Hussein...).

La nefasta faena fue rematad a la 1:30 de la mañana del 14 de febrero. Mientras los grupos médicos y socorristas trataban infructuosamente de rescatar sobrevivientes de entre los miles de fallecidos, una nueva oleda de 550 aviones ingleses, precedidos por aviones iluminadores con bengalas, dejaron caer 650.000 bombas incendiarias sobre las ruinas (ya incendiadas) de Dresden, llegando (cual deidades guerreras) para juzgar a vivos y a muertos.
Fueron 1.477, 7 toneladas de bombas explosivas, 529 bombas de 2 toneladas, una bomba de 4 toneladas y como si fuera poco, 650.000 bombas incendiarias (1.181,6 toneladas de estos explosivos), todo lanzado desde 1.400 aviones de combate. Si alguna vez se puede graficar el horror de la guerra con un ejemplo, el de la destrucción total de la ciudad de Dresden y su población civil debería estar encabezando la lista.

Destrucción del casco histórico de Dresden.


Sin embargo el infierno estaba por liberarse nuevamente y así las cosas a las 12:12 horas del 14 de febrero de 1945 los aliados propinaron otro golpe de gracia a la ciudad con un nuevo ataque con 1.350 Fortalezas Volantes y aviones Liberators. Ya nada quedaba por destruír. Ya nadie quedaba por ser muerto, pero los norteamericanos remataron la jornada (dejaron hacer el "primer trabajo" a los ingleses) con su infernal lluvia de 474,5 toneladas de explosivos y 296,5 toneladas de bombas incendiarias...

Todo el poderío mortal de Estados Unidos y Gran Bretaña actuando de manera conjunta le acababa de quedar claro al mundo entero. A Stalin, esa era la primordial intención, también...

domingo, 8 de julio de 2012

La "Casa Negra" de Washington

La "Casa Blanca" en 1941.


Cuando el 7 de diciembre de 1941 los Estados Unidos se dejaron bombardear en Pearl Harbor y de esa manera consiguieron "tener un motivo más que válido para entrar a la Segunda Guerra Mundial", supieron de inmediato que las consecuencias podrían ser terribles e inminentes. Fieles a su estilo de tirar la piedra y pretender que los demás les devuelvan pétalos de rosas, los norteamericanos se sintieron de inmediato posible centro de los ataques de la Luftwaffe, la aviación militar alemana del Tercer Reich. El ataque japonés y el ingreso a la guerra de parte de Estados Unidos implicaba, claro está, un enfrentamiento directo con la Alemania nazi, por lo que el pánico y la paranoia comenzaron a ser moneda corriente no sólo entre la población civil, sino también entre los militares y las autoridades nacionales.

Los norteamericanos no siempre tuvieron en cuenta que tanto los japoneses como los alemanes podían disponer de bombarderos de largo alcance. En un principio no lo creyeron, pero los contundentes y constantes bombardeos alemanes sobre Londres en 1940, les hicieron repensar las cosas dramáticamente. Las inmediatas medidas de seguridad comenzaron a hacerse notorias y así las cosas se impartieron órdenes muy precisas a la hora de hacer apagones nocturnos "preventivos" (a los norteamericanos les gusta tanto esta palabra...), tal como hacían los británicos y simulacros destinados a mantener debidamente preparada a la población. Esas prácticas alcanzaban a las ciudades de la costa este, como así también a las de la costa oeste, llegando incluso a suceder algo similar en ciudades (no de Estados Unidos) ubicadas en el Golfo de México.
Pero no todo quedó allí. El gobierno de los Estados Unidos llevó su locura (tras el ingreso a la fuerza en la guerra) mucho más allá y experimentó el peor de los temores, llegando a pensar que la Luftwaffe de Adolf Hitler podría bombardear a la mismísima Casa Blanca, sede del presidente en la ciudad masónica de Washington.

La idea para protegerse no podía haber sido más llamativa y curiosa. Franklin D. Roosevelt, presidente norteamericano, recibió una idea de parte de algún colaborador y por poco no se hizo realidad: pintar la Casa Blanca de negro y de ese modo hacerla "invisible" en la noche ante la eventualidad del sobrevuelo y bombardeo de los aviones alemanes. El proyecto de la "Casa Negra" luego quedó descartado por completo. Los norteamericanos nunca sufrirían un ataque aéreo enemigo... por lo menos por un tiempo.

miércoles, 4 de julio de 2012

La inocultable amistad entre Juan Domingo Perón y el nazi Hans Ulrich Rudel

MUCHO SE HA DICHO SOBRE LA LLEGADA Y PRESENCIA DE LOS NAZIS A LA ARGENTINA. NO POCOS HAN SIDO LOS QUE TRATARON DE OCULTAR LO INOCULTABLE Y OTROS TANTOS SON LOS QUE SIMPLEMENTE MIRAN HACIA OTRO LADO. SIN EMBARGO, "LA UNICA VERDAD ES LA REALIDAD" HA DICHO ALGUIEN ALGUNA VEZ.

