miércoles, 17 de junio de 2020

VIDEO: el nazi Otto Skorzeny junto a Juan Domingo Perón en España

Siempre negados, tantas veces ocultados. Los vínculos cercanos entre el peronismo de otros tiempos y el nazismo, de una u otra manera salen a la luz. En este caso, mediante un curioso video captado en Madrid, España, muy posiblemente durante el año 1971.
Parecía una reunión común y corriente, excepto por un detalle: a la misma asistieron el nazi Otto Skorzeny y el general Juan Domingo Perón.


jueves, 11 de junio de 2020

Marcelo García: “Todo lo que hizo Ramón Carrillo hasta que dejó su cargo fue muy cercano a lo germanófilo”

En su libro “Perón y la raza argentina”, el investigador histórico y escritor Marcelo García hace un repaso en la vida del sanitarista argentino que ejerció como ministro de salud de la época. (Infobae, 9 de junio de 2020)




Nota publicada en INFOBAE, 9 de junio de 2020:
Marcelo García: “Todo lo que hizo Ramón Carrillo hasta que dejó su cargo fue muy cercano a lo germanófilo”
https://www.infobae.com/sociedad/2020/06/09/marcelo-garcia-todo-lo-que-hizo-ramon-carrillo-hasta-que-dejo-su-cargo-fue-muy-cercano-a-lo-germanofilo/




La posibilidad de que el Gobierno ordenara la confección de un billete de $5.000 con los rostros de Ramón Carrillo y Cecilia Grierson -finalmente descartada por Alberto Fernández- generó hace un mes un enorme revuelo y un sin fin de opiniones sobre la figura del sanitarista elegido: tanto personas como asociaciones civiles se expresaron en contra de imprimir en el papel moneda la imagen del primer ministro de salud del general Juan Domingo Perón.

El escritor Marcelo García, en su libro “Perón y la raza argentina”, documentó los inicios de la carrera del médico hasta que dejó su cargo al frente del ministerio, en el año 1954.

¿Quién fue Ramón Carrillo?
- Ramón Carrillo fue un pionero para lo que es el sanitarismo en Argentina y en gran parte de Sudamérica. Fue realmente un científico cabal, probo, que cambió definitivamente el sistema sanitario y de salud en el país y las obras que él ha logrado llevar a la práctica con la creación de más de 240 hospitales interconectados, la erradicación de enfermedades que hasta ese momento eran incontrolables. La obra sanitarista de Carrillo es innegable, es absolutamente destacable, y no tiene parangón hasta el momento con ninguna otra gestión que se haya dado, incluso, en los tiempos modernos.

¿Cuál fue su vínculo con los científicos y médicos nazis?
- La relación con científicos nazis implica a priori arrancar cuando él se hace cargo de lo que fue una Secretaria de Salud, que luego adquiriría el rango de Ministerio y se da en una etapa en la que el gobierno de Juan Domingo Perón propiciaba de alguna manera el ingreso de materia gris codiciada no solamente por la Argentina sino también por las potencias vencedoras de la Segunda Guerra mundial: Estados Unidos, Inglaterra y Rusia. Se dio en el marco de esa carrera por conseguir lo mejor de la ciencia, de la técnica, de la industria de post guerra.

¿Cuál fue la importancia de los primeros viajes a la Europa de principios del siglo 20 del doctor Carrillo?
- En esa época se hicieron intentos de revivir una idea que era de un grupo de pensadores, de científicos, de médicos de inicios del siglo 20 en la Argentina, entre cuyos exponentes principales estaban: José Ingenieros, José Ramos Mejía, Eusebio Gómez y Francisco de Veyga, que coincidían con una corriente europea del médico Cesare Lombroso que consistía en lo que ellos llamaban la teoría de la degeneración. Que creían que había determinado tipo de gente que era fácilmente identificable, porque según ellos tenían características físicas reconocibles y que además tenían “taras” genéticas que los convertía en delincuentes, marginales, desechables. Como se llamaba ese momento “inútil”. Hitler a determinado tipo de personas con las que no quería contar, las llamaba “las bocas inútiles”. Generaban gastos y para ellos, no servían para nada. Esta corriente y esos exponentes, fueron en realidad la semilla germinal de lo que proponía el médico italiano Nicola Pende, que fue un médico encomendado por Benito Mussolini en la Italia fascista, alrededor del año 1926, para instalar centros asistenciales, en donde poder prevenirse de este tipo de “males” que se anticipaban con la teoría de la degeneración en clínicas para sanos. Era gente que no tenía una enfermedad aparente o demostrable pero que reunía estas características físicas y que venía de unos determinados sectores sociales o de unas líneas de pensamiento que para ellos podían delinquir, también había entre ellos homosexuales y los que caían por ideas políticas. O sea, era un combo denso.

O sea, no sorprende esta idea del pensamiento de la época …
- Exacto. Pero cuando se habla, por ejemplo, de la homofobia. En ese momento no se manejaba el concepto. De hecho, la homosexualidad era considerada una enfermedad. Digamos, hay que entender un poco el contexto de la época, en donde no era tan mal visto el rechazo a la homosexualidad. Carrillo se fue metiendo en un círculo que, evidentemente, a él le interesaba por sus cuestiones médicas y profesionales científicas, que realmente lo era y muy importante él, pero que demuestran la relación que él empieza a tener con los germanófilos de lo que después se lo acusa o se trata de demostrar.

Retomando un poco lo de la materia gris a lo cual usted hacía mención
- Que fue una carrera que empezó ni bien terminada la Segunda Guerra mundial y en la que se embarcó no solamente la Argentina. El caso de la Argentina llama tanto la atención porque la propaganda de los países ganadores de la Segunda Guerra mundial, sobre todo Inglaterra y Estados Unidos, más Estados Unidos, hizo hincapié por el simple hecho que Perón no se plegó a su bando después del final de la guerra. Entonces bueno, daba la sensación de que todos los malos estaban en la Argentina, digo todos los malos entre comillas, simplificando, pero en realidad Estados Unidos habrá reclutado seguramente muchos más nazis, seguro, muchos más nazis de los que se reclutaron en Argentina. De hecho algunos fueron muy notorios, Wernher von Braun llevó a los Estados Unidos a la luna y era el jefe de cohetería de Hitler.

¿Ese gobierno, el ministerio de Salud y en ese momento quería continuar con los absurdos experimentos que practicaban los alemanes en los campos de concentración?
-Lo que te puedo decir es que había planes de reflotar viejas ideas, como la de la purificación de la raza en el sentido de hacer un nuevo ser nacional. Que Perón y en parte Carrillo, pretendieron concretar.

¿Carrillo brindó una charla a toda la plana militar hablando del soldado ideal?
- Tiene que ver con esto justamente. Insisto, esto es una serie de tres conferencias que dio Carrillo en el año 1950 en la Escuela de Altos Estudios Militares ante la plana completa de las Fuerzas Armadas en la Argentina. Allí no había médicos, no había políticos, no había científicos, no había nadie que se ocupara de las políticas sanitarias, nadie. Eran solamente las Fuerzas Armadas.

Esa serie de tres conferencias que dio Carrillo se encuadraron en lo que se dio en llamar, la guerra psicológica. Y que fue en definitiva una instrucción a los jefes militares sobre lo que, esto que pretendían Carrillo y Perón, que era la conformación de lo que se daba en llamar el soldado ideal. Que era un concepto claramente fascista y que no hacía mención solamente a los ámbitos castrenses sino que incluía a la sociedad civil. Dicho por Carrillo en esa serie de conferencias en épocas de guerra, pero también en tiempos de paz.

Esto es crear el espíritu militar, porque le llamaba el espíritu militar, y que Carrillo en esas conferencias lo nombra como lo hacían los nazis que era el Soldatemtum, la creación del espíritu militar y el estado mental de guerra en toda la sociedad. Y eso tenía un claro objetivo del dominio de masas y que las mismas fuesen moldeadas, obedientes, serviles. En este caso a un régimen político como era el del general Perón. Hay una carta del 31 de julio de 1954, faltaba nada para que Carrillo dejara de ser ministro de Salud por una serie de movimientos internos que se dieron en el gabinete de Perón.

En la última carta que Carrillo le envía a Perón se despacha, se saca las ganas y le insiste en la necesidad para el régimen peronista, para la Argentina, de la creación de institutos médicos militares como los que tenían los alemanes durante la guerra. Le manifiesta claramente, sin vueltas, la necesidad para la Argentina y para el régimen de Perón, la creación de esos mismos centros que él había visto en Alemania y que habían funcionado durante la Segunda Guerra mundial. Incluso, en algún momento le dice que por cuestiones de mera jerarquía, esos institutos después se fueron desmembrando pero que en algún momento llegaron a conjugar a 5.000 médicos instalados en institutos militares con fines parecidos a estos que él trataba de plantear justamente en la Escuela de Altos Estudios Militares. Le manifiesta a Perón lo importante que es recurrir al manejo de las masas, pero no de la misma manera en que se hace con la política. Son todos conceptos claramente tomados del fascismo.

El doctor Ramón Carrillo era germanófilo, ¿sí o no?
- Lo que yo te puedo decir, es que todos sus pasos en Europa en la década del 30 y hasta el inicio de su última etapa como ministro de Salud, todo fue cercano a lo germanófilo.

Digamos como que todo lo que lo rodeaba a Carrillo estaba de alguna forma, directa o indirectamente, relacionado con el nazismo, sí o sí
- Sí, los hechos lo demuestran.

¿Qué lo primero que pensó cuando asistió a la noticia de la emisión de un billete nacional con la imagen del doctor Carrillo. Inoportuno, inadecuado, inadmisible.
- Me parece más inoportuno sinceramente el tratar de colocar una mordaza ante quienes pretendemos o pretenden mostrar otra faceta que la inclusión misma. Por otro lado creo que hubo otros personajes históricos argentinos que también estuvieron en billetes que a lo mejor deberían haber generado una polémica similar, por ejemplo Juan Manuel de Rosas y Julio Argentino Roca. Me parece más complicado este intento de santificar, llamalo Carrillo o cualquier otro personaje de la historia, que pasa bastante seguido. Digamos, perfectamente se podría saber mucho más de determinados personajes e insisto, completar su figura y eso es todo. Tampoco considero que Carrillo haya sido un criminal de guerra. Claramente no lo fue.


martes, 2 de junio de 2020

Marcelo García en "GPS" por A24: "Ramón Carrillo puso al nazi Carl Peter Vaernet bajo su órbita en el Ministerio de Salud"



El 22 de mayo de 2020 fui invitado por el periodista Rolando Graña a su programa "GPS", por A24. Hablé sobre mi libro "Perón y la raza argentina" (Ediciones B, 2019), y también sobre la extraña relación entre el doctor Ramón Carrillo -secretario de Salud durante los dos primeros gobiernos del general Juan Domingo Perón- con el médico nazi de las SS, Carl Peter Vaernet, a quien contrató para trabajar en el Ministerio de Salud de la Nación desde 1947.