Hans Ulrich Rudel y Juan Domingo Perón en Buenos Aires, 1974.


El final de la Segunda Guerra Mundial significó no sólamente la caída del Tercer Reich y el triunfo de los aliados, sino también marcó el comienzo de una etapa que (también) tendría como protagonistas a los nazis que comenzaron (bajo la protección de una vasta y muy extendida red internacional) a huír hacia diferentes puntos del planeta. Sobre este tema mucho se ha escrito y mucho se ha dicho, debatiéndose siempre sobre la posibilidad de encontrar el límite entre la realidad y la leyenda.
Muchos jerarcas nazis han llegado a estas tierras desde 1946 en adelante. No han sido nazis de segunda línea ni mucho menos (que también los hubo) y así las cosas, tenemos los concretos casos de personajes entre los que podemos destacar a Adolf Eichmann, Erich Priebke, Martin Bormann, Josef Menguele, Joseph Schwammberger y tantos otros.
La lista, claro está, puede completarse con otros nazis llegados a la Argentina y amparados debidamente por un régimen que les resultó más que amigable como el imperante en la Argentina bajo el mando de Juan Domingo Perón. Allí están los casos de Adolf Galand, Kurt Tank, Ante Pavelic (el líder de la Croacia nazi y asesor de Perón) y finalmente el caso de  Hans Ulrich Rudel.

¿Y quién era  Hans Ulrich Rudel? Se trataba, ni más ni menos, que de uno de los soldados más bravos (en todo sentido), con más arrojo y más condecorado de la Segunda Guerra Mundial. Rudel "atesoraba" en su palmarés una lista negra de bajas por él producidas en la contienda. Rudel fue coronel de la Luftwaffe desde sus 26 años de edad siendo el único responsable de 2.530 vuelos de combate, 519 tanques de guerra y blindados destrozados, 150 destacamentos artillados totalmente destruídos, 70 buques de guerra enemigos hundidos y 800 vehículos militares de todo tipo puestos fuera de circulación. Como "frutilla de la torta", su heróico regreso de una misión en la que fue tan seriamente herido razón por la cual perdió una pierna a pesar de no "acusar recibo" y seguir peleando.

Adolf Hitler y Hans Ulrich Rudel.


Para un "soldado" del Tercer Reich eso era algo para enorgullecerse, era algo grande, cosa que le valió ser el único soldado alemán en quedarse con el más que dudoso privilegio de llevar en su chaqueta la "Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro con Hojas de Roble Doradas y con Espadas y Brillantes". Sus encuentros con Adolf Hitler y la nefasta admiración que el sangriento dictador alemán profesaba por Rudel hablan por sí solas de este hombre...
Pero no sólo Adolf Hitler lo admiraba, lo respetaba y le dio su "amistad". Por este lado del mundo también supo ser merecedor de todo eso y Juan Domingo Perón fue el abanderado de los que disfrutaban de contarlo entre sus amistades...
Perón gozó de su presencia (la de Rudel) en la Argentina y consiguió que el nazi se convirtiera en mucho más que su amigo personal y consejero. Perón logró que Hans Ulrich Rudel fuera uno de los creadores de la Fuerza Aérea Argentina y miembro activo de IAME, institución estatal que produjo en la Argentina el primer avión a reacción fabricado en el país, con tecnología (obviamente) "alemana".

Felicitado y admirado por la plana mayor de los nazis.


La amistad y colaboración de Rudel (considerado por los neo nazis en la "reformada" Alemania de posguerra, como el nuevo Führer) y Perón se prolongó en el tiempo y así las cosas, los dos pudieron volver a encontrarse en 1974, poco antes de la muerte de Perón en la residencia que el tres veces presidente de Argentina tenía ubicada en la calle Gaspar Campos, en la localidad de Vicente López, Buenos Aires (Ver primera foto de este post).


Un Perón entrado en años junto a Rudel. No fue sólo una relación de amistad momentánea.