Mirá el video.


lunes, 1 de junio de 2020

Detalles ocultos del contrato del médico nazi Carl Peter Vaernet autorizado por Ramón Carrillo: pasajes, gastos pagos y "misión" en el interior

Ramón Carrillo, contrato en ministerio de Salud y Carl Peter Vaernet.


En el mes de mayo de 2020, la posible puesta en circulación en la Argentina de un billete de $5000 con la figura del doctor Ramón Carrillo (primer ministro de Salud de la Nación durante los dos primeros gobiernos del general Juan Domingo Peró) desató una impensada polémica. La sola mención de la noticia, pese a las ambigüedades del Gobierno -desde donde se insistía en que finalmente ese billete no saldría a las calles-, generó una oleada de críticas y posturas en contra. Todo motivado por la simpatía germanófila de Carrillo y su presunta -y más que probable- admiración por Adolf Hitler.

En 2019 fue publicado mi segundo libro, "Perón y la raza argentina" (Ediciones B), en el cual ahondé sobre este otro costado turbio de la curiosa relación del peronismo y las huestes nazis. Recorriendo la historia, pude desentramar los pormenores de viejos planes de una "raza argentina", mejorada y casi perfecta, que muchos pensadores, médicos, científicos, religiosos, militares y políticos locales ya impulsaban desde inicios del Siglo XX. Luego esos planes mutaron y, como tantas otras veces en la Argentina, quedaron en la nada o simplemente se transformaron en otras cosas. No es mi objetivo aquí explayarme sobre esas cuestiones, pero lo es el de referirme a la relación de Carrillo con Alemania, o si se quiere, con los nazis. En mi libro hablo en extenso sobre las extrañas coincidencias que -de un modo u otro- recorrieron la vida del gran sanitarista argentina de Perón, y que siempre y en todos los casos lo acercaron a lo "germanófilo". Todo eso está probado. Pero tal vez vez lo más significativo de esa cercana relación haya sido la contratación del médico nazi danés de las SS, Carl Peter Vaernet, para que trabaje en su propio ministerio de Salud.

La historia de Vaernet es oscura y tenebrosa. Fue un endocrinólogo, afiliado al Partido Nazi danés, que se ganó los favores y el financiamiento de Heinrich Himmler, Jefe supremo de las temidas SS, para avanzar sin límites en la "cura de la homosexualidad". Primero lo hizo en Copenhagen, leugo en Praga (en la Checoslovaquia ocupada por los nazis) y finalmente en el campo de concentración de Buchenwald, un lugar al que se destinaba a la práctica mayoría de los prisioneros homosexuales del régimen de Hitler. Los procedimientos eran brutales: iban desde el implante de testículos de mono a sus involuntarios "pacientes", hasta la implantación, directamente en la ingle de sus víctimas, de una válvula metálica secretora de testosterona, con lo cual pretendía modificar la orientación sexual de los "anormales". Como era previsible, todos los "pacientes" terminaron muertos a causa de estos experimentos.

En 1947, tras estar internado en un "campo de desnazificación" en Dinamarca, sus captores británicos lo dejaron escapar, a cambio del pase de valiosa información sobre secretos químico-farmacéuticos pasados a empresas británicas y estadounidenses. Casi sin problemas, a inicios de 1947 estaba en Buenos Aires, capital de la Argentina peronista.

Pero Vaernet no vino a esconderse. Consiguió de inmediato la ciudadanía argentina, castellanizó su nombre a Carlos Pedro Varnet y comenzó a trabajar para el Ministerio de Salud de la Nación, con la autorización directa del propio Ramón Carrillo. Con su legajo personal 11692, Vaernet acordó su colaboración con la cartera sanitaria por primera vez el 28 de abril de 1947, luego refrendado el 8 de mayo de 1948, con la finalidad de extender por más tiempo esa colaboración.

Legajo personal de Vaernet en Argentina.


Al respecto, varios puntos para resaltar: a esa altura de las circunstancias, año 1947, 1) nadie, absolutamente nadie -y menos en ámbitos gubernamentales de un régimen que tenía una abierta y comprobada política de ingreso de nazis al país- podía desconocer las actividades previas de Vaernet; 2) de haber sido así, deberían haberlo averiguado con anterioridad a su contratación; 3) y que en un tramo del contrato autorizado por Carrillo se indica que se lo requiere a trabajar "bajos sus órdenes" como "experimentador especializado".

Pero eso no es todo: otro punto interesante del contrato es donde se indica que el médico nazi tenía derecho, además de percibir su sueldo de $1500, al "otorgamiento de pasajes oficiales y reintegro de gastos en los casos que se lo comisionare al interior del país por razones de su misión".

Contratos de Carl Peter Vaernet autorizados por Ramón Carrillo.


Curiosamente lo que no figura en ningún punto de los contratos, es la mención a la matrícula médica de Varnet y su constatación de parte del Gobierno de Perón y el ministerio de Carrillo. Un punto nada menor. Al respecto vale decir que si Vaernet fue contratado por una repartición oficial de Salud, cuanto menos se debía revalidar su matrícula en el país y, al mismo tiempo debería haberse informado a la embajada de Dinamarca en la Argentina la ejecución del trámite. Nada de esto fue concretado.

Hoy, mientras la Argentina sigue debatiendo si Carrillo era nazi o no, y mientras las evidencias van aclarando el panorama; bueno será saber ¿cuál era la "misión" de Vaernet encomendada por Carrillo? Secretos que ambos se llevaron a la tumba.


Marcelo García


martes, 18 de febrero de 2020

El misterioso asesinato en Mendoza del biólogo nazi Heinz Brücher, que planeaba erradicar la cocaína

Heinz Brücher tuvo dos grandes planes: crear un huerto de 'plantas superiores' e inmortales para abastecer al Tercer Reich, y -luego, en Argentina- diseñar un hongo que acabara con las plantaciones de coca (y el negocio millonario de la cocaína).

Heinz Brücher en Mendoza, Argentina.


En la zona en donde vivía, todos lo conocían como "don Enrique", pero su verdadero nombre era Heinz Brücher. El hombre era biólogo, botánico y genetista, pero por sobre todas las cosas era nazi. Llegó a la Argentina en 1948, por un acuerdo con el Gobierno argentino del General Juan Domingo Perón. Vivía en su propio mundo, apartado de la mirada inquisidora de los demás; y ese mundo era su finca en la localidad de Ugarteche, al norte de la provincia de Mendoza, en Argentina. El sitio fue bautizado por él mismo como "Cóndor Huasi" (Huasi: vocablo de procedencia quichua que significa casa, habitación, domicilio, nido, cueva).

En las puertas lucían esculturas de hierro en forma de águilas, bien al estilo alemán, con innegables reminiscencias de la iconografía del nazismo. Vivió muchos años allí, casi en el anonimato, y todo terminó el 17 de diciembre de 1991, a sus 76 años de edad, cuando ya viudo, fue encontrado muerto en su casa.

La extraña muerte fue por asfixia: alguien se había encargado de colocarle cinta aislante en la boca y en la nariz. También le habían atado pies y manos. Lanzadas al aire varias conjeturas, lo concreto es que Brücher tenía varios enemigos que venían incluso de sus años de juventud en el Tercer Reich de Adolf Hitler. El caso se archivó con sorprendente rapidez, y nunca -jamás- se encontró a los culpables. Inicialmente se detuvo a un jornalero paraguayo, pero resultó que tenía una buena coartada. La investigación policial determinó súbitamente que el móvil de esa curiosa muerte había sido el robo, pese a que no faltaba nada en el domicilio del biólogo nazi.


Finca "Cóndor Huasi", en Ugarteche, Mendoza, Argentina: allí asesinaron al nazi Brücher.


¿Se trató de una venganza? ¿Quién y por qué podría haberlo asesinado?
Hay varias teorías al respecto.

Los primeros sospechosos del crimen podrían ser los rusos: Cuando servía a las SS, Brücher se había dedicado a saquear los bancos de semillas de la Unión Soviética para conseguir unas plantas de raza superior que alimentasen a todo el Tercer Reich. La idea era que pudieran crecer en cualquier tierra y bajo cualquier clima. Comida para siempre, una huerta resistente a cualquier tipo de plaga, incluso la sequía o la inundación.

Otros sospechados de haber cometido el asesinato, fueron los israelíes: éstos también "se la tenían jurada", ya que contaban con comandos especiales para cazar a los nazis que huyeron de Alemania, y muy en especial a la Argentina del presidente Juan Domingo Perón; como en su caso.

Finalmente, una tercera opción sobre los responsables del crimen, parece ser la más verosímil: la de los cárteles de droga. Y esto tiene su buena explicación: es que Brücher tenía otro plan secreto. Quiso diseñar una enfermedad mortal para las plantaciones de coca. Soñaba con la eugenesia y la aplicó también a la agricultura. Cuando su esposa y su hijo menor fallecieron en un accidente automovilístico, después de la guerra, el nazi decidió apartarse de la sociedad y dedicarse a investigar en su finca, por su propia cuenta. Pero cometió un error letal: en 1989 publicó uno de sus textos científicos en inglés firmado con su nombre verdadero.


Heinz Brücher: en Alemania, 1930 (izquierda) y en Mendoza, 1975 (derecha. Foto: D. W. Gade)


Su trabajo se focalizó en un hongo que atacaba la hoja de coca. De hecho, el estudio que publicó incluía referencias de este tipo, algo que lo habría puesto en la mira de las agencias antidrogas de los Estados Unidos, (que querrían aprovechar al máximo su conocimiento) o de los traficantes de drogas, de quienes se sospecha que enviaron dos sicarios a matarla a su propia casa.
 El día de su asesinato, dos bolivianos habían al aeropuerto de Mendoza. Alquilaron una camioneta y se los vio merodeando la zona de "Cóndor Huasi". Al día siguiente regresaron a Bolivia y nunca más se los volvió a ver por el lugar.