Hans Ulrich Rudel ha sido un nacionalsocialista que nunca renegó de sus ideas y que siempre trató de imponerlas sea donde sea. Nunca retrocedió y nunca sintió la más mínima culpa por haber sido uno de los estandartes indiscutidos del poderío bélico y destructivo del Tercer Reich. Tal vez por eso mismo haya tenido tan buen recibimiento en Argentina.
Murió en Rosenheim, Alemania, el 20 de diciembre de 1982. Más de uno en Argentina seguramente se habrá lamentado.




lunes, 2 de julio de 2012

Hitler, hombre del año de 1938 según la Revista "Time"

¿QUE HA MOTIVADO QUE LA REVISTA "TIME" HAYA DESTACADO EN SU PORTADA DEL 2 DE ENERO DE 1939 A ADOLF HITLER COMO "HOMBRE DEL AÑO"? TAL VEZ ALGUIEN HAYA ESGRIMIDO ALGUN MOTIVO PARA HACERLO... PERO PARA TANTOS OTROS, ESTA PUBLICACION SEGUIRA SIENDO UNA VERDADERA OFENSA. DESPUES DE TODO, SE TRATA DE ALGUIEN QUE SISTEMATICAMENTE LLEVABA GENTE A LOS CAMPOS DE CONCENTRACION DESDE 1933...

Portada de "Time" 2 de enero de 1939: Adolf Hitler, hombre del año... y nada más que agregar.


Los editores de la famosa revista "Time" le habrán dado las mil y una vueltas al tema y habrán esgrimido tantísimas excusas y explicaciones allá por el lejano 1938, pero lo cierto y concreto es que decidieron nombrar como "Hombre del año" al mismísimo Adolf Hitler en la edición publicada el 2 de enero de 1939. Si bien no han sido pocos los que argumentaron que quien figuraba en la portada de la revista "no era precisamente el mejor hombre o el más bueno", resulta por lo menos chocante el resultado de la elección de este infame personaje.
Los hechos inmediatamente posteriores a la publicación de esta portada indicaron a las claras lo erróneo que ha sido destacar a un ser tan nefasto como Hitler y, según parece, los (ir)responsables de la edición "tuvieron el buen tino" (bien entre comillado...) de no incluír una foto del dictador sino una imagen truculenta de un organista (con toda seguridad Adolf Hitler) ejecutando "El himno del odio" en una Catedral profanada mientras varias víctimas mortales cuelgan de una rueda de Santa Catalina y son observadas por jerarcas nazis.
La ilustración fue realizada por el Barón Rudolph Charles von Ripper, un católico alemán que había huído de la Alemania nazi poco tiempo antes.

La publicación podía comprarse por unos 50 centavos y el mundo, de este modo, podía leer una crónica que trataba de explicar lo inexplicable...

miércoles, 20 de junio de 2012

Leyenda y realidad: los hijos de Adolf Hitler y Eva Braun

Hitler y sus posibles hijos. Hitler en su niñez (arr.der.), Eva Braun (medio) y Eva Braun con sus supuestos hijos (ab.der.).
Los parecidos físicos de los niños con Hitler y Eva Braun hablan por sí solos...


Durante años la férrea y casi indoblegable maquinaria propagandística nazi, pretendió hacer pasar a Adolf Hitler como aquel líder entregado íntegramente a la causa del nacionalsocialismo y todas y cada una de las atrocidades cometidas. El Führer era, según el impresentable y cínico Joseph Goebbels, ese líder impoluto, célibe, casto y poco interesado en las mujeres. La idea era aquella de convertir su imagen en la de una (tenebrosa) deidad, como intentando reafirmar aquel concepto original de transformar al nazismo en la nueva religión. Pero más allá de la propaganda y las leyendas que siempre se han hecho circular, Hitler no era un dios y ni cerca estaba de serlo. Era un hombre y su vida privada, bien preservada por su jefe de propaganda, tenía un curso más o menos normal (si es que se puede hablar de normalidad refiriéndose al tirano alemán).

Mientras las habladurías del celibato de Hitler corrían por el mundo como reguero de pólvora, Eva Braun, aquella joven que para cuando llegaba el final de la guerra en mayo de 1945 llevaba más de 10 años de relación sentimental con el Führer, buscaba la mejor manera de fugarse de Berlín con su amado tirano dejando tras de sí un cúmulo de recuerdos y objetos personales que no llegaron a embalarse en los cargamentos que seguramente estaban para ese entonces a punto de cruzar el océano Atlántico hacia lejanas tierras del sur de América.

Cuando los rusos llegaron al bunker de Hitler en Berlín, marcando la caída formal del Tercer Reich, creyeron encontrar los cadáveres carbonizados de Hitler y su esposa, pero la realidad era otra. Adolf Hitler había salido del bunker subterráneo muy posiblemente entre el 8 y el 9 de abril de 1945 y sus intenciones no sólo habrían sido las de volver con Eva Braun a la capital (para escapar juntos), sino también... despedirse de sus dos hijos.