Tras la muerte (asesinato) de Brücher, muchos avalaron esta tesis. Entre ellos estuvo, Daniel Gade, profesor de Geografía de la Universidad de Vermont. Gade relató que el nazi éste le había contado, por correspondencia, que estaba estudiando un producto capaz de destruir las plantaciones de coca sin dañar al resto de plantas.

Otra fuente fue Vicente Cabrera, un jornalero que trabajaba para el biólogo nazi en Mendoza; quien dijo que iba a ser su cómplice: "Yo debía viajar a Bolivia con una jeringa -que supuestamente contenía el hongo modificado- para infectar a un área de unas 200 hectáreas de coca. Pero diez días antes de la fecha prevista para mi partida, lo asesinaron. Si yo hubiera estado en la finca aquella noche, también me habrían matado".

Como fuera, lo real es que nunca se supo por qué (y a manos de quién) apareció muerto en Mendoza el nazi Heinz Brücher. Lo que sí se podría afirmar es que quién se encargó de "pasarlo a mejor vida"...no era un simple ladrón.


Marcelo García


Fuentes:
https://www.elespanol.com/cultura/historia/20180925/misterioso-asesinato-biologo-nazi-queria-erradicar-cocaina/340467021_0.html

https://www.ozy.com/flashback/who-killed-the-nazi-botanist-trying-to-wipe-out-cocaine/83066/


sábado, 17 de agosto de 2019

Elizebeth Smith Friedman, la descifradora de códigos y un documento que hizo saber que Eva Perón era una agente nazi


"La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler" (Marcelo García) y Elizebeth Smith Friedman.


Elizebeth Smith Friedman fue una experta en criptoanálisis y autora estadounidense; y fue conocida como "la primera criptoanalista femenina de América". Sin embargo, como en tantos otros casos, su historia quedó algo relegada a la figura de su esposo; aunque sus trabajos resultaron ser de los más importantes para la seguridad de los Estados Unidos y para los Aliados, sobre todo en la Segunda Guerra Mundial.

Un pionero estadounidense en el campo de la criptología, el estudio de la escritura y resolución de códigos secretos, William Friedman ha sido muy reconocido dada su distinguida carrera como experto en descifrar códigos con el ejército estadounidense durante las Guerras Mundiales. Pero aunque Friedman es uno de los nombres más importantes en criptoanálisis (acuñó la palabra en sí), los historiadores, por lo general, pasan por alto el hecho de que su esposa, Elizebeth, fuera tan hábil como descifradora de códigos. De hecho, no debe ser casual que sus logros hayan sido (la mayoría de las veces veces de manera deliberada) puestos fuera de todo conocimiento de la opinión pública.

Elizebeth (escito con "e" en lugar de "a") Smith Friedman, la menor de nueve hijos de una familia cuáquera, nació en la zona rural de Indiana en 1892. Su madre deletreaba su nombre inusualmente, cambiando la a por otra e, según los informes porque no le gustaba el apodo de "Eliza". La joven Elizebeth era brillante y mostraba un talento para los idiomas, y estaba decidida a ir a la universidad a pesar del desánimo de su padre. Después de comenzar en el Wooster College de Ohio en 1911, terminó su licenciatura en Hillsdale College en Michigan, especializándose en inglés iluminado. También estudió alemán, griego y latín en Hillsdale, y fue allí donde descubrió su amor por William Shakespeare.

Tras graduarse y un breve período como directora suplente en una escuela secundaria de Indiana, Elizebeth viajó a Chicago en 1916 y visitó la Biblioteca Newberry, donde se exhibió el Primer Folio de su autor favorito. Allí, después de abandonar su trabajo principal por aburrimiento, preguntó a los bibliotecarios si sabían de algún trabajo de investigación o literatura disponible. Así, le presentaron al excéntrico George Fabyan, quien dirigía un centro de investigación privado de 500 acres llamado Riverbank en las cercanías de Ginebra, Illinois. En ese momento, Fabyan también empleó a una erudita llamada Elizabeth Wells Gallup, que estaba tratando de demostrar que Sir Francis Bacon había escrito las obras de Shakespeare. Gallup necesitaba un asistente de investigación. Elizebeth fue llevada a Riverbank para una entrevista, y unos días después, terminó siendo contratada.

En Riverbank, Elizebeth trabajó en una cifra que, según Gallup, estaba oculta en los sonetos de Shakespeare y supuestamente demostró la autoría de Bacon. Riverbank también empleó al nacido en Rusia William Friedman, un genetista educado en Cornell, para trabajar en el trigo, aunque se sintió cada vez más atraído por el proyecto Shakespeare. William y Elizebeth se enamoraron y se casaron en mayo de 1917, un mes después de que Estados Unidos ingresara a la Primera Guerra Mundial.

Riverbank fue uno de los primeros institutos en centrarse en la criptología, y en los primeros días de la guerra, el Departamento de Guerra confió en Riverbank casi exclusivamente. "Tan poco se sabía en este país de códigos y cifras cuando Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial, que nosotros mismos teníamos que ser aprendices, trabajadores y maestros al mismo tiempo", escribió Elizebeth en sus memorias.

William y Elizebeth Smith Friedman.


Pero los Friedman a veces también trabajaban para otros gobiernos. Después de una recomendación del Departamento de Justicia norteamericano, Scotland Yard les trajo un baúl lleno de mensajes misteriosos que los británicos sospechaban que estaban siendo utilizados para facilitar la insurrección en la India, que entonces era una colonia británica. Al descifrar los códigos, escritos en bloques de números, los Friedman expusieron la Conspiración hindú-alemana, en la que activistas hindúes en los Estados Unidos enviaban armas a la India con ayuda alemana. El juicio resultante fue uno de los más grandes y caros en la historia de los Estados Unidos en ese momento, y terminó sensacionalmente cuando un hombre armado abrió fuego en la sala del tribunal, matando a uno de los acusados ​​antes de ser asesinado por un mariscal de los Estados Unidos. Sin darse cuenta del trabajo de descifrado de códigos de los Friedman, aparentemente creía que el acusado se había burlado.

La guerra terminó en 1918, pero Elizebeth y William continuaron su trabajo para el ejército, y en 1921, se mudaron a Washington, D.C. para concentrarse en el trabajo por contrato militar a tiempo completo. A Elizebeth le encantó el cambio de escenario, yendo del campo rural a la ciudad; recordaba haber ido al teatro varias veces a la semana cuando llegó por primera vez a D.C.

Después de pasar un tiempo trabajando para la Marina, dejó la fuerza laboral remunerada durante unos años para comenzar a criar a sus hijos, Barbara y John. Pero en 1925, la Guardia Costera llamó para pedirle ayuda en casos relacionados con la prohibición. Pronto comenzó a descifrar mensajes de radio encriptados utilizados por contrabandistas internacionales de licores que ocultaban bebidas alcohólicas en envíos de joyas y perfumes, entre otras cosas.

Elizebeth demostró ser un activo fundamental para la Guardia Costera durante la Prohibición. Ella fue la testigo estrella en un juicio de 1933 luego del estallido de una operación de ronde  contrabando de un millón de dólares en el Golfo de México y la costa oeste. Cuando se le pidió en la corte que probara cómo "MJFAK ZYWKB QATYT JSL QATS QXYGX OGTB" podría decodificarse como "anclado en el puerto a dónde y cuándo envía combustible", solo uno de los miles de mensajes codificados que formaron evidencia clave en el juicio, Elizebeth le pidió al juez que le encontrara un pizarrón y procedió a dar a la corte una conferencia sobre gráficos de cifrado simples, cifrados mono alfabéticos y cifrados polisilábicos, luego revisó cómo, en el transcurso de dos años, ella y su equipo interceptaron minuciosamente y descifró las transmisiones de radio de cuatro destilerías ilícitas en Nueva Orleans, explicando lo que significaba cada transmisión. El Asistente Especial del Procurador General, Coronel Amos W. Woodcock, escribió más tarde que la habilidad evidente de Elizebeth "causó una impresión inusual".

Solo un año después, Elizebeth nuevamente demostró ser invaluable para la Guardia Costera en el caso "I'm Alone", en el que un barco que enarbolaba una bandera canadiense fue hundido por la Guardia Costera después de negarse a reconocer una señal de "empujar y ser buscado". Después de que Canadá presentó una demanda contra los EE. UU. Por $ 380,000, incluidos los daños para el barco, su carga (que incluía licor) y las pérdidas de personal, Elizebeth acudió al rescate: pudo resolver 23 mensajes codificados por separado del barco que demostraron I'm Alone en realidad era propiedad de contrabandistas estadounidenses, a pesar de su bandera señuelo canadiense. Los principales cargos contra los Estados Unidos fueron desestimados, y el gobierno canadiense quedó tan impresionado con el trabajo de Elizebeth que le pidió a los Estados Unidos su ayuda para atrapar a una red de contrabandistas chinos de opio. Su testimonio más tarde llevó a cinco condenas.

Elizebeth y William no eran solo descifradores por día. Su fascinación personal con la criptología impregnaba toda su vida, en el trabajo y en el juego, y construía un vínculo único entre ellos. La pareja usó cifras en reuniones familiares con sus hijos, y desarrolló varios códigos para comunicarse entre sí a lo largo de su larga relación. Incluso se sabía que organizaban cenas en las que se codificaban los menús; para proceder al siguiente curso, sus invitados tendrían que resolver los acertijos.

Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Elizebeth comenzó a trabajar para el Coordinador de Información, un servicio de inteligencia que sirvió como precursor de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), el predecesor de la CIA. Si bien William ganó una gran aclamación por liderar el equipo que descubrió la Máquina de cifrado púrpura de Japón, un descubrimiento que le dio acceso al gobierno de los Estados Unidos a comunicaciones diplomáticas antes del bombardeo de Pearl Harbor, los éxitos de Elizebeth fueron menos publicitados. Pero según Jason Fagone, autor de la biografía reciente The Woman Who Smashed Codes, Elizebeth pasó la guerra como cazadora de espías nazi para el FBI, rompiendo códigos alemanes y trabajando estrechamente con la inteligencia británica para reventar los anillos de espionaje del Eje. John Edgar Hoover la sacó de la historia una vez que terminó la guerra, clasificando sus archivos como de alto secreto y tomando el crédito por sí mismo.