La historia oficial habla de un Hitler sin herederos conocidos, pero el lado B de esa historia dice que cuando las autoridades militares norteamericanas ingresaron (una vez finalizada la contienda bélica) a la residencia de Eva Braun en Munich, fueron protagonistas de un hallazgo increíble: fotografías del líder nazi y su mujer junto a un niño y una niña...
Muchos indicios dan por un hecho que Eva Braun (que dicho sea de paso, no había sido realmente conocida y famosa hasta 1945) le había dado a Hitler dos hijos, una niña nacida en 1938 (su nacimiento se habría producido en Italia y su nombre sería Urich) y un niño nacido en 1941, los cuales (por razones más que obvias) fueron criados por una notable familia española, viviendo luego en Suiza para alejarlos del infierno de llevar el apellido que llevaban y ser blanco de acosos y ataques.

Las fotos que encabezan esta nota, muestran a Hitler posando en el "Nido del Aguila" junto a esos niños, sobre los cuales habrá que hacer algunos apuntes: el niño, vestido con un típico atuendo tirolés mantiene un asombroso parecido físico con Hitler, no sólo en sus años maduros, sino también comparándolo con una foto de un Hitler niño (extremo superior derecho de la foto). Con respecto a la niña, no hay que hacer demasiados esfuerzos para notar el gran parecido físico con Eva Braun (foto del centro a la derecha). Finalmente, a la derecha abajo de la foto, una imagen de Eva Braun con los niños en brazos unos años antes.

Foto de Hitler, su esposa y su hija Urich, posiblemente en Argentina (Archivo de Abel Basti).


Años más tarde asomaba la historia de Jean Marie Loret, quien aseguraba ser el hijo no reconocido del dicatdor alemán, mientras que al mismo tiempo se comenzaban a tejer todo tipo de historias sobre la llegada a la Argentina de la hija de Hitler (la misma de las fotos de esta nota) para visitar a su madre, quien había sobrevivido a la muerte de su terrorífico esposo en las lejanas y frías tierras de la Patagonia de Argentina... ¿Leyenda o realidad? tal vez un poco de las dos cosas...

miércoles, 13 de junio de 2012

Los mil escapes y todas las muertes de Martin Bormann


La historia de Martin Bormann no ha sido muy diferente a tantas otras, de tantos otros jerarcas nazis desaparecidos repentinamente justo cuando el final de la Segunda Guerra Mundial era casi un hecho. El epitafio de Bormann, vice Führer de Adolf Hitler tras la caída en desgracia de Rudolf Hess en 1941 y uno de los hombres más influyentes sobre el dictador alemán que se hayan conocido, dice que nació en Halberstadt, Alemania, el 17 de junio de 1900 y que murió en Berlín el 2 de mayo de 1945, pero...¿ha sido efectivamente así?

Bormann era el cerebro gris amparado a la sombra de Hitler. Este hombre siniestro hacía dos cosas a las mil maravillas: influír como nadie sobre Hitler y además encargarse de construír una muralla en torno al dictador para que nadie se interpusiera entre ellos. Bormann era efectivo, certero, silencioso, discreto y afecto a no exhibirse para poder concentrarse en sus tareas recluído en su oficina. Pensaba en todo y estaba en todo. Martin Bormann era el titiritero maléfico, el hombre que copiaba a la perfección los extraños horarios de Hitler para nunca dejar de estar con él, el jerarca casi impoluto que no tenía vicios que, como si fuera poco, se transformó tras la "primera muerte" de Hitler en el depositario de las esperanzas para la fundación del IV Reich. Y el plan para fundar un nuevo imperio no tenía lugar en Europa, sino en Sudamérica y todo gracias a la nefasta organización ODESSA, o "La Araña" como también se la conocía.
ODESSA comenzó a actuar en Alemania durante los juicios de Nuremberg con total efectividad. Mientras Bormann era juzgado en rebeldía y condenado a la horca, al mismo tiempo ya disfrutaba de toda la protección de una red mundial que comenzaba en Génova, Italia y que terminó en las playas de San Clemente del Tuyú, en la costa atlántica de la Provincia de Buenos Aires, en Argentina.

Mientras muchos de sus adeptos y algunos familiares lo lloraban sobre una tumba vacía en Alemania, Bormann comenzaba un largo periplo enmascarado con cambios físicos y pasaportes falsos (siete en total) todos con nombres que no eran precisamente el suyo. Desde Italia y tras un paso por España, Bormann pisa las tranquilas arenas de San Clemente del Tuyú en Argentina. Bormann había logrado con los empresarios y acaudalados afectos al régimen algo similar a lo que había conseguido Hitler años antes en Estrasburgo: que depositen sus fortunas en favor de la concreción del nuevo Reich. Así lo hicieron y las sumas resultan hoy incalculables. ODESSA ya había hecho de las suyas previamente y recién en 1946 los aliados comprobaron que una suma de 800 millones de dólares se había "esfumado misteriosamente" de los bancos alemanes. Para poder tener una idea de la cantidad de dinero de la que estamos hablando hoy en día, habría que multiplicar esa cifra por 100.

El 28 de marzo de 1945 había arrimado a las playas de Argentina un convoy de varios U-Boots (submarinos alemanes) con un pesado cargamento de oro, divisas, alhajas y piedras preciosas que fue puesto a resguardo de inmediato. Han querido la casualidad y la providencia que exactamente tres semanas después de esa misteriosa e inesperada llegada, se realizaran monumentales depósitos a nombre de Eva Duarte de Perón en el Banco Transatlántico Alemán, el Banco Germánico y el Banco Tornquist, todos con sede en Buenos Aires, Argentina.
Mientras tanto Bormann, ese mismo que "había muerto en Berlín" el 2 de mayo de 1945, se reunía en Roma con Moseñor Montini (luego el Papa Paulo VI) en el Vaticano, sellando un acuerdo de protección que lo trajo hasta Argentina a través de la ruta de las Ratas recién en 1948. Eva Duarte de Perón también había aportado lo suyo con su viaje a Europa en 1947, momento que aprovechó para su encuentro con Bormann finiquitando el arreglo que lo traería a la Argentina. Como el viaje había sido largo y seguramente Bormann "había utilizado muchos de sus ahorros", Juan Domingo Perón le transfirió un cuarto de aquella monumental fortuna llegada en los U-Boots y depositada en los bancos alemanes en Buenos Aires. Para asegurarse de no pasar penurias también se transfirió desde Alemania a Argentina gran parte del tesoro del Deutsche Bank, el cual estaba a nombre de un tal L. Freude, quien casualmente fue encontrado muerto a los pocos días de realizada la transacción...

En 1951 se traslada a Paraguay, se encuentra con Joseph Menguele, vive allí y luego se instala en Brasil con el nombre de Richard Bauer. Las "visitas" de comandos israelíes en Argentina en los '60, lo hace dudar de su regresa a estas pampas, pero Argentina tenía algo especial para él: el centro mundial de la Organización ODESSA estaba (¿estaba?) radicado en Bariloche, provincia de Río Negro, en la Patagonia de Argentina y es por eso que regresa al país en 1972 (muchos años después de aquel fatídico 1945 en el que "había muerto" en Alemania) luchando contra un cáncer que lo venció mientras vivía supuestamente como "cualquier hijo de vecino" en la localidad de San Martín, Provincia de Buenos Aires.

Martin Bormann, aquel hombre al que el mismísimo Hitler tildaba de "brutal pero fiable", no sólo que no había muerto en Berlín en 1945, sino que logró sobrevivir y pasarla bastante bien hasta bien entrados los años '70 en diferentes lugares de Argentina, Brasil y Paraguay, amparado por gobiernos, empresarios, banqueros y autoridades que contribuyeron en gran medida a crear el tan ansiado (por ellos) IV Reich. Los mil escapes y las varias muertes de Bormann no eran, definitivamente, un cuento de ciencia ficción...

lunes, 30 de abril de 2012

Prescott Bush, el gran socio norteamericano de Adolf Hitler

Prescott Bush

Mientras la segunda guerra mundial cobraba fuerza y producía muerte y devastación, no eran pocos los que sacaban provecho de uno de los peores conflictos armados de la historia. Prescott Bush era uno de esos personajes que, desde las sombras y tras una fachada de legalidad, se dedicaba a hacer negocios siniestros incluso con... el "máximo enemigo" (bien marcadas esas comillas) de los Estados Unidos.
Este hombre, padre de George Bush y abuelo de George W. Bush (ambos presidentes del país del norte) era uno de los grandes aportantes a la causa de Adolf Hitler. Es que a medida que las necesidades de la Luftwaffe (la fuerza aérea alemana) se iban incrementando, Prescott Bush se encargaba de hacer que la cosa fuera más sencilla para el Führer alemán.
Bush pertenecía a una poderosa empresa petrolera que no vio ningún inconveniente para suministrar todo el combustible necesario para que los aviones alemanes surcaran los cielos llevando su lluvia de fuego y muerte sin igual. El gobierno norteamericano tras hacer "la vista gorda" durante largo rato, finalmente actuó su mejor jugada y sancionó económicamente a Prescott Bush por haber violado la "Trading with Enemy Act" (Acta de Comercio con el Enemigo), cosa que no afectó en absoluto los planes de Bush de seguir suministrando combustible salido de su compañía petrolera en Texas a la aviación nazi que devastaba por entonces prácticamente a medio continente europeo.