Una verdadera injusticia, sobre todo pensando en que gracias a sus trabajos de descifrado, Elizebeth descubrió que una de las integrantes de esa red de agentes nazis era -de manera impensada- Eva Duarte de Perón, quien con los años se transformaría en esposa del presidente argentino Juan Domingo Perón.

La que luego sería conocida mundialmente como la "Abandera de los humildes", Eva Duarte, tenía relación de larga data con los altos mandos militares argentinos filonazis, entre ellos el propio Perón (a quien conocía desde al menos 1941 y que era su amante) y con los principales efectivos del nazismo en la Argentina (de la embajada alemana y con agentes secretos), que debido a sus dotes de valentía, arrojo y ambición, transformaron a "Evita" en una sigilosa testaferro de intereses económicos de los nazis en la Argentina.

"Evita" había entrado al mundo de relaciones filonazis en Argentina gracias a gente como Francisco Muñoz Aspiri, su guionista radial y luego el redactor de todos sus discursos, quien a su vez la presentó a militares, políticos y otros conocidos que eran funcionales a los intereses del nazismo en el país. Entre estos estaban Dietrich Niebuhr, agregado naval alemán en Buenos Aires y jefe de la Ettapendienst, Gottfried Sandstede, jefe de la propaganda nazi en Argentina, el embajador Edmund von Thermann y el multimillonario financista alemán Ludwig Freude. Muchos documentos sacaron a la luz el rol de Eva Duarte como testaferro y directa cuidadora de grandes sumas de dinero de los nazis en Argentina durante la Segunda Guerra Mundial y años posteriores; una posición que incluso le valió enfrentarse al mismísimo Perón por el manejo -o el control- de cifras millonarias que eran de los alemanes y que en absoluto les pertenecían a ellos, y que Perón pretendió apropiarse en flagrante traición a los nazis de posguerra.

Las actividades de Eva Duarte de Perón como agente nazi también quedaron al descubierto por sucesivos informes de la Marina Argentina, a través de informantes como el oficial principal Nicéforo Alarcón, quien detallaba con lujo de detalles los lugares en donde se depositaban sumas millonarias a nombre de Eva Duarte. La esposa de Perón era cabeza del "StrohfrauenGruppe" (Grupo de Mujeres de Paja, o testaferros) de la inteligencia alemana en Argentina, a cargo de otras agentes femeninas.


Una de las páginas de un documento de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos), identificando a Evita como agente nazi.


La historia completa sobre el rol de Eva Duarte de Perón como activa agente nazi (fundamentalmente tras el viaje a Europa en 1947), está contada al detalle en mi libro "La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler" (Marcelo García, Sudamericana, 2017):
https://www.megustaleer.com.ar/libros/la-agente-nazi-eva-pern-y-el-tesoro-de-hitler/MAR-009453

Al mismo tiempo, una parte importante del trabajo de Elizebeth para el FBI es un poco más conocida: su experiencia en descifrar códigos fue clave para resolver el "Caso de Doll Woman" de 1944, en el que Velvalee Dickinson, una vendedora de muñecas antiguas con sede en Nueva York, fue condenada. de espiar en nombre del gobierno japonés. El trabajo de Elizebeth ayudó a demostrar que las cartas que Dickinson había escrito, aunque aparentemente sobre la condición de muñecas antiguas, en realidad describían las posiciones de los barcos estadounidenses y otros asuntos relacionados con la guerra y estaban destinadas a las manos de los funcionarios del Eje. Como Fagone señala, aunque los periódicos del día escribieron sin aliento sobre Dickinson como "la espía número uno de la guerra" y cómo los "criptógrafos del FBI" descifraron sus códigos, nunca se mencionó a Elizebeth.

Elizebeth se retiró en 1946, un año después de que terminó la Segunda Guerra Mundial, y William hizo lo mismo al año siguiente. En 1957, después de muchos años de investigación, finalmente publicaron su obra maestra, The Shakespearean Ciphers Examined, que ganó premios de varias instalaciones de investigación de Shakespeare. En contradicción con las teorías de Gallup, los Friedman negaron que Francis Bacon hubiera escrito alguna obra conocida como Shakespeare, e incluso enterraron un mensaje descarado a tal efecto en una de las páginas, una frase en cursiva que cuando se descifra lee: "No escribí el obras de teatro. F. Bacon ".

Después de la muerte de William en 1969, Elizebeth dedicó gran parte de su tiempo a recopilar y documentar el trabajo de su esposo en criptología, en lugar de celebrar sus propios logros extraordinarios en el campo. Los frutos de su esfuerzo eventualmente se convertirían en parte de la Biblioteca de Investigación George C. Marshall, nombrada en honor al Jefe de Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos de la Segunda Guerra Mundial.