Prescott Bush se había visto con el camino allanado para hacer de las suyas ya desde 1926, cuando se colocó al frente de la Union Banking Corporation (UBC), al tiempo que (también desde ese mismo año) era nombrado vicepresidente del poderoso grupo económico Brown Brothers Harriman. Su presencia clave y estratégica permitía que el grupo hiciera además las maniobras necesarias para el envío de enormes sumas de dinero hacia un lado y otro del Océano Atlántico. El dinero viajaba desde Estados Unidos hacia la Alemania nazi para que nada faltara allí y que todo lo necesario para sacar a relucir la infernal máquina de guerra estuviera en su lugar, y también el dinero llegaba al país de la libertad proveniente de Alemania, triangulando previamente con los Países Bajos (no vaya a ser que la cosa fuera tan evidente). Todos contentos: los nazis con Hitler a la cabeza porque nada les faltaba de esa manera y Bush y sus socios... porque a ellos tampoco nada les faltaba.
Claro que Prescott Bush no estaba solo en su afan de ayudar denodadamente a Hitler: también lo acompañaban en la noble tarea la Standard Oil y el Chase Bank de la familia Rockefeller...
Al fin y al cabo, los enemigos no eran tan enemigos... eran socios.

domingo, 8 de abril de 2012

La Torre Bustillo: ¿un puesto de vigilancia para proteger a Hitler en Bariloche?

La misteriosa Torre Bustillo a orillas del lago Nahuel Huapi.

El Arquitecto Alejandro Bustillo, debe haber sido la persona que mejor supo interpretar a Bariloche. Sus construcciones son la esencia misma de la ciudad que reposa a orillas del Lago Nahuel Huapi en la patagónica provincia argentina de Río Negro. Entre esas construcciones podemos destacar al famoso hotel Llao-Llao y la Catedral de la ciudad, pero hay una construcción que resulta de lo más misteriosa (incluso hoy en día) para los habitantes del lugar: La Torre Bustillo o, como también se la conoce, la Torre Sarracena.

Esta torre, construída en estilo medieval, genera muchos comentarios y es el centro de numerosas leyendas y especulaciones, pero hay una teoría (conspirativa) que es la que más interés produce a quienes procuran información y datos sobre esa misteriosa construcción. La Torre Bustillo se encuentra emplazada en la Península San Pedro, en un lugar muy estratégico como para haberse elegido por casualidad...
La península se encuentra a mitad de camino (aproximadamente) entre la ciudad de San Carlos de Bariloche y Villa La Angostura, sitio en el que (casualmente) se encuentra la residencia Inalco, el hogar de Adolf Hitler en la Patagonia Argentina...

La Torre Bustillo vista desde el lago Nahuel Huapi.


La inquietante torre es prácticamente inaccesible en nuestros días, es más, no muchos habitantes de la zona saben de su existencia o la han podido ver siquiera, sobre todo porque está emplazada dentro de una propiedad privada en la actualidad, al borde de un altísimo peñasco al que prácticamente es imposible llegar (incluso es muy difícil de ver).

Mientras tanto la leyenda y algunos otros comentarios con un poco más de fundamento, siguen circulando y dicen que esa torre era en realidad un puesto de vigilancia que advertía sobre el paso de embarcaciones por el Lago Nahuel Huapi hacia la zona de Inalco, mientras allí se hospedaba el líder del Tercer Reich... A buen entendedor, pocas palabras: la Torre Bustillo... o ¿la puerta de entrada a Inalco?

La Torre Bustillo.

Ver también en este blog:
http://historiasladob.blogspot.com.ar/2012/03/residencia-inalco-la-casa-de-hitler-en.html

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Qué hicieron los norteamericanos con el tesoro nazi?

Increíble hallazgo en la mina de potasio. (Foto: libro "El museo desaparecido" de Héctor Feliciano)


La segunda guerra mundial llegaba a su fin y los norteamericanos "casualmente" eran los protagonistas de un descubrimiento que, aún hoy, sigue dando que hablar. Vaya uno a saber de qué modo los principales generales del ejército norteamericano se fueron a enterar de la existencia de una secretísima mina de potasio ubicada a 800 metros de profundidad en cercanías del poblado alemán de Merkers.
El "descubrimiento espontáneo" del ejército de las barras y estrellas no hubiese tenido la menor importancia a no ser por un pequeño detalle: allí, en esa mina, se encontraba almacenado el mayor tesoro nazi jamás encontrado...

Tanto secreto oculto por los popes del nacional socialismo a través de los años, tanto recaudo tomado para proteger un tesoro sin igual, para que de buenas a primeras, los norteamericanos "tuvieran una visión del más allá" y se adentraran en las profundidades de la tierra para descender casi 700 metros en un sombrío ascensor hasta el fondo de la mina y descubrir las maravillas que allí se preservaban. Extraño. Por lo menos extraño...

 "Debatiendo" cuándo "restituír" el tesoro nazi... (Foto: libro "El museo desaparecido" de Héctor Feliciano)

Sea como sea, una vez allí dentro, tras elegir entre sus cinco secretas entradas y recorrer sus más de 50 túneles, Eisenhower y los suyos se toparon con lo inimaginable en las entrañas de la mina de Kaiseroda (tal como era conocido el lugar): 1.000 millones de marcos en casi 550 bolsas, 8.527 lingotes de oro, miles de monedas de oro francesas, suizas y de Estados Unidos, cargamentos  completos de diamantes, perlas y otras piedras preciosas e, inclusive, cantidades inimaginables de coronas dentales de oro robadas a las víctimas de los campos de concentración. Como si todo eso fuera poco, también se encontraron obras de arte robadas a más de 15 grandes museos europeos. Entre esas obras robas se destacaba particularmente el cuadro "Wintergarden" del famoso pintor Edouard Manet.

Arriba: el hallazgo del cuadro de Manet. Abajo: Eisenhower con cara de "acá no pasa nada..."
 (Foto: libro "El museo desaparecido" de Héctor Feliciano)


Los norteamericanos actuaron su mejor papel y se sintieron "sorprendidos" en la cueva de las maravillas.
El mayor tesoro nazi jamás encontrado había sido dejado allí por las tareas conducidas por el Dr. Fung, por entonces presidente del poderoso Reischbank. El operativo de traslado del tesoro hizo necesaria la utilización de trece vagones de tren...

Los norteamericanos declararon rápidamente que el tesoro sería "cuidadosamente" transportado a la sede del Reischbank en Berlín para luego comenzar una exhaustiva clasificación y su posterior restitución. Como tantas otras veces ha sucedido, entre el dicho y el hecho... hay un largo trecho y así las cosas, aún hoy, año 2012, la mayoría de esos tesoros esperan regresar a manos de sus auténticos propietarios...

Mmmmmmmmmm.... ¿quién se lo habrá quedado...? ¿Habrá sido ese tesoro el pago por algún otro servicio prestado...?

sábado, 3 de marzo de 2012

Heinrich Himmler obsesionado por la búsqueda del Santo Grial en Montserrat

Llegada de Himmler a Barcelona.

Había llegado el 21 de octubre de 1940 y Heinrich Himmler, Jefe de las temibles SS alemanas y Reichsführer, concretó su ansiado viaje a España, Madrid concretamente, para terminar de coordinar la reunión que el día 23 del mismo mes tendrían en la localidad española de Hendaia (zona fronteriza vasco francesa) el mismísimo Adolf Hitler con el Generalísimo Francisco Franco. Ni bien llegó a la estación del norte de la capital española, Himmler tras ser recibido por el ministro español de Asuntos Exteriores, Serrano Suñer, decidió viajar a Barcelona, dejando de lado de alguna manera los asuntos políticos que tanto (también) le importaban.

Llegada de Himmler al aeropuerto del Prat.

Si el día 23 será recordado por la famosa reunión Hitler-Franco, esa misma fecha quedará grabada en la hsitoria como el día en que Himmler llegó al aeropuerto del Prat, siendo recibido de manera marcial y con los símbolos nazis "adornando" cada rincón. El pueblo Prat de Llobegrat, recibe a Himmler también con adornos y honores para darle una bienvenida difícil de olvidar. Los agasajos no se hicieron esperar en el Hotel Ritz aquel 23 de octubre de 1940, pero Himmler tenía la mente en otra parte. El jefe de las esotéricas y feroces SS no estaba allí sólamente para organizar el encuentro entre los dos dictadores europeos del momento. Había llegado hasta esas tierras movilizado por su obsesión por objetos sagrados que, según los nazis de la Ahnenerbe, dotaban de poderes superiores a quienes los poseyeran. El Santo Grial era uno de esos objetos tan preciados y la creencia de Himmler era que estaba escondido precisamente en la montaña de Montserrat (Otros objetos buscados eran el Arca de la Alianza, el Martillo de Wotan, la Lanza de Longinos, etc.).
Hacia allí se dirige finalmente Himmler, acompañado por un séquito integrado por el general Karl Wolf y Günter d'Alquen, como así también por los españoles Miguel Matheu Pla (alcalde de Barcelona); otros militares españoles destacados y miembros de la Falange.

Himmler y su comitiva saludan al monje Andreu Ripoll.

La locura esotérica del nazismo llegó a su momento culminante en aquella oportunidad. Himmler, desesperado por encontrar el Santo Grial, llegó hasta la cumbre de uno de los picos más encumbrados de Montserrat (ubicado ésto a unos 40 kilómetros por ruta desde Barcelona) y luego, al descender hasta la base comenzó una frenética búsqueda del preciado objeto sagrado entre la maleza y los arbustos. Esta versión de los hechos contrasta en cierta manera con otras que indican que Himmler no pudo ser tan grosero e ingenuo al buscar de esa manera algo tan valioso y deseado. Otras fuentes indican que Himmler en realidad "pidió" muy a su manera a los religiosos del convento (Andreu Ripoll a la cabeza) del lugar que lo condujeran hasta las cavernas subterráneas para encontrar al Grial y que los religiosos se negaron rotundamente, provocando la ira y la locura del nazi. A esos lugares sagrados y ocultos, vaya uno a saber por qué, no llegaría jamás. Ni él ni nadie.