Elizebeth murió en Halloween en 1980 y fue enterrada con su esposo en el Cementerio Nacional de Arlington. Inscrita en su lápida doble hay una cita, no de William Shakespeare, pero comúnmente atribuida a Francis Bacon: "EL CONOCIMIENTO ES PODER". También es un cifrado: cuando se descifra, se lee "WFF", las iniciales de William Friedman.


Marcelo García




viernes, 2 de agosto de 2019

El día que Juan Mahler "recordó" que era el nazi Reinhard Kopps

En 1994, con una rara mezcla de cinismo y perversión, el nazi Reinhard Kopps apeló a su indignante memoria selectiva frente las cámaras de televisión, para negar lo innegable.

Reinhard Kopps en sus días de SS, y en Bariloche bajo la falsa identidad de Juan Mahler.


Durante los días de la Segunda Guerra Mundial, Reinhard Kopps fue un alto oficial de las SS, un entusisata defensor de las ideas radicales del Partido Nazi. Sin embargo, los servicios prestados para su amada Alemania no se limitaron a eso, y tras la derrota del nrégimen de Adolf Hitler en el conflicto bélico, ayudó a miles de otros nazis a escapar con rumbo a la Argentina, hacia donde también él huyó.

Nada hubiese sido posible sin la participación del Vaticano, al amparo del Papa Pío XII y la activa participación del obispo Alois Hudal.

Austríaco de nacimiento y residente en Roma, durante 30 años Hudal fue rector del seminario alemán de Santa Maria dell'Anima en la capital italiana y, hasta 1937, un influyente representante de la Iglesia austríaca. En su libro de 1937 Los fundamentos del nacionalsocialismo, Hudal elogió abiertamente a Adolf Hitler y sus políticas. Después de la Segunda Guerra Mundial, este religioso antisemita fue uno de los artífices de la Ratline o Líneas de las Ratas, que permitió a importantes nazis alemanes y otros ex oficiales y líderes políticos del Eje, entre ellos criminales de guerra, escapar de los juicios por crímenes de lesa humanidad.

Del bando nazi, su principal contacto era justamente Reihard Kopps, quien tuvo el camino allanado para darle protección a nazis fugitivos, gracias a la red desplegada por el General Juan Domingo Perón, presidente de la Argentina desde 1946, y su esposa Eva Duarte de Perón, quien se encargó personalmente de establecer puestos de emigración hacia la Patria Justicialista en lugares como Génova (Italia) y Berna (Suiza) durante su viaje a Europa en 1947.

Al igual que tantos otros, Kopps logró establecerse tranquilamente en la ciudad de Bariloche, en la provincia de Río Negro, en la Patagonio Argentina, protegido por el régimen peronista. En 1952, la embajada alemana le otorgó un salvador cambio de identidad y desde entonces fue conocido por la comunidad local bajo el nombre falso de Juan Mahler.

Todo parecía transitar por carriles normales, hasta que en 1994, la paz de la comunidad alemana (sobre todo la de los nazis) se quebró de manera definitiva, cuando la cadena televisiva estadounidense ABC envió a Bariloche al periodista Sam Donaldson, quien viajó con inetnciones de encontrar a nazis fugitivos y que nunca llegó a sospechar lo que iba a descubrir.

Donaldson esperó pacientemente en la acera de una casa que le habían marcado como perteneciente a un alto ex oficial de las SS. Se trataba de Reinhard Kopps.

Cuando el nazi salió de la morada se topó con la incómoda pregunta de Donaldson: "¿Es usted Reinhard Kopps?"

La inmediata reacción del entrevistado, no sin antes tratar de evitar el momento, fue la de poner cara "de nada" y negar. Simplemente, negar. La negación no era extraña a los nazis fugitivos, y motivos -por supuesto- no faltaban. De hecho, la negación es un mecanismo de defensa con el que se enfrentan los conflictos negando su existencia o su relación, o incluso su relevancia con el sujeto. Se rechazan todos y cada uno de los aspectos de la realidad que se consideran desagradables. En este caso, además, incómodos y perturbadores.


Reinhard Kopps "cazado" en Bailoche.


"No, yo no soy Reinhard Kopps", atinó a decir el anciano ante los corresponsales de ABC, quienes dada su insistencia, lograron finalmente una de las confesiones más extrañas de la historia tras mostrarle una foto de sus días de juventud con el uniforme de las SS y su carnet de afiliación al Partido Nazi. 

Con la evidencia a mano, la estrategia se hizo añicos en el acto: "Yo fui Reinhard Kopps, pero ya no lo soy. Me llamé así hasta 1952, y desde entonces me llamo Mahler"; dijo -con algo de culpa en su expresión- el viejo nazi puesto en aprietos.

"Kopps era mi nombre, pero ya no. Hay una gran diferencia", sostuvo el nazi en Bariloche.

Luego, apretado por las circunstancias tras ser consultado si había ayudado a escapar a muchos nazis hacia la Argentina con ayudadel Vaticano, dijo Mahler/Kopps ante las cámaras: "Por aquel entonces, yo no sabía que hacía eso. Muchos años después me di cuenta".

Como "por arte de magia", o si se quiere por la simple y justiciera acción de la memoria (esa -muchas veces- "molesta" función del cerebro que permite codificar, almacenar y recuperar la información del pasado), Juan Mahler recordó que en realidad uno nunca deja de ser quién fue. Mucho menos él.