Montserrat.

La misión de Himmler en Montserrat no fue un acto alocado y solitario del jefe de las SS. Fue parte de un plan debidamente instrumentado por los nazis y sistemático que incluyó visitas (muchas o la mayoría, de incógnito) a diferentes y distantes lugares del mundo como el Tibet, Brasil y otras partes de América del Sur, como así también diferentes lugares de Europa.
Con las manos absolutamente vacías Himmler regresó al día siguiente a Berlín en un avión militar con una frase salida de una obra de Wagner que no podía quitar de su macabra mente: "En el cielo hay un castillo y su nombre es Montsalvat". (Nota: Montsalvat era Montserrat). Himmler no fue a España a arreglar los detalles de la reunión entre Hitler y Franco. Fue a buscar el Santo Grial...


jueves, 1 de marzo de 2012

Ferdinand Beisel: El Hitler que murió en Berlín

Ferdinand Beisel recorriendo la destrozada Cancillería del Tercer Reich.


Ferdinand Beisel era un hombre común, un alemán que, como tantos otros, veía con absoluta "normalidad" ser parte activa de las SS. Una tarde Beisel repitió el viejo ritual de ir a una cervecería con un grupo de amigos de toda la vida, esa misma vida que estaba por experimentar un giro absolutamente inesperado en cuestión de minutos. A Ferdinand Beisel se le ocurrió la "felíz idea" de imitar a Adolf Hitler a raíz de su enorme parecido con el Führer. El hecho hubiese pasado totalmente inadvertido de no ser por un pequeño detalle: unos jerarcas de la Gestapo estaban presentes en el lugar y no dudaron ni un instante en detener a Beisel por, según ellos, mofarse del conductor de Alemania. Beisel fue detenido pero fueron las mismas personas que lo llevaron a prisión quienes vieron algo positivo en aquel asombroso parecido con el Führer. En los días finales de la Segunda Guerra Mundial no estaba demás cubrirle las espaldas a Hitler y "mandar al frente" a un socias o doble. 
Cuando Ferdinand Beisel fue presentado a Martin Bormann, vice Führer, ya tenía asignada una nueva tarea en el alicaído Tercer Reich: a partir de ese momento era uno de los dobles de Adolf Hitler.

Ferdinand Beisel recorriendo la destrozada Cancillería del Tercer Reich.


Con el paso del tiempo Beisel estuvo muy atareado, sobre todo cuando el ejército rojo comenzó a cercar Berlín y cuando el final resultaba ya inexorable e irreversible. El interior del bunker de Hitler en Berlín era un hervidero. Reuniones secretas, gritos desesperados, intentos de suicidio y escape. Suicidios concretados, promesas de lealtad eterna, apretones de mano y la idea que flotaba en el aire del viciado espacio subterráneo: Hitler ya no estaba allí. Con el paso de los días los contactos visuales con el Führer se fueron espaciando hasta casi desaparecer de toda posibilidad e incluso los últimos colaboradores en recibir el saludo del líder alemán sostuvieron que en realidad su aspecto era diferente al habitual y que ni siquiera pronunció palabra al despedirse de ellos con un apretón de manos.

El entorno de Hitler (ya en viaje hacia Sudamérica) se encargó de "organizar" una última sesión de fotos del "Führer" observando los destrozos iniciales en la Cancillería del Tercer Reich. En las imágenes (las dos primeras de este post) se observa al supuesto Hitler que en realidad no es tal. El de las imágenes finales en la Cancillería es ni más ni menos que Ferdinand Beisel, el infortunado imitador de Hitler que cambió su destino para siempre aquella tarde en una cervecería al imitar al Führer.

El cuerpo muerto de Ferdinand Beisel. Los rusos lo exhibieron como el cadaver de Hitler.

Luego, lo conocido: el "suicidio" de Hitler en el bunker. Su cuerpo retirado de incógnito al patio de la Cancillería junto al de su esposa Eva Braun, la supuesta incineración y... la aparición de un cadáver que los rusos tomaron como el de Hitler (ver tercera foto). Hitler ya no estaba allí. El Führer alemán estaba seguramente embarcado en un submarino Tipo XXI surcando las aguas del Atlántico hacia un paraje lejano del sur argentino. El que había muerto era el pobre de Beisel